El cine colombiano ha crecido en calidad y reconocimiento, pero aún enfrenta barreras estructurales para su proyección internacional. La formación académica, el casting riguroso y los incentivos estatales son pilares clave, aunque insuficientes sin una política pública sostenida. Fortalecer la industria requiere articulación entre sectores y visión a largo plazo.
Por : @francomendozaphoto / www.correocultural.com
El cine colombiano ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas dos décadas, consolidándose como una expresión cultural reconocida tanto a nivel nacional como internacional. Instituciones como la Universidad Nacional de Colombia, Los Andes, la Central y la Fundación Universitaria de Bellas Artes han sido pilares fundamentales en la formación de nuevos directores, combinando teoría y práctica para nutrir un cine de autor con identidad propia. Sin embargo, pese a la calidad y diversidad temática de las producciones, la presencia del cine colombiano en mercados internacionales sigue siendo limitada, especialmente en las carteleras comerciales, lo que pone en evidencia los desafíos estructurales que enfrenta la industria audiovisual nacional.
El proceso de selección de actores para estas producciones es un aspecto clave que contribuye a la calidad artística del cine colombiano. Los directores y productores priorizan la adecuación física y emocional al personaje, la experiencia actoral y la capacidad de interpretación auténtica, evaluadas principalmente a través de audiciones rigurosas. También se consideran factores como la disponibilidad del actor, el dominio de acentos o idiomas y la actitud profesional, mientras que la inclusión y diversidad cobran cada vez más relevancia en los castings. Estos elementos buscan no solo garantizar la coherencia narrativa, sino también reflejar la riqueza cultural y social del país en pantalla.
Uno de los pilares para el desarrollo y la sostenibilidad del cine nacional son los incentivos económicos que el Ministerio de Cultura de Colombia ofrece a la industria cinematográfica. A través de programas de apoyo a la producción, postproducción, capacitación, festivales y circulación, el ministerio busca fomentar la creación y difusión de proyectos audiovisuales. Sin embargo, estos recursos, aunque valiosos, enfrentan limitaciones presupuestales y burocráticas que dificultan su acceso, especialmente para cineastas emergentes o de regiones fuera de los grandes centros urbanos. La falta de continuidad en las políticas públicas y la insuficiente infraestructura técnica también representan obstáculos para aprovechar plenamente estos incentivos.
Un ejemplo paradigmático de los retos que enfrenta el cine colombiano es la película “La ciénaga entre el mar y la tierra”, que tras su estreno mundial en Sundance en 2016 y la obtención de importantes reconocimientos, quedó bloqueada durante años por un conflicto legal entre sus creadores. Su estreno en salas de cine en Colombia está programado para el próximo 29,30,31 de mayo de 2025, pero enfrenta el riesgo de desaparecer rápidamente si no logra una taquilla mínima en apenas tres días. Esta situación evidencia la dificultad de las producciones independientes para consolidarse en el mercado y la urgencia de fortalecer los mecanismos de apoyo, acompañamiento técnico y políticas públicas con visión de largo plazo que garanticen la sostenibilidad y proyección internacional del cine colombiano.
El Ministerio de Cultura de Colombia ha impulsado diversas políticas públicas para fomentar el desarrollo del sector cinematográfico, con resultados notables en ciertos periodos. La Ley 814 de 2003, conocida como la Ley del Cine, permitió una producción constante de largometrajes mediante la creación del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico (FDC). Sin embargo, su efectividad se ha visto limitada por la falta de una estrategia de sostenibilidad a largo plazo. Algo similar ocurrió con la Ley 1556 de 2012, que introdujo incentivos para atraer producciones extranjeras al país, generando importantes inversiones, pero sin lograr una articulación duradera con otras iniciativas del sector cultural.
Otras políticas, como el CONPES 3659 de 2010, diseñadas para fortalecer las industrias culturales, perdieron vigencia sin haber sido actualizadas, dejando un vacío estratégico que afecta directamente la evolución del sector. Asimismo, el llamado Pacto X, contemplado en la Ley 1955 de 2019, planteó principios orientados al emprendimiento cultural, pero sin los instrumentos necesarios para garantizar su sostenibilidad. Estas iniciativas, aunque bienintencionadas, han enfrentado obstáculos debido a su falta de continuidad, de visión integral y de mecanismos de evaluación y ajuste.
En este contexto, el cine colombiano sigue enfrentando retos significativos. La ausencia de políticas públicas cohesionadas y sostenidas en el tiempo ha impedido la consolidación de una industria sólida y competitiva. Para revertir esta situación, es fundamental que el Ministerio de Cultura diseñe e implemente estrategias que trasciendan los gobiernos de turno, fortalezcan los marcos normativos existentes y aseguren recursos estables. Solo así se podrá garantizar el crecimiento sostenido del cine nacional y su posicionamiento en el panorama cultural y económico del país.
Para que la industria cinematográfica nacional alcance mayor proyección global, es imprescindible que diversos actores—desde el Ministerio de Cultura, embajadas, festivales y cineclubes hasta el público y la iniciativa privada—trabajen en conjunto. Incrementar recursos, simplificar trámites, promover la capacitación técnica y fomentar alianzas estratégicas son pasos esenciales para ampliar las oportunidades de exhibición y distribución. Así, el cine colombiano podrá trascender los estereotipos y mostrar la pluralidad y profundidad de sus historias, convirtiéndose en un referente cultural de alcance internacional y dejando de ser una joya oculta para el mundo.
Bogotá D.C. Colombia
Mayo, 2025