Si John Katzenbach nos ha fascinado como maestro de Novela Negra, igual nos sucede con John Connolly.
Hace tres años Tusquets publicó Todo lo que muere, el primer título de la serie Charlie Parker y de una vez Connolly puso marca como uno de los grandes-grandes de este género.
Charlie Parker es uno de los tantos inspectores de policía de Nueva York y sus colegas y amigos lo llaman cariñosamente “Bird” y una noche cualquiera, después de haber discutido con su esposa, Parker se va a tomar unas copas- “unas” no más- y cuando regresa, metido en su inconfundible gabán, se encuentra con un horrible escenario: tanto su mujer como su hija han sido brutalmente asesinadas. “Bird” se descompone ante estos dos seres que a pesar de todo, adoraba con el alma.
En medio del dolor llama a la inspección y le dice a su jefe inmediato lo que acaba de suceder y de inmediato su casa se llena de flashes, fotos, mediciones, preguntas capciosas, forenses…
Al día siguiente empiezan las miradas de soslayo y el jefe no tiene otra salida que destituir a “Bird” porque, aunque no lo quiera, él es sospecho de este doble asesinato.
El mundo se le cae encima, pero sabe que no se puede derrotar, sino que al contrario, debe empezar a mostrar toda su capacidad como inspector de policía para encontrar con el autor del hecho y así es como a los días después de los funerales “Bird” se dispone a dar inicio a la investigación. Y lo sorprendente- la magia de Connolly- es que a medida que empieza a atar se va encontrando con una serie de sorpresas que no solo le revuelven el estómago, sino el alma. No puede dar crédito a lo que está viendo, pero nada puede hacer para convencer a su ex jefe de su inocencia, sino hasta cuando, con todas las evidencias, le entregue al criminal.
Decíamos que Connolly es tan maestro como Katzenbach y sí. Sí, porque los dos tienen una extraña y fascinante capacidad para confundir al lector, los van llevando casi de la mano por absurdos laberintos y cuando cree que ya está el criminal a la vuelta de la esquina este, que ha sido señalado por “Bird” no es el culpable de tan horrendo crimen.
Quizás Katzenbach se incline más hacia la siquiatría y la sicología, mientras que Connolly se fascina es por la vida forense, por la mirada del posible criminal, por el detalle de la medición de evidencias, por las “marcas” dejadas por el sicópata, por la paciencia de largas horas esperando a que llegue el autor, por ese detalle ínfimo de descubrir por qué dejó una extraña huella en un lugar imposible…
Todo lo que muere, otra de las grandes Novelas Negras que pasarán a ser ícono en este género tan especial.
Por : Jorge Consuegra