GREGORIO BELINCHÓN
Fuente / elpais.com
Buenos días. Permitidme unos párrafos de hooliganismo (perdón, RAE, por el palabro). A los Oscar llegan dos obras maestras, la japonesa Drive My Car, de Ryûsuke Hamaguchi, y la estadounidense Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson. Ambas son inmensas, disfrutonas, fascinantes y encierran múltiples capas de lecturas. ¿Ya he dicho que me apasionan? A Anderson no hace falta presentarle, y ya hablaremos la semana que viene de él, cuando se estrene su filme más romántico (tiene dos claros precedentes en su obra: Embriagado de amor y Puro vicio), que coincidirá con la Berlnale y los Goya. Hoy toca levantar un monumento a Hamaguchi (aquí, una entrevista con él), obviamente mucho menos conocido entre el público general, aunque sí es un nombre estrella en el terreno festivalero.
Ryûsuke Hamaguchi, el pasado mes de septiembre en Tokio. / TOSHIKAZU SATO / AFP / CONTACTOPHOTO (TOSHIKAZU SATO / AFP / CONTACTOPHOTO)
Y encima esta temporada es su temporada: por la montaña rusa de la covid, en 2021 Hamaguchi presentó dos películas: La rueda de la fortuna y la fantasía en Berlín y Drive My Car en Cannes. La primera estaba entre las tres mejores de la Berlinale; Drive My Car fue sin duda el mejor trabajo proyectado en el certamen francés. La primera se asemeja más a sus trabajos precedentes; la segunda, sin dejar de lado sus temas favoritos (el azar, el destino, el amor), tiene una construcción más común, más fiel a la narrativa clásica, y por ello es más accesible. Los premios de la crítica en Estados Unidos han ido cayendo de su lado, y habrá que ver el martes que viene si aparece en más categorías en las nominaciones a los Oscar que la obvia: es la favorita a mejor película internacional. Hamaguchi podría entrar en dirección. Ahora bien, ¿verán los académicos un filme de tres horas con subtítulos? Esperamos que sí. Tanto si conocíais a Hamaguchi, como si no, y queréis saber de dónde viene y algo más de su carrera, aquí os propongo la lectura de un perfil del cineasta.
España
Febrero 2022