Hay gente prejuiciosa, gente limitada, gente que dice que si te gustan las películas románticas, no ves ninguna de acción o si eres intelectualmente “superior” (vaya a saber que diablos será eso…) no ves comedias románticas. El cine no puede casarse con nadie, porque el cine representa la vida: ese gran escenario para toda clase de actores, ese gran escenario donde podemos tener ideas, filosofía, pero también (y gracias a Dios) besos, caricias, buen sexo, cama y sentimientos.Si la vida da para todo ¿Por qué el cine tendría que ser una excepción? ¿Por qué creer que existen temas importantes y otros que no lo son tanto?, ¿Por qué pensar que ciertas circunstancias (casi siempre de conflicto, la risa no se celebra) son más cinematográficas que algunas otras calificadas de fútiles o ligeras?Un buen actor debería poder ser muchos, ser tantos y tan opuestos que puedan confundir al espectador, en las diversas películas que realice. Los buenos actores hacen de todo, viven las historias (y nos las hacen vivir) no las juzgan.Al Pacino y Robert De Niro, han tenido una carrera llena de matices, han sido ambos El Padrino, policías, y mafiosos, como en 1995, protagonistas ambos entre la ley y el crimen, en bandos diferentes de Heat la película de Michael Mann.
Pacino y De Niro, mafiosos consumados, también se han enamorado en el cine: ¿De forma muy romántica o cursi? No se, póngale usted el calificativo.En 1984 junto a Meryl Streep, De Niro protagonizó Falling in love, una historia de amor urbana sobre un par de adultos casados que se enredan mutuamente cual par de adolescentes. Frank y Molly se conocen en el tren, conversan, sin querer descubren una ardua atracción entre ambos, a pesar de sus matrimonios “estables” sin mayores complicaciones. En este film la casualidad ejerce de motor fundamental en una relación que sin mayores dramas plantea la premisa lugar común, pero quizás certera, que el amor se presenta en cualquier parte.Lo mejor de la película son las actuaciones de Streep y De Niro, sus miradas y coqueteos, llenos de una gran verosimilitud. Si quieres comparar el modo en que se filma por estos días (sobre todo algunas comedias románticas insípidas) con el cine que se hacia por allá en los 80, ve esta cinta, cuyo poder recae en la sutileza tanto de los diálogos, como de las escenas. Aquí una mirada empaña la pantalla, mírala y constata que para comunicar deseo, pasión, no hace falta –en todos los casos- mostrar.
Por su parte, Al Pacino, en la cinta de Garry Marshall: Frankie and Johnny (1991), coquetea y hasta baila, su personaje Johnny acaba de salir de la cárcel y consigue empleo en un café. Frankie (Michelle Pfeiffer) tiene muchas deudas pendientes consigo misma, ha fracasado en casi todo y su vida personal es una ruina, así que un expresidiario no es precisamente una buena opción, al menos no al principio… Dos personas que están buscando “encajar” en la vida, se enfrentan ante una gran dificultad: el amor, la química y el miedo de malograrse aún más si admiten pasar mucho tiempo juntos.Marshall que es el creador de otro clásico de este género, Mujer Bonita, logra en esta película contar una historia llena de romance en un ámbito y con unos personajes nada románticos, aunque ¿Qué lo es? En este caso, quizás la persistencia de Johnny, su interés y concentración, su afán por convencer a Frankie, de que aunque lo parezca, a veces, no todo esta perdido.Calificación de ambas: 10/10
In Cine
El cine que nos falta por ver: Los mafiosos se enamoran: Falling in love (1984) & Frankie and Johnny (1991)
8 julio, 2012
Luisa Ugueto