A través de la intervención artística sobre puertas rescatadas, ‘CURARTE’ revive el Casco Viejo de Panamá, fusionando pasado y presente en un diálogo visual que nos invita a reflexionar sobre las nuevas oportunidades que surgen de lo que parece perdido
DANIEL DITTMAR
En la búsqueda de preservar el Casco Viejo de Panamá, se han emprendido diversas acciones con el propósito de revitalizar uno de los sitios históricos más importantes del país. Fundado en 1673 tras la destrucción de la ciudad de Panamá por el pirata Henry Morgan, el 28 de enero de 1671, el Casco Viejo ha sido históricamente el corazón cultural y arquitectónico de la capital panameña.
Dentro de esta iniciativa, el próximo 23 de octubre se llevará a cabo la octava edición de la subasta “The Casco Door Project”, bajo el nombre de CURARTE. El evento cuenta con la participación de 34 reconocidos artistas, entre locales y foráneos, a quienes les fue entregada una puerta rescatada de alguna casa en ruinas o en transformación para ser intervenida. Esta acción de alguna manera equivaldría a darle una nueva oportunidad al tiempo para volverse a expresar. Para convertir unas puertas, que alguna vez fueron guardianes de secretos, pasos e historias, en lienzos para la creación, transformando su inevitable condena al olvido en una oportunidad para renacer y mutar su condición de objeto utilitario a un portal hacia lo eterno, cargado de poesía, pero, sobre todo, de memoria propia.
Cada puerta intervenida representa el eco de un pasado que se niega a desaparecer, escondido ahora tras las pinceladas de cada artista. Con su creación, estos artistas han cubierto de presente las huellas de quienes cruzaron esos umbrales, quienes vivieron amores, angustias y esperanzas detrás de esas puertas. De este modo, transformar aquello que alguna vez sirvió tan solo para delimitar un espacio físico en una casa anónima en una ventana hacia lo que el arte puede lograr al dialogar con lo cotidiano, creando un puente entre lo mundano y lo sublime, entre lo descartado y lo venerado.
ENOC RUDAS
Cada puerta termina convertida en una metáfora de la vida misma: lo que parecía estar al borde de su final, al ser tocado por el arte, encuentra una nueva forma de existencia. Esta transformación refleja una verdad profunda sobre la vida y el arte: ambos están marcados por umbrales que, aunque a veces parecen definitivos, también pueden dar paso a nuevas posibilidades. En este contexto, el arte es una llave que no solo abre espacios, sino también corazones y conciencias, recordándonos que nada está realmente perdido si aún puede ser tocado, rescatado y amado. Las puertas, ahora convertidas en arte, nos susurran que cada final es solo el inicio de algo nuevo.
Finalmente me gustaría concluir citando un extracto del poema “Limites” de Jorge Luis Borges que dice:
“Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar,
hay una calle próxima que está vedada a mis pasos
hay un espejo que me ha visto por última vez,
hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo…”
ALEXIS BANALCAZAR
Así, la propuesta de CURARTE nos recuerda que, a pesar de las puertas cerradas en nuestra vida, siempre hay nuevos caminos por explorar y nuevas historias que contar, ya que cada final puede ser, en su esencia más pura, un nuevo comienzo.
Cesar Sasson
Ciudad de Panamá – Panamá
Octubre de 2024