En Apuntes Autistas, el escritor chileno Alberto Fuguet dice: “Por lo general, el cine norteamericano cuenta historias y sus personajes se definen, mas que nada, por sus acciones. Es probable, además, que debido a que las cintas de Hollywood necesitan ganar dinero (o, al menos, recuperarlo), una característica común en estos filmes es el deseo de seducir y establecer un nexo con el espectador”, ese deseo “por seducir” que particularmente me vincula al cine norteamericano, a veces es el culpable de “salidas fáciles” para argumentos o cintas que pudieron ser “algo más”.
Siempre he pensado, que el final de “Atracción fatal” (1987) es efectista, dramático y exagerado, siempre he pensado que el interés por crear una cinta para el gran público, desvirtuó una trama que pudo ser interesante o que al menos pudo estar menos llena de estereotipos.
Alex, un atractiva mujer de negocios, independiente y moderna termina deseando ser Betty Crocker, la ama de casa perfecta, luego de tener un affaire con el buen hombre de familia Dan (Michael Douglas), a quien por cierto, siempre lo acosan en el cine (“Acoso sexual” 1994, “Bajos instintos” 1992). Ella no acepta un no por respuesta y se convierte en el diablo no vestido precisamente de Prada.
Dan y Alex, se enrredan de común acuerdo sin más promesas que las caricias de una noche. El es feliz con su esposa y su hija, pero no puede evitar flirtear con esta mujer que se muestra resuelta, segura de si misma. Sin embargo, no todo es como parece.
La lectura de Atracción Fatal de muchos críticos, según he leído por allí, donde el personaje de Alex es una alegoría del Sida: una relación casual e intrascendente que puede llegar a convertirse en algo mortal, me enturbia un poco el ánimo. A mi me gusta la película de Adrian Lynne, me parece entretenida. Me gusta, pero de igual modo, se me antoja llena de estereotipos y salidas “demasiado” fáciles, pues su trama evidentemente sexista me resulta imperdonable (perdonen me posee el espíritu de Simone de Beauvoir)
La cinta, rebosante de escenas sexuales memorables y divertidas (sexo sobre la mesa de la cocina, sexo en el ascensor, Michael Douglas baila salsa, entre otras), dirige su discurso de thriller, hacia una moralina que divierte, pues parece decirte: “No seas infiel, eso esta mal. Todas las mujeres están locas y las solteras que dicen ser felices no lo son. Tal como Alex, son capaces de enredarse con un tipo un fin de semana solo para manipular, acosar, e incluso matar a un pobre conejito, ¿Para que? Para “quedarse” con el caballero en cuestión”.
La sociedad norteamericana, profundamente conservadora, se vio reflejada en esta cinta de los 80, época en que el “Sida” aparecía como una amenaza palpable, y al parecer se necesitaban estrategias para fundamentar la lealtad y los principios básicos de la típica familia norteamericana.
Nominada a un montón de Oscar, posee escenas inolvidables que a estas alturas ya pertenecen a la cultura popular.
Calificación: 10/10
C.Luisa Ugueto L.
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