Antonio Briceño
Topotepuy | Granjerias | Samambaya |El Topito
LA NATURALEZA DE ANTONIO BRICEÑO
Ahora que la naturaleza está amenazada con el peligro del calentamiento global, Antonio Briceño, fotógrafo de importante habilidad, reconocimiento y dedicación nacional e internacional, ha empleado sus últimos trabajos al conocimiento relevante de la naturaleza como objeto artístico y simbólico. En los inicios se graduó de biólogo y seguramente por esa razón la calidad de lo esencial lo ha inquietado. Como fotógrafo dedicó mucho tiempo y arte a la mitología indígena, fundamentalmente latinoamericana. Ahora cambia su mirada a otras esencias de la vida. Dos lugares en las montañas sureñas que encierran el valle de Caracas le captan su atención. Una de ellas en Samambaya, Los Guayabitos. Recorre el campo buscando la belleza de las flores y captándolas con el lente para mostrarnos una hermosura que él, con su profesionalismo fotográfico, sólo puede enseñar.
Estas flores tan peculiares son también, como él expresa, “símbolos que, aunque universales, pueden ser también crípticos y esquivos”. De estas imágenes, bellas, enigmáticas y reales, Briceño creó anteriormente un Tarot, que en familia usamos frecuentemente.
La otra parte de la montaña sureña es la cumbre de El Volcán. Allí Briceño se inspira del bosque, la neblina, lo sombrío. Las diferencias son casi indistinguibles, al contrario de su trabajo anterior. Si antes Briceño habla del bien y el mal como diferencias aquí nos encontramos con la duda de lo diverso. La naturaleza se sumerge en algo posible pero no conocido. El fotógrafo sugiere que estas imágenes de Venezuela fueron inspiradas por el arte del pintor del siglo XIX de origen alemán, Ferdinand Bellermann. A la vez Bellermann reconoce la obra del pintor del Barroco, Claude Lorrain, como prójima. Es asimismo este sentir mitológico y religioso de ambos que percibimos en la obra de Briceño, como en La Selva, La Neblina, La Noche. Parecería que la alegoría, la fábula, son parte del sentir de este fotógrafo. Lo habíamos conocido por su obra de la cosmogonía indígena, ahora el ojo regresa a lo terrenal, pero su espíritu parecería que se mantiene en lo profundamente espiritual.
María Teresa Boulton
Abril 2023
LA SELVA CURANDERA
El año 2020 cambió nuestro camino de forma inesperada. La pandemia nos tomó desprevenidos y nos condujo a su abismo de desconcierto, desolación, paranoia, aislamiento y detención. Yo estaba en Caracas y el terapeuta que me rescató de esa pesadilla fue la selva. El tratamiento, sus misterios.
En los meses de la cuarentena tuve la inmensa fortuna de poder adentrarme en las insospechadas profundidades de las selvas del cerro El Volcán y sus alrededores. Un centinela silencioso que nos contempla desde el sur de la ciudad, reservando en sus dominios al último relicto de selva nublada y bosques siempreverdes, antaño señores de nuestra tierra. Esas selvas me recibieron y me abrieron el paso. Me ofrecieron consejo, me dieron refugio. Me asombraron con sus enigmas, sus habitantes, sus ciclos. Me sanaron con sus aguas, sus neblinas. Me intrigaron con sus ruidos, su oscuridad, su noche.
No existe ninguna biblioteca que supere a la selva, con sus inagotables relaciones y flujos. No existe un centro de salud más sanador que ella, con su energía verde y húmeda. Ácida, rítmica, explosiva, intensa, inabarcable. No me hizo falta más que caminar entre sus árboles; llegar a sus quebradas, escuchar, sentir, tropezar y estar atento. Ser parte, con el pecho henchido e hinchado de asombro y gratitud.
De esas caminatas y encuentros surgieron estas imágenes, que son como un tejido, una reconexión. Sirvan ellas como acertijos, como mantras, como hechizos, sortilegios, encantamientos. Sirvan como pociones, fórmulas, esencias, pócimas, elíxires. Sirvan ellas como esquirlas, chispas, reflejos de lo que para mí ha sido, es y será siempre, nuestra magnificente Selva Curandera.
Agradezco profundamente la generosidad de los dueños de Samambaya, El Topito, Topotepuy y Granjerias, que resguardan estos bosques y me permitieron entrar en ellos y desarrollar un trabajo que fue, a la vez, mi curación.
Antonio Briceño
Abril 2023