«Profundidad de campo»
exposición individual del artista Luis Mata
En Cabinet Gallery, Centro de Arte Los Galpones, hasta el 27 de octubre de 2024.
Cabinet Gallery
Luis Mata, «Este». (2024)
Texto y curaduría de Tahía Rivero.
El paisaje podría definirse como uno de los primeros valores que determinan la identidad. El gentilicio, por así decirlo, califica y asigna las características de grupos humanos que han crecido en un territorio determinado. El entorno natural podría interpretarse como un hecho definitivo que nos acompaña a lo largo de la vida y que comprende la perdurabilidad de una relación indisoluble, un vínculo asociado a nuestra permanencia en el mundo.
Desde sus inicios, Luis Mata abordó el tema del paisaje de la Isla de Margarita, lugar donde nació, creció y, especialmente, donde decidió que dedicaría su vida a convertirse en artista. No obstante el paisaje de la isla es una figura amable y feroz al unísono: Mata lo asumió desde una perspectiva simbólica, es decir, el paisaje adquirió una presencia esencial en paralelo a otros temas. Las narrativas que planteó se fundamentaron en la libertad como experiencia vivencial al recuperar el sentido de ese ambiente como espacio libre y propio.
Luis Mata, Ensayos numerados “E-F” de la serie
«Profundidad de campo». (2024)
Las relaciones personales también son argumentos que se suelen interpretar a partir del paisaje; allí se verifica el proceso de llegar a la adultez y, en consecuencia, escoger entre los oficios y profesiones que ofrece el entorno; también las jerarquías de autoridad, los amigos o los personajes casuales. El paisaje adquiere entonces un aspecto emocional que retrata la propia historia y al volver a él, evocamos nuestra interioridad, nuestros rituales, lo que hemos vivido y cómo nos relacionamos con los demás.
El arte actual se ha desplazado hacia otros paradigmas. Posterior a la modernidad, esto es, después de la ruptura con la mímesis, el arte parece intentar el solapamiento de ambos regímenes, enriqueciendo así las posibilidades de la creación. En el panorama del arte contemporáneo, el paisaje, por ejemplo, en todas sus representaciones, adquiere una fuerza cargada de significado y simbolismo. El proyecto de un paisajismo o cultivar un jardín constituyen en sí mismos una práctica artística.
«Profundidad de campo». (2024)
Hace algún tiempo, Luis Mata se traslada a Caracas y cambia drásticamente su contexto. La ciudad, caótica, pero también recipiente de múltiples historias, se presenta retadora, ambivalente. En esa época de transición da inicio a la serie de «Fences» (rejas) en la que adquiere protagonismo esa suerte de retícula perteneciente al paisaje urbano, pues se trata de los alfajores tradicionales que delimitan propiedades. Algunas son pintadas al óleo, otras, trabajadas con grafito; todas despliegan la ambigüedad de la abstracción y, en ocasiones, la connotación del confinamiento.

«Profundidad de campo». (2024)
En Caracas, Luis Mata no menguó en dar continuidad a su investigación sobre el paisaje y de allí que aparezca El Ávila. Pareciera que al querer representarlo a la luz del día según la clásica tradición paisajística del Círculo de Bellas Artes y la Escuela de Caracas, como Manuel Cabré o Pedro Ángel González, quedaría el vacío del torbellino caraqueño presentido y sin embargo ajeno. El contraste entre la naturaleza abigarrada de la montaña y la ciudad es casi disociador. Mata se planteó el reto de pintarlos, queriendo así dar un salto hacia la necesidad de aprehender –con sus experimentadas prácticas– un territorio tan contrastado y confuso como Caracas. La ausencia de luz, valga decir, la noche, constituiría una posibilidad para enunciar todas estas inquietudes e incertezas, además de incursionar introspectivamente en una temática que se mostraba distinta y experimental.
Un cambio de estrategia en la representación de El Ávila ya había sido propuesto por artistas como James Mudie Spence, naturalista y pintor viajero inglés quien en 1872 organizó la Primera Exposición Anual de Bellas Artes, logrando gran impacto en la sociedad caraqueña del momento. Para exponer un multitudinario espectáculo de fuegos artificiales, Spence realizó un minucioso grabado de la Plaza Bolívar de noche, con El Ávila de fondo. Otros artistas de diferentes tallas como Antonio Alcántara, Tomás Golding, Gabriel D’Empaire, Rolando Dorrego, Gabriel Bracho y Luis E. Carbonell también pintaron El Ávila de noche, dejando entre líneas la representación tácita de lo humano, de los habitantes de la ciudad. Esta particularidad, a contracorriente de versiones tradicionales del paisaje, ampliaron en el espectador las interpretaciones del entorno natural y cómo éste habita en nuestra mente.

Podríamos discurrir sobre esa otra ciudad, la de la nocturnidad, la del tiempo distendido con los amigos, la del desencuentro, la de los sueños y el sueño; aquella que más allá de lo físico nos devela Luis Mata. La que deja atrás el aturdimiento citadino para enmarcar la pared sombría en que se convierte El Ávila al anochecer, visera protectora, referencia, continente y norte, figura y fondo. El artista continuará indagando en un tema reiterado y sin embargo develador, desafiando el concepto idílico que aún prevalece porque es la manera como se comunica una idea lo que hace contemporáneo el contenido del discurso.


Cabinet GalleryG-12, Centro de Arte Los Galpones,Octava Trasnversal con Av. Ávila, Los Chorros, Caracas, Venezuela. 1071
CARACAS, D.C., VENEZUELA
Octubre, 2024