Museo de Arte Moderno de Barranquilla
Durante el siglo XX en la escena de un país marcado por fuertes y trascendentales cambios políticos y sociales, fragmentado por la diversidad de intereses, los conflictos y contrariedades, surge una joven generación con una visión de avanzada, ávida por quebrantar el conservadurismo y construir nuevos lenguajes de expresión plástica que diversificaran la práctica artística.
En este panorama de cambios, la escultura también atraviesa momentos de ruptura en los cuales se divide en dos el panorama escultórico nacional. Las formas, el espacio y los contenidos son resignificados, presentándose una innovación fundamental: La pérdida de masa a favor del espacio. A partir de este principio, se asume la escultura como forma de delimitar espacios más que el volumen que se opone e impone al aire que la rodea. Por consiguiente, se adquiere una plena conciencia sobre el espacio vacío como elemento que conforma la pieza.
En el aspecto formal se caracterizo por el predominio de la abstracción en la que varios artistas se apoyaron para dar rienda suelta a su impulso constructivo. Estructuras simples, que sacrifican lo anecdótico en beneficio de la síntesis y el azar en beneficio del control disciplinado, estructuras que se acoplan y se transfiguran hasta conseguir una personalidad propia. Pero si bien es cierto, no es posible catalogar la escultura moderna solo en términos abstractos, ya que en los años 60 se produce un equilibrio entre la abstracción y la figuración, alcanzando relevancia de la mano de artistas con una propuesta diferente a la mera reproducción de la realidad, por el contrario, aluden a ella para tratar temas que tienen que ver más con preocupaciones sociales y políticas, que con aspectos estéticos.
Otro aspecto que determino la ruptura en el panorama escultórico, fue la incursión de nuevos materiales como el metal- cobre, aluminio, hierro y bronce ganando terreno frente a la piedra, el mármol y el cemento. También se utiliza la madera y toda clase de desperdicios metálicos que motivan la reflexión sobre lo que se debe o no considerar “objeto artístico”, estimulando la diversificación de lecturas y consideraciones sobre el objeto escultórico.
De esta manera la modernidad pone en manifiesto la evolución de la forma, el espacio y el contenido, ampliando las fronteras del arte y creando nuevas posibilidades que enriquecen las múltiples prácticas artísticas.
Diana Zafra
Asistente De Curaduria
MAMB