Diálogo entre el penetrable y el impenetrable
Un encuentro inédito reúne en Mallorca dos hitos del arte venezolano: el Penetrable de Jesús Soto y el Impenetrable de Eugenio Espinoza, obras que, más allá de su contraste, dialogan sobre el espacio, la percepción y los límites del arte contemporáneo.
En el marco de la Nit de l’Art, el Casal Solleric reúne, por primera vez en salas contiguas, dos obras fundamentales de la historia del arte venezolano: el Penetrable de Jesús Soto y el Impenetrable de Eugenio Espinoza, bajo la curaduría de Rolando Carmona, más allá del tiempo y la distancia.
Por un lado, el Penetrable de Jesús Soto, concebido en los años sesenta como una experiencia total, que invita al espectador a sumergirse en un espacio vibrante de líneas suspendidas, donde la percepción se multiplica y el cuerpo se vuelve parte de la obra. Con Soto, la modernidad latinoamericana alcanzó una dimensión universal, en la que la obra ya no se contempla, sino que se habita.
En paralelo, el Impenetrable de Eugenio Espinoza, creado a inicios de los setenta, surge como una respuesta crítica y poética al legado de Soto. Si el maestro cinético había abierto las puertas de la participación y el movimiento, Espinoza con su retícula de tela suspendida detiene el paso, para convertir la participación en reflexión. Frente a la apertura sensorial de Soto, Espinoza instala la pausa y la imposibilidad, planteando interrogantes radicales sobre el espacio, la geometría y los límites del arte y su institucionalidad.
Que ambas obras se presenten en salas contiguas, es más que una coincidencia, es un acontecimiento histórico y afectivo, en el que dos generaciones dialogan frente a frente. Soto el maestro del cinetismo y Espinoza, el artista que cuestionó sus premisas desde una sensibilidad conceptual, encarnan un cruce de caminos que enlaza la historia del arte venezolano con la escena internacional.
Para quienes hemos tenido la fortuna de conocerlos, este encuentro guarda también un cariz personal. Eugenio Espinoza, además de artista fundamental, fue también una presencia cercana para mí: alguien que convirtió la experimentación en un modo de vida y el rigor conceptual en una forma de afecto.
Celebrar este diálogo en Mallorca es reconocer que el arte venezolano, en su diversidad de voces y tensiones, sigue irradiando preguntas universales sobre ¿cómo habitamos el espacio?, ¿qué significa atravesarlo?, ¿dónde comienza y dónde termina lo visible?
El Penetrable y el Impenetrable se miran hoy como dos espejos complementarios: uno que abre el espacio al cuerpo mientras que el otro en forma de retícula lo clausura para el pensamiento. Entre ambos, se condensa la vitalidad, la crítica y la universalidad del arte venezolano. Toda vez que dibuja una de las conversaciones más bellas y fecundas del arte contemporáneo.
Dialogue between the Penetrable and the Impenetrable
An unprecedented encounter in Mallorca brings together two milestones of Venezuelan art: Jesús Soto’s Penetrable and Eugenio Espinoza’s Impenetrable, works that, beyond their contrasts, engage in a dialogue on space, perception, and the boundaries of contemporary art.
As part of the Nit de l’Art, the Casal Solleric brings together, for the first time in adjacent rooms, two fundamental works in the history of Venezuelan art: Jesús Soto’s Penetrable and Eugenio Espinoza’s Impenetrable, under the curatorship of Rolando Carmona, beyond time and distance.
On one hand, Soto’s Penetrable, conceived in the 1960s as a total experience, invites the viewer to immerse themselves in a vibrant space of suspended lines, where perception multiplies and the body becomes part of the work. With Soto, Latin American modernity reached a universal dimension: the artwork is no longer contemplated, it is inhabited.
In parallel, Espinoza’s Impenetrable, created in the early 1970s, emerges as a critical and poetic response to Soto’s legacy. If the kinetic master had opened the doors of participation and movement, Espinoza, with his suspended fabric grid, halts the passage to transform participation into reflection. While Soto celebrates sensorial openness, Espinoza installs pause and impossibility, raising radical questions about space, geometry, and the limits of art and its institutional frameworks.
The fact that both works are presented in adjoining rooms is more than a coincidence; it is a historical and affective event in which two generations face each other in dialogue. Soto, the master of Kineticism, and Espinoza, the artist who questioned its premises from a conceptual sensibility, embody a crossroads that links the history of Venezuelan art with the international scene.
For those of us who have had the fortune of knowing them, this encounter also carries a personal dimension. For those of us who had the fortune of knowing them, this encounter also carries a deeply personal meaning. Eugenio Espinoza, beyond being a seminal artist, has for decades been a close friend—someone who turned experimentation into a way of life and conceptual rigor into a form of affection.
Celebrating this dialogue in Mallorca is to acknowledge that Venezuelan art, in its diversity of voices and tensions, continues to radiate universal questions: How do we inhabit space? What does it mean to traverse it? Where does the visible begin and where does it end?
Today, the Penetrable and the Impenetrable confront each other as complementary mirrors: one opens space to the body, while the other, in the form of a grid, closes it to thought. Between them condense the vitality, the critique, and the universality of Venezuelan art, shaping one of the most fertile and beautiful conversations in contemporary art.
Palma de Mallorca, España.
Cesar Sasson
Magíster en Curaduría de Arte
coleccionsasson@gmail.com
@coleccionsasson
Ciudad de Panamá – Panamá
Septiembre ,2025