El director de la revista ‘Libros & Letras’ no pierde la esperanza de que la cultura siga siendo noticia.
El mayor sueño del periodista Jorge Consuegra es hacer un congreso de novela negra.
¿Cómo lo enamoraron los libros?
Leyendo los 20 tomos de El tesoro de la juventud cuando apenas salía de la pubertad.
¿Cómo está el periodismo cultural en Colombia?
Tiene enormes altibajos, pero no perdemos la esperanza de que la cultura siga siendo noticia.
¿Qué es lo que más daño le ha hecho a la cultura en el país?
La falta de interés de todos los gobiernos. Se preocupan más por la guerra y cómo mantener la corrupción que por la cultura. También es preocupante la banalización de la cultura por parte de los ciudadanos.
¿Qué le cambiaría al Ministerio de Cultura?
Muchos de sus funcionarios que creen que la cultura se hace desde las oficinas. Y no. Hay que ir continuamente a los más de mil municipios que tiene el país, pues la cultura no está sólo en Bogotá, Bucaramanga, Cali, Medellín y Barranquilla.
El momento más brillante de la literatura colombiana.
La década del 70 fue realmente brillante en la pintura, la música, la escultura, el cine y la literatura.
¿Cómo es eso de ser agente literario?
Es a veces una utopía, pues tratar de dialogar con los directores editoriales es casi imposible; y, además, convencerlos de que hay autores nuevos, con temas novedosos es complicado, pero fascinante.
¿Por qué muchos autores buenos siguen en el anonimato?
Porque los directores editoriales o sus lectores técnicos de turno no tienen la paciencia de leer a conciencia a los nuevos escritores.
¿Los autores colombianos ya superaron el realismo mágico?
Sí. Por fortuna. Y también están superando el boom de los tiros, los ‘traquetos’, los narcos, los capos, las tetas, los paraísos…
¿Es verdad que los colombianos no son buenos lectores?
Sí. Es triste decirlo, pero es así. Un best seller, para 44 millones de colombianos, es un libro que vende mil ejemplares. El que vende 5.000 es ‘megaseller’.
¿Se considera un soñador?
Con los libros, sí. Como lo soy, todos los días, con la cultura.
¿Qué futuro le espera al libro?
Triste futuro…
¿A qué velocidad se mueve la cultura en el país?
Mientras la guerra y la corrupción van en BMW, ¡la cultura va a pie!
¿Son peligrosos los poetas?
No. Son excelentes cómplices.
¿Qué tan saludable está la literatura en el país?
A veces la atacan algunas gripas, pero en general goza de buena salud.
¿Qué libro se niega a leer?
Cualquier cosa de Paulo Coelho.
El secreto de los cuentos cortos.
La creatividad.
¿Cuál sería su candidato al Nobel?
Ben Jelloun. Es sencillamente maravilloso.
Y el que nunca debió ganarse tal reconocimiento…
¡Uf! Muchísimos. También en la Academia Sueca hay trampitas políticas. Jamás se lo dieron a Tolstoi. Y Borges fue mucho mejor escritor que Camilo José Cela, a quien sólo lo salvan La familia de Pascual Duarte y La Colmena, pero lo demás es basura.
¿Cómo lee el futuro de la cultura en Colombia?
¡Maravilloso!
¿Cómo titularía un libro sobre su vida?
¡Viví, se los confieso!
¿Qué personaje de los que ha leído le hubiese gustado ser?
Meursault y el doctor Rieux. Todos los días me levanto y les estrecho las manos. Me sé páginas enteras de El extranjero y La peste.
¿El mayor reto de ser gestor cultural en Colombia?
El calendario. Quisiera que los días fueran de 28 horas. 24 son muy pocas.
¿Cree en el poder de lo simple?
Es encantador, pero prefiero la dificultad, y a ella le hago un elogio como Estanislao Zuleta.
¿Cuáles son los límites entre el entretenimiento y la cultura?
Creo que la cultura, en su más bella acepción, es un bello entretenimiento. Pero acá confundimos entretenimiento con farándula, faldas cortas, escotes llamativos, chismes fáciles…
Lo que no le puede faltar a un escritor.
Ser un amigo paciente, un cómplice, un compinche y una copa de vino, y llevar siempre un libro bajo el brazo.
¿Con qué sueña?
Con un país que piense más en encuentros culturales, en festivales de cine y de teatro gratis, en grandes conciertos para todos los públicos. Pero mi mayor sueño es hacer el gran Congreso de Novela Negra y mantener viva la esperanza con lo que hace mi equipo de www.librosyletras.com.
Su peor pesadilla.
No quiero que me censuren, pero se acabará a comienzos de agosto.
¿Qué le espera a la cultura en el país con el nuevo presidente?
Entrevisté al señor Santos en un canal de televisión y me aseguró que le iba a poner todo el empeño a la cultura. Ojalá cumpla. El actual no cumplió.
¿Por qué dicen que la cultura en Bogotá está en manos de unos pocos?
Pienso que ya no son los mismos de antes los que tenían en su poder la cultura. Ahora hay corporaciones, fundaciones, instituciones, revistas, redes, grupos, promotores, foros, blogs, webs páginas sociales que están haciendo un trabajo excepcional.
La palabra más bonita del español.
Ternura.
Y la que menos le suena…
Pichurria.
¿Qué tan complicado es hacer televisión cultural?
Muy, pero muy complicado. No sólo porque algunos directores de los canales no saben el significado de la palabra cultura y la confunden con farándula. Pero, además, los costos son enormes y aunque produce un enorme placer, a veces nos acaban los molinos de viento.
¿Cómo se transforma la noción de periodismo cultural con las nuevas tecnologías?
Éstas ayudan mucho, especialmente a la difusión, a acercarnos a más a los amigos que no conocemos.
¿En qué falla la industria editorial en Colombia?
En hacer un concienzudo trabajo de mercadeo. Los libros no están hechos únicamente para la gente de Bogotá, Bucaramanga, Cali, Medellín y Barranquilla. Hay más de 150 ciudades intermedias ávidas de lectura.
Algunos dicen que los libros en Colombia son muy costosos, ¿usted qué piensa?
Proporcionalmente con otros países, sí. Y ese es uno de los factores que no permite aumentar el volumen de lectores. Un libro de $35.000 es el 5% de un salario mínimo.
La historia que quiere contar.
La de los que hasta ahora están aprendiendo a leer y a escribir con el proyecto “Transformemos”; la de los autores que continúan escribiendo a mano; y la de los que aún lo hacen en sus viejas máquinas de escribir…
Y la que quiere que le cuenten.
La de un país que progresa mentalmente.
¿Por qué hay tan pocos patrocinadores culturales en Colombia?
Porque producen más dividendos el sexo, el alcohol, los Agro Ingresos y las carreteras inconclusas que un buen concierto, una buena novela o una incomparable película.
Entrevista publicada por el Espectador