La MUSEOGRAFÍA es una rama de la museología que implica una serie de habilidades que utilizamos los que la practicamos -llámese “museógrafo” o “especialista”- para resolver problemas espaciales, habilidades que generalmente se basan en sencillas fórmulas matemáticas. Esto ha determinado que por mucho tiempo la actividad museográfica y de montaje de exposiciones haya sido reducida conceptualmente, ya que se piensa que el termino sólo encierra la acción de colocar, agrupar, componer y ordenar, y aunque lo dicho es cierto, frente al espacio la habilidad del museógrafo implica mucho más que soluciones técnicas.
El museógrafo se enfrenta a problemas conceptuales con la libertad que le permite su intelecto y la capacidad de crear e imaginar otras alternativas de presentación. De esta forma podemos afirmar que el éxito de una museografía no radica en la experiencia o en la teoría del conocimiento, sino más bien en esos procesos sensoriales que implican la emoción y el sentido de poder interpretar el objeto en función de la imagen y el espacio. Estos procesos que por su misma naturaleza suceden sin que tengamos una explicación certera del porque se accionan, diferencian indudablemente a cada profesional en el área. Así podemos mencionar tres aspectos que existen en la museografía pero que nadie los ve:
1) intuición o perspicacia
2) innovación o astucia
3) satisfacción o gozo.
INTUICIÓN
En algunos textos significa «mirar dentro»; no siempre es verbal o lógica, de manera que pueda ser representada por imágenes o símbolos, sino que responde a sentimientos o emociones y hasta a sensaciones físicas. Este concepto describe aquel conocimiento que es directo e inmediato, sin intervención del cálculo o del razonamiento, siendo usualmente autoevidente. Los podemos clasificarlos en tres:
Emocional Lo que se siente; la sensación de depresión o de felicidad ante la incertidumbre de algo que pudiera ocurrir; la voz interna que alerta sobre lo que sucederá.
Física Es la sensación a través del cuerpo, podemos sentir lo que le sucede o podría suceder a otra persona.
Mental Es la que generalmente tiene que ver con el trabajo creativo ya que recoge pensamientos o ideas de algo que se va a hacer.
Esta última experiencia que podríamos traducir como imaginación, conecta nuestro cerebro directamente con la inspiración donde fluye para formar virtualmente diferentes escenas. Esta etapa imperceptible es la que permite al museógrafo plasmar en el plano o en el guión todas las ideas de lo que quiere realizar. Otros profesionales no traducen estos pensamientos en los instrumentos de la museografía, si no que recurren a mirar, palpar (visualmente o físicamente) el objeto a exhibir, acciones que consideran les permiten dar una respuesta acertada al problema de ubicación en el espacio.
El museógrafo frente a una obra, la vive, la analiza, establece una posición, cuida los detalles, la ubica primero en su pensamiento y luego en el espacio, establece una lectura visual del recorrido, de manera tal que no haya ninguna duda. En ocasiones debe cuidar el no excederse en este procedimiento o libertad, ya que en su éxtasis podría desprenderse del mensaje conceptual que quiere comunicar el artista o de las pautas establecidas en el guión museográfico.
El museógrafo es también una suerte de artista que tiende a construir áreas para destacar, acentuar, esconder o disimular cualquier aspecto que considere necesario. De esta relación obra – espacio – artista, surge la Innovación.
INNOVACIÓN
Cuando hablamos de innovación no nos referimos a aspectos efectistas de cambio de color de las paredes o a la construcción de módulos, dispensarios o vitrinas, aquí la innovación viene por el impulso dado a la invención, la idea, la primicia. El museógrafo debe destacarse en este aspecto, personificar su trabajo, eso sí sin marquesinas o firmas, todo muy sutilmente, no tan invisible como el aspecto anterior pero si destacable.
Se trata de un paso que el museógrafo da hacia la improvisación y la espontaneidad con la confianza de poder romper con los cánones de montaje universales, proponer una escena distinta a lo habitual, ingeniar un recorrido diferente, convencer a un artista para colgar su obra o presentarla de manera distinta, transformar completamente el concepto de espacio, entre otras cosas. En este aspecto el museógrafo siente la necesidad de ser controversial, su pensamiento se centra en el resultado de una exposición impecable con ese dejo de irreverencia, o toque personal.
SATISFACCIÓN
De todo esto surge la satisfacción. Una vez realizado el trabajo el museógrafo se pasea por la sala expositiva, se acuesta, brinca, entra de espalda, se para de cabeza para ver el resultado, determinar los errores y corregir las fallas. La sala debe estar impecable, cada elemento puesto en su lugar, no debe destacarse una obra por encima de otra y sin embargo todo debe ser destacable.
El trabajo está listo, el museógrafo se enfrenta a las criticas (generalmente pocas por el desconocimiento de la materia), siempre existirán reacciones favorables y contrarias al ver el espacio, comentarios que alimentarán futuras soluciones. La gente poco tiene que conocer el detrás de todo aquel trabajo, por ahora la aprobación del director, del investigador y otros pocos parecen ser suficiente. Pero el museógrafo no se engaña, está atento y evalúa las reacciones a su trabajo, el cual culminará una vez termine la muestra.
Clemente Martínez
Director de Extensión Comunitaria
Galería de Arte Nacional
clementemartinez@gmail.com
MUSEOS.VE
Número 9. Año 1. Abril de 2012
Edita:
Sistema Nacional de Museos de Venezuela
Contacto:
Instituto de las Artes de la Imagen y el Espacio
www.museos.iartes.gob.ve
sistnac.museos@iartes.gob.ve
sistemanac.museos@gmail.com
Por Clemente Martínez