“Cuando hablo de Rosa Vegas digo que ella es del color del barro. Ella se mimetiza con todo su entorno, lo hace creíble”. Así se expresa Nireiby Herrera la autora del cuento infantil Rosa Vegas es del color del barro, quien captó el universo particular de esa hacedora de sueños para plasmarlo en el 4to número de la serie del despacho cultural titulada Maestros del arte venezolano, cuyo propósito es el de proyectar, conocer y reconocer la obra y trayectoria de los artistas nacionales que merece ser difundida, al tiempo que significa un aporte a la narrativa infantil.
A juicio de esta restauradora e investigadora del arte que incursiona por primera vez en el mundo de la escritura infantil – con un texto editado- “no es lo mismo cuando narras algo a cuando lo sientes y en este caso cuando conoces a Rosa y ves el color de su cabello, su piel, sus obras, ves sus muñecas, las paredes de bahareque con ese color te das cuenta que es ella misma, porque ella es como un dulce de chocolate con caramelo”.
Herrera explica que la maestra Vegas es “encantadora, humilde, sencilla pero tiene una claridad en lo que dice, en su relación con los niños, las otras personas y la naturaleza, es un mundo mágico, así es el trabajo de Rosa como el de muchos creadoras y creadores”. A lo que agrega que por eso aplaude la iniciativa de la cartera cultural de editar no sólo dos libros sobre esta creadora, uno dirigido a los adultos y otro al público infantil, sino también la exposición Rosa Vegas espacio habitado de la Galería de Arte Nacional que le encanta y sobre la que comenta: “cuando entras formas parte de ese mundo mágico de ella, de esas paredes de bahareque, de esos pájaros y de esas muñecas”. “Deberían hacerse más exposiciones de ese tipo, es justo y necesario. Ha sido una grata experiencia y espero repetirla”.
En su discurso, argumenta que a Vegas la han comparado con el maestro Reverón por las muñecas y por su trabajo con la naturaleza en su contexto, agregando que cuando el público ve la obra de esta maestra se imaginan la casa que ella misma construyó en El Viñedo, estado Anzoátegui y que funciona como museo-casa y taller.
“Me llamó mucho la atención cuando Rosa me dijo ‘me gustó mucho el cuento porque me hizo sentir niña otra vez’ y eso vale más que cualquier otro tipo de comentario porque el libro está dirigido a los niños”.
De dilatada trayectoria profesional, indica que viene de la academia impartiendo clases desde arte de la prehistoria hasta el contemporáneo, con una “visión del arte occidental. Mi trabajo de ascenso es otra lectura dentro del arte contemporáneo tomando como ejemplo a Bárbaro Rivas, Luis Méndez, Antonio José Fernández – El hombre del anillo- y Manasés Rodríguez”.
Herrera quien estudió dibujo con su papá cuando tenía 16 años, le gustaban muchos las humanidades y la pintura, “aunque no pinto” comenta que esta experiencia literaria ha sido grata y que le gustaría repetirla: hacer un cuento sobre Palmira Correa y Manasés Rodríguez “ tengo igualmente uno inédito sobre El hombre del anillo”. Añade que el cuento de Vegas ha tenido gran impacto “no me lo esperaba me han escrito y llamado varias personas para decirme”
Herrera puntualiza sobre su visión del arte popular diciendo que no lo cataloga como popular porque ese término abarca a todos, a la masa “por lo general lo utilizamos de manera despectiva para calificar a estos creadores como populares” agregando que la academia con esta categorización desvaloriza la condición de estos artistas “para mí es un artista y ya, para mi es arte y ya. Es arte como cualquier otro tipo de arte, lo defiendo dentro de la categoría de arte contemporáneo”.
Por su parte, Carmen Salvador se encargó de las ilustraciones de Rosa Vegas es del color del barro, en las cuales “trasladé el personaje que es ella a los niños. La hice como si fuera una niña y ella me dijo ‘me pintaste como me sentía cuando era niña’ ”. A juicio de Salvador para esta creadora “hacer todo lo que hace a los 63 años sigue siendo una niña y todos los personajes que ella crea forman parte de su vida como si estuvieran vivos acompañándola, conviven con ella. Es una artista de verdad, no solo es versátil, su vida y su obra son una sola cosa, no están separadas”.
Agregó que “la pintura, las muñecas, el trabajo con barro y todo es maravilloso, es de verdad, Rosa no es postiza y eso le interesa transmitirlo a los niños, conversé con ella y me dijo que les dicta talleres, tiene materiales y guarda todo lo que los niños han hecho durante años para hacer en algún momento de su vida una exposición con esos trabajos, ella tiene luz propia, tiene paz, he conocido pocas personas como ella”.
Esta ilustradora de profusa trayectoria profesional dijo que en el cuento infantil trato de abstraer el espacio y entorno de Vegas los elementos más importantes donde tiene su casa- taller- museo para “transmitirle a los niños su obra, los seres que ha creado inclusive los que están incrustados en las parees de barro, que forman parte de sus hábitat”.
Sorprendida comentó una anécdota “Rosa dijo que a la gente lo que más le gusta es todo lo que brilla y que su casa no brillaba porque era de bahareque” al respecto enfatizó “sin embargo para mí brilla más que todo, Rosa es millonaria en humildad, sus obras son muy importantes, ella tiene comunicación con los niños y les permite ser libres como es ella”. Apuntó: “me encantó el color de sus ojos, es caramelo, todo en ella es color caramelo como el barro”.
Cabe destacar que Rosa Vegas espacio habitado es el primer libro de una serie de publicaciones del programa bandera Creadores Visuales de Venezuela, el cual registra audiovisualmente y despliega múltiples actividades en pro de nuestros artistas, que ha venido llevando a cabo con éxito el Ministerio del Poder Popular para la Cultura. El referido libro está bajo la dirección de Mercedes Longobardi ; investigación y textos de Zhelma Portillo. Por otra parte, del texto infantil Rosa Vegas es del color del barrocuenta igualmente con la corrección y edición de Rosanna Ianniello . La muestra de esta hacedora de sueños está bajo la curaduría de Félix Hernández.
Fuente: Teresa Quilez.