Ser gato
El gato es particularmente en esta obra, una metáfora de la libertad. Borges opina que, mientras los perros se adaptan rápidamente a las costumbres de los humanos, los gatos conservan indefinidamente su independencia, resultando de alguna ingobernables.
FUENTE | https://www.eluniversal.com/
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Con el respaldo del sello editorial Altamarea, ha sido publicada en España la obra más reciente de Edgar Borges: Ser gato. En el libro, cuyo autor define como “una suma de aforismos que aparentemente atienden a la visión del gato”, vuelven a hacerse ostensibles las inquietudes que han ido signando la obra del escritor en los últimos años.
Pocos autores venezolanos tan prolíficos y respetados como Edgar Borges. Su obra cosecha un reconocimiento que va en aumento internacionalmente, tras ser traducidos sus libros a varios idiomas, lo cual, de por sí, denota la solidez que han visto en su trabajo quienes han apostado por su firma. Además, con rasgos que aparecen de manera recurrente en su escritura, Borges ha penetrado realidades que conciernen a otros seres humanos, como el Alzheimer, el presidio o la violencia de género. Se trata, siempre, de contemplar la realidad con otros ojos, y Ser gato no es la excepción: el protagonista ve a través de la mirada del gato. Es lo que Borges denomina mirada trastocada: “Escribo, desde la mirada, el espacio en el que yo presumo que el gato está”. Se trata de una batalla entre la memoria y la imaginación; de situaciones vividas o no vividas, o vividas parcialmente; de anteponer a lo ordinario otra posibilidad.
El gato es, particularmente en esta obra, |. Borges opina que, mientras los perros se adaptan rápidamente a las costumbres de los humanos, los gatos conservan indefinidamente su independencia, resultando de alguna manera ingobernables.
El personaje, por su parte, se reconoce cautivo, probablemente, de sí mismo: “Uno no puede desasirse de las propias obsesiones cultivadas a lo largo de toda la vida, de las propias referencias”, afirma el autor, mientras el personaje reconoce: “Muchas veces deseé romper filas y correr; nada visible me lo prohibía”. O en otro punto: “Muy tarde el prisionero se da cuenta de que la celda no tenía barrotes”.
Por eso desea ser gato. Él sabe que los gatos pueden saltar.
Saltar, otro de los temas recurrentes de Borges, es la posibilidad de desplazarse de un sitio a otro, ergo, de un estadio a otro. Ya en 2018 Edgar había publicado La niña del salto, la historia de una pequeña que, en lugar de caminar, salta, y de su madre, Antonia, una mujer que quiere dar un salto hacia el espacio en donde ha dejado sus sueños.
Ser gato, pues, es un texto combativo, un discurso que versa sobre la lucha contra las cadenas.
Autor e ilustrador pretenden también conferir al lector libertad para interpretar, para cerrar el texto: “El libro es un estímulo, una invitación al lector a que termine la historia como quiera”.
Edgar Borges
En cuanto al desarrollo de la obra, Borges explica que en este caso intentaba romper su propio paradigma: solo disfrutar. Más allá del significado, tenían importancia para él la poética, la sonoridad, las imágenes. “Cuando escribo, pienso en imágenes. Visualizo el decorado”, dice. “Las palabras, las frases, son lo que los planos a la cinematografía. Y el narrador es como una cámara que hace el recorrido y lleva al lector con él”.
Las bellísimas ilustraciones que se alternan con los textos, ocho, en total, son obra de Fría Aguilar, y explica Borges que no responden al texto, que cuentan una historia autónoma. Enriquecen la bellísima edición de la colección de Tascabili (literalmente, embolsillables, en italiano) de Altamarea, un sello que se distingue por sus publicaciones fuera de lo común.
No es de extrañar, pues, que Ser gato haya irrumpido con fuerza en el mercado español, vista la trayectoria de su autor y la esmerada edición que alberga imágenes y textos.
linda.dambrosiom@gmail.com
VENEZUELA – ESPAÑA
Julio 2021