- Por primera vez 8 esculturas monumentales del maestro Botero serán expuestas en el centro histórico de Roma del 10 de julio al 1 de octubre
- Terrazza del Pincio, Piazza del Popolo, Largo San Carlo Al Corso, Piazza di San Lorenzo in Lucina, Piazza Mignanelli y Piazza di San Silvestro son los lugares en donde podrán apreciar las esculturas monumentales del maestro Fernando Botero
- La Curadora de esta exposición es su hija Lina Botero y es organizada por la Fundación Fernando Botero
- Esta muestra constituye la primera gran exposición que se lleva a cabo después del fallecimiento de mi padre, el día 15 de septiembre del año pasado. Será la primera de muchas, porque nuestro compromiso es de continuar a promover el extraordinario legado artístico de mi padre, dice Lina Botero.
Por primera vez serán expuestas las esculturas monumentales de Fernando Botero, en el corazón de Roma, capital del país que tanto amó y que tanto influyó en su trabajo, esto ha sido posible a través de la Fundación Fernando Botero, que crearon sus hijos con el fin de promover el legado del maestro, y honrar su memoria para así poder llevar su obra a los 4 rincones del mundo.
“Estas esculturas hacen parte de la colección privada de mi papá, que muy inteligentemente siempre conservo y tuvo la disciplina de crear una colección de su propia obra, muy importante y muchas de sus mejores obras nunca las quiso vender.” Afirma Lina Botero hija y Curadora de esta exposición.
Fernando Botero comenzó a trabajar la escultura en 1973 como una extensión natural de su trabajo y de su estilo volumétrico. Poco a poco su actividad como escultor adquirió la misma importancia en su trabajo que la pintura y el dibujo. A inicio de los años ’80, fue por primera vez a la ciudad de Pietrasanta en Toscana, cuna de grandes artesanos que a través de las generaciones han trabajado el bronce y han tallado el mármol que proviene de las minas de Carrara a tan solo unos pocos kilómetros de distancia. Inmediatamente reconoció el talento y la maestría de los artesanos que funden el bronce, que realizan la pátina, que trabajan la cera, que moldean las formas, y que tallan el mármol por quienes sentía además un enorme respeto. Muy rápidamente entendió que Pietrasanta sería un lugar importante para él y para su trabajo. En 1983 compro la casa que hoy se encuentra en la Via della Rocca, y creo ahí su estudio de escultura.
“Lo más apasionante siempre fue escuchar a mi padre hablar acerca de la pintura y de la historia del arte. Tenía un conocimiento casi enciclopédico. Su fascinación principal fue siempre la pintura del Quattrocento y los grandes maestros que influyeron principalmente en su obra: Piero della Francesca y Paolo Uccello.
Su primer encuentro con la pintura del renacimiento italiano surgió en Madrid, una noche cualquiera saliendo del Museo del Prado donde pasaba sus horas copiando las grandes obras maestras, y aprendiendo de esta manera de su técnica y composición. Había llegado a España como estudiante pobre de 19 años gracias al dinero que ganó con un premio obtenido en Colombia, en el Salón Nacional de Artistas. Era el año 1952, la época de la postguerra en Europa. Pasó enfrente de la vitrina de una librería y vio un libro abierto en la imagen de un fresco de Piero della Francesa, La Adoración de la Cruz. Dice haber sentido en ese momento como una revelación ante la fuerza, los colores y la composición de esa gran obra. A los pocos días tomó la decisión de cambiar su rumbo de vida, y junto con un amigo, viajó en vespa hasta Florencia, Italia donde se instaló a trabajar y a estudiar durante dos años la pintura del Quattrocento, y los textos de Bernard Berenson, el gran crítico de arte. Llegó entonces a racionalizar su fascinación innata por el volumen, tendencia presente inclusive en sus obras más tempranas, cuando aún jamás había salido de Colombia. Entendió que, para él, la belleza y la sensualidad en el arte radican en la exaltación del volumen. A través de los años siempre se mantuvo fiel a este principio, y su obra es un reflejo de sus convicciones artísticas. El suyo es un universo de volumen donde cada figura, cada animal, cada planta paisaje y fruta están pintados con la misma intención, con el mismo gesto.”
La obra de Fernando Botero es hoy en día fácilmente reconocible en el mundo entero gracias a su estilo original y único, el cual radica en haber llevado el volumen y su exaltación a un lugar sin precedentes en la historia del arte. Su obra suscita además una comunicación directa con el espectador. Decía que el arte a través de los siglos jamás necesitó, ni debería necesitar, una explicación para ser entendido. Es por esta razón que sus obras son acogidas con el mismo entusiasmo en países y en culturas tan diversas como: China, Japón, Suecia, Alemania o Israel. Mas que intentar racionalizar su obra, se trata de sentir y de gozar de la sensualidad de sus formas voluptuosas, de su monumentalidad y del contraste de estas con los detalles más pequeños como la lengua minúscula que se asoma de la boca del GATO ubicado hoy en la Plaza San Lorenzo in Lucina.
Desde el punto de vista conceptual, el gran logro de Fernando Botero fue haber conseguido combinar el lenguaje y la técnica de la pintura del Renacimiento con el tema latinoamericano. Desde muy joven intuyó en sus propias palabras, que “el arte, entre más local, más universal.” Comprendió que, siendo un artista figurativo, el tema central de su obra serían los recuerdos de su infancia y adolescencia creciendo en los años ‘30 y ‘40 en aquel mundo de provincia que en entonces era Medellín, Colombia, su ciudad natal. A pesar de haber vivido más de setenta años fuera de su país, su tema central fue siempre la vida latinoamericana y los personajes que poblaban sus recuerdos de infancia, desde los sacerdotes y figuras poderosas de la iglesia, hasta las prostitutas del barrio de Lovaina donde transcurrían las tardes para los adolescentes de su época, pasando por las señoras de la alta sociedad y los dictadores del momento. Su obra contiene desde siempre un elemento importante de sátira y de humor. Decía que el humor es como una pequeña puerta que abre para que el espectador penetre en su mundo y en su trabajo.
A través de los años, su compromiso inquebrantable con sus convicciones artísticas lo llevaron siempre a nadar en contracorriente de las tendencias predominantes en el mundo del arte, sobre todo en aquel momento cuando reinaba el expresionismo abstracto y el arte pop. Por eso, Botero jamás hizo parte de un movimiento artístico, y por eso también, su estilo es hoy universalmente reconocido como único.
Estas ocho esculturas monumentales que hoy se encuentran en el centro histórico de Roma, han sido expuestas en muchas más de las 25 ciudades importantes alrededor del mundo donde se ha llevado a cabo una exposición de estas esculturas. La primera tomó lugar en Florencia en 1991, en el Forte de Belvedere. A los pocos meses en Mónaco, y en el otoño de 1992 de manera triunfal en los Campos Elíseos de Paris. Se trataba de la primera vez que la ciudad invitaba a un artista vivo a exhibir en este espacio público. A partir de ese momento llevó sus esculturas entre otros lugares a Park Avenue en Nueva York, al Paseo de Recoletos en Madrid, a la Piazza de la Signoria en Firenze, a la Puerta de Brandenburgo en Berlín, al Gran Canal en Venecia, a Los Ángeles, Jerusalén, Tokio, Shanghai, Washington, Hong Kong, Singapur, y Buenos Aires, por nombrar tan solo algunas ciudades. Él decía que había que llevar el arte a la gente a través de los espacios públicos. Celebraba cuando veía a la gente acariciar sus formas, y gozar de la misma sensualidad y placer táctil que él sintió en el momento de su creación.
“Esta muestra constituye la primera gran exposición que se lleva a cabo después del fallecimiento de mi padre, el día 15 de septiembre del año pasado. Será la primera de muchas, porque nuestro compromiso es de continuar a promover el extraordinario legado artístico de mi padre”, dice Lina Botero.
La obra de Fernando Botero es una celebración permanente de la vida. Decía que el arte debe producir ante todo placer, y que éste debía ser un oasis de las dificultades de la vida. Por eso para él, el regalo más grande era ver la sonrisa en la cara de quienes apreciaban su obra. Su trabajo como escultor y pintor ha suscitado un reconocimiento internacional unánime y entusiasta en el público de las más diversas culturas, y de todos los continentes.” Comenta Lina Botero, Curadora de esta exposición.
Este miércoles 10 de julio se inaugurará esta exposición en Roma, Italia, con la presencia del Alcalde de Roma, embajadores y autoridades de la ciudad de esta ciudad.
Estas 8 esculturas monumentales ya están expuestas 2 en la Terrazza del Pincio, que hace parte de la Villa Borguese, una terraza muy frecuentada por turistas que tiene una vista impresionante sobre la Plaza del Pópolo, 2 en la Piazza del Popolo, 1 en el largo San Carlo, sobre la Vía del Corso, 1 en la Piazza di San Lorenzo en Lucina, 1 en la Piazza Mignanelli (continuación de la Piazza di Spagna) y 1 en la Piazza di San Silvestro.
ROMA, ITALIA
Julio, 2024