Luego de unos días esperando, recibí Cachalote, del joven escritor Sebastián Arismendi. Obra merecedora de una Mención Especial en el género de Poesía del II Concurso Por una Venezuela Literaria, celebrado en Caracas en el 2012, organizado y luego editado por Negro sobre Blanco Grupo Editorial.
Su lectura no se hizo esperar. Una vez que comienzas a leer, te sumerges en sus hojas como el Cachalote en las profundidades del mar. La obra que Arismendi nos regala, está divida en cuatro cantos que van contando, en una prosa sencilla, el viaje que hacemos desde antes de nacer. Con su verso libre, nada rebuscado, nos invita a ir más allá del umbral de la vida y la muerte:
“Todos tus recuerdos fueron borrados antes de nacer / aquellas sensaciones y ese rayo de luz cuando sales del vientre materno / tu primer llanto”.
¿Cuántos de nosotros, en algún momento, hemos intentado ubicar nuestro primer recuerdo? De seguro recordaremos algún episodio de nuestra primera infancia, pero será la voz materna la que acuda a nuestro pensamiento contándonos la emoción que sintió al oír nuestro primer llanto porque antes de eso, todo fue borrado.
En su II Canto, titulado El primer contacto, Sebastián Arismendi nos describe las sensaciones de la transición de una vida a la otra. Tal vez no sea temor a la muerte lo que muchos experimentamos, quizás sea la incertidumbre de lo que nos espera más allá de la vida. ¿Dónde despertaremos? ¿Despertaremos otra vez? Así como nuestros recuerdos fueron borrados antes de nacer, ¿Pasará lo mismo al morir? Estas podrían ser solo algunas de nuestras inquietudes, por no mencionar lo que dejamos al partir:
“No te sientes perdido / te sientes parte del lugar / estás desnudo / sin nada que te ate al mundo material / sin nadie que te juzgue ni nada que te impida olvidar…”
El Canto III de Cachalote, Divina Soledad, hace alusión a la metamorfosis del ser, a la mutación, a la transformación en algo diferente. Recordándonos las más antiguas creencias de la religión Oriental donde se creía en la transmigración de las almas entre hombres y animales:
“Tu piel, aquella que conociste / comienza a cambiar / se convierte en escamas / escamas que dependerán del mar / todo tu cuerpo experimenta la transformación / tus huesos comienzan a deformarse…”
Por último, en el Canto IV de Cachalote, Sebastián Arismendi nos habla de esa nueva vida más allá de la vivida. Su escritura nos transporta a otro lugar, como los buenos libros, nos hace sentir la salpicadura de las olas del mar, nos deja lo salobre en la piel, nos envuelve como la noche sin luna y sin estrellas. Mientras tanto, Arismendi nos hace vivir una nueva vida, nos lleva de preguntas nuevamente porque, ¿Qué pasará en esa nueva vida? ¿Quién es el dador de oportunidades? ¿Volveremos a atravesar el umbral? ¿Cuántas oportunidades tenemos?
El joven escritor Sebastián Arismendi, es más que una promesa poética, su obra se hace sentir desde la primera página y desde ya cuestionar lo que damos por seguro. Estoy convencida que después de leer Cachalote nunca más volverás a ver igual a los animales, no si antes preguntarse si un alma conocida lo habita.
Scarlet Gómez Romero