La exposición “Las palabras vienen después” en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá ofrece una oportunidad única para explorar el arte indígena panameño desde una perspectiva que trasciende el exotismo, conectándolo con las tradiciones artísticas y culturales del continente. A través de piezas cargadas de simbolismo y profundidad histórica, la muestra invita a reflexionar sobre la continuidad y la resistencia de estas manifestaciones, esenciales para comprender nuestra identidad compartida como habitantes de América.
En el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá se presenta actualmente la muestra “Las palabras vienen después”, que busca tender un puente entre las costumbres de las comunidades indígenas panameñas —siete grupos en total— y el resto del país. Esta exposición me invitó a reflexionar sobre las expresiones artísticas de estas culturas, no desde la perspectiva de su exotismo o diferencia, sino a partir de sus similitudes con otras tradiciones del continente, como las de Venezuela, mi país, y otras naciones de América.
Abordar el arte indígena implica reconocer su profundidad simbólica y su contexto histórico. Estas manifestaciones, más allá de ser un reflejo de prácticas culturales, son un legado marcado por transformaciones abruptas que redefinieron las identidades de todo un continente. La colonización, más que un “descubrimiento” de un territorio, significó la interrupción de sistemas sociales, económicos y culturales complejos, reorganizándolos bajo nuevas lógicas impuestas. Sin embargo, pese a estas rupturas, las artes indígenas han resistido como un símbolo de identidad, continuidad y resistencia.
En la muestra destacan, entre otras cosas, un conjunto con varios ejemplos de molas, una forma de arte textil creada por los indígenas Guna, principalmente de la comarca Guna Yala, en la costa caribeña de Panamá. Estas piezas, elaboradas con una técnica de aplique que superpone capas de tela cortadas con precisión, cosidas y bordadas a mano, que terminan siendo mucho más que objetos decorativos. Los diseños geométricos y figurativos que las caracterizan reflejan la cosmovisión Guna, su conexión con la naturaleza y el cosmos, y sus mitos fundacionales. Sus motivos —que incluyen animales, plantas y escenas cotidianas— están cargados de un simbolismo espiritual o ritual.
Otro aspecto fascinante de la exposición es un conjunto de esculturas en madera que representan figuras familiares: padre, madre e hija. Estas tallas, aunque específicas de las comunidades indígenas panameñas, revelan sorprendentes paralelismos con las realizadas por artesanos venezolanos, tanto en técnica como en su naturaleza cromática. Sin embargo, la intencionalidad o motivación detrás de las obras difiere en cada comunidad. Este punto refuerza la idea de que, más allá de las particularidades culturales, las tradiciones artísticas del continente parecen compartir una base común, fruto de sus raíces indígenas y de una historia compartida.
Lucio-Kansuet.
La exposición “Las palabras vienen después” incluye además obras de artistas como Lucio Kansuet, Oswaldo de León Kantule “Achu” y Moab Ayarza, quienes mantienen un compromiso genuino con sus comunidades. Estos creadores respetan sus historias y saberes, creando un espacio de diálogo profundo en el que se reconocen las contribuciones de estas a su propio proceso creativo.
Esta exposición nos recuerda finalmente que el arte indígena no es un vestigio de un pasado distante, sino una expresión viva de identidad y resistencia que conecta a las comunidades indígenas panameñas con el resto del continente. Sus formas, colores y símbolos, constituyen un proceso dinámico y creativo que desafía las fronteras entre lo local y lo global, invitando al espectador a reflexionar sobre cómo el arte puede contribuir a la construcción de una identidad colectiva en un mundo globalizado, al enfrentarnos a una narrativa compartida que habla más de nuestras similitudes como habitantes de un continente que de nuestras diferencias.
P.S. No puedo cerrar esta nota sin mencionar la gentileza y atención del joven Edgar de Jesús Gaitán, quien nos acompañó en el recorrido por la exposición aportando observaciones y comentarios muy pertinentes. Lo cual me lleva a felicitar al museo por su labor de entrenamiento y de formación de su personal.
“Words Come After”: Reflections on Panamanian Indigenous Art and Its Connection to the Continent
The exhibition “Words Come After” at the Museum of Contemporary Art in Panama offers a unique opportunity to explore Panamanian indigenous art from a perspective that transcends exoticism, connecting it with the artistic and cultural traditions of the continent. Through pieces imbued with symbolism and historical depth, the exhibit invites for reflection on the continuity and resilience of these expressions, which are essential to understanding our shared identity as inhabitants of the Americas.
Moab Ayarza
Currently on display at the Museum of Contemporary Art in Panama, the exhibition “Words Come After” seeks to build a bridge between the traditions of Panama’s indigenous communities—seven groups in total—and the rest of the country. This exhibition served me as an invitation to reflect on the artistic expressions of these cultures, not from the perspective of their exoticism or difference, but rather by examining their similarities with other traditions across the continent, including those of my home country, Venezuela, and other nations in the Americas.
Engaging with indigenous art requires acknowledging its symbolic depth and historical context. These manifestations, beyond reflecting cultural practices, are a legacy marked by abrupt transformations that redefined the identities of an entire continent. Colonization, far from being a «discovery» of a territory, represented the interruption of complex social, economic, and cultural systems, reorganized under new imposed logics. Yet, despite these ruptures, indigenous arts have endured as symbols of identity, continuity, and resistance.
One highlight of the exhibition is a selection of molas, a form of textile art created by the Guna people, primarily from the Guna Yala region along Panama’s Caribbean coast. These pieces, crafted by using an appliqué technique that layers fabrics cut with precision, sewn, and embroidered by hand, are far more than simple decorative objects. The geometric and figurative designs that define the molas reflect the Guna worldview, their connection to nature and the cosmos, as well as their foundational myths. Their motifs—including animals, plants, and everyday scenes—are laden with spiritual or ritual symbolism.
Another fascinating aspect of the exhibition is a collection of wooden sculptures depicting familiar figures: father, mother, and daughter. These carvings, while specific to Panamanian indigenous communities, reveal striking parallels with those created by Venezuelan artisans in both technique and chromatic qualities. However, the intentions or motivations behind the works differ between the communities. This reinforces the idea that, beyond cultural particularities, the artistic traditions of the continent seem to share a common foundation rooted in indigenous heritage and a shared history.
Oswaldo de León Kantule “Achu”
The exhibition “Words Come After” also features works by artists like Lucio Kansuet, Oswaldo de León Kantule “Achu” and Moab Ayarza, who maintain a genuine commitment to their communities. These creators honor their histories and knowledge, fostering a profound dialogue that acknowledges the contributions of these traditions to their own creative processes.
Ultimately, this exhibition reminds us that indigenous art is not a relic of a distant past but a living expression of identity and resilience that connects Panamanian indigenous communities with the rest of the continent. Its forms, colors, and symbols represent a dynamic and creative process that challenges the boundaries between the local and the global, inviting viewers to reflect on how art can contribute to the construction of a collective identity in a globalized world. It finally confronts us with a shared narrative that emphasizes our similarities as inhabitants of a continent rather than our differences.
P.S. I cannot close this note without mentioning the kindness and attentiveness of young Edgar de Jesús Gaitán, who accompanied us on our tour of the exhibition, offering insightful observations and comments. This prompts me to commend the museum for its efforts in training and educating its staff.
Cesar Sasson
Ciudad de Panamá – Panamá
Diciembre de 2024