«ENTRE NATURALEZAS»
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COLOMBIA
Margarita Lozano
Por | @francomendozaphoto
FOTOGRAFIAS | @francomendoza / www.correocultural.com
Había amanecido con la sensación de haber pasado una noche maravillosa de “Charla entre amigos”, y luego del primer café no me quedo de otra que sonreír, y comenzar a repasar cada momento de ese encuentro vía Streaming organizado por la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Colombia.
El zoom había reunido a tres grandes personajes de reconocida trayectoria en el mundo del arte, el crítico y curador Eduardo Serrano, el galerista José Ignacio “El Mono” Casas y la protagonista de la noche la artista plástica Margarita Lozano, a propósito de la exposición “Entre Naturalezas” .
José Ignacio “El Mono” Casas & Margarita Lozano
El escenario “Mmaison Galería”, con espacios generosos, donde la luz a cualquier hora del día es fascinante, la reunión inicio muy puntual a las 6.p,m era una tarde lluviosa que prometía una noche fría, algo que no sucedió,…al calor de las preguntas del público en tiempo real y vía zoom, el ambiente se tornó muy agradable, y el tiempo no importo, tanto que la hora del evento parecieron minutos.
Hablar del color como el sentimiento en la pintura, y recordar las premisas de los Maestros como Fernando Botero, Juan Antonio Roda, y Eduardo Ramírez Villamizar, que dejaron huella en el manejo de varias técnicas que hoy Margarita maneja a su antojo, y además de las memorias de Marta Traba o Alejandro Obregón en una relación muy cercana, dejaron en mi ese grato sabor de haber participado activamente en una “Charla entre amigos”.
Margarita Lozano
Pero no me basto la exposición virtual que presenta el sitio http://mmaison.co/, tenía que ver de cerca las texturas, los formatos, en una palabra, vivir la experiencia de la obra de Margarita Lozano, así que agende mi visita al tel +57 321.331.1122 y efectivamente hoy asistí a un Mundo Mágico…y lo mejor… conocí personalmente a una Gran artista de todos los tiempos. Cra 3ª No 63 .48 Bogotá D.C. Colombia. @margaritalozanoart @mmaison6348
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Margarita Lozano: Seis decenios
En primer lugar, vale la pena recordar que la obra artística de Margarita Lozano se inscribe en la historia de los géneros que, con antecedentes en el mundo antiguo, surgieron desde el protorrenacimiento y, con variantes, han llegado a nuestros días.
Su trabajo es fácil de clasificar en retratos y figuras humanas, algunos pocos animales, paisajes, naturalezas muertas -o bodegones-, flores e interiores. Dicha producción ha sido realizada en los campos de la pintura -óleos- y el dibujo -lápiz, carboncillo, pastel y témpera-.
Margarita Lozano forma parte entonces de una extensa tradición que corresponde a lo que denominamos historia moderna -desde el siglo XV a fines del siglo XX-.
Estudió en París, Roma, Nueva York y Bogotá, con clases particulares con Juan Antonio Roda, en la escuela de Bellas Artes con Eduardo Ramírez Villamizar y Fernando Botero. En la Universidad de los Andes, historia del arte con María Victoria Aramendía e historia de la filosofía con Andrés Holguín.
Resulta oportuno recordar aquí el siguiente comentario de 1958 de la artista colombiana: «Lo que se estudia sirve solamente para una información general. Pero uno es su propio maestro; a fuerza de equivocarse, de repetir y de amar lo que uno está haciendo se obtienen los frutos. El amor y la pasión que tengo por la pintura son infinitos».
Como sus profesores Roda y Botero, Margarita Lozano es una gran dibujante. Sin embargo, como lo ha dicho muchas veces, la artista ama el color que obviamente es el rasgo más sobresaliente de la pintura.
Lo correcto será decir entonces, analizando sus cuadros, que estos logran un excelente equilibrio entre dibujo -hecho de líneas y pequeñas manchas que no se observan realmente en la naturaleza- y pintura llevada a cabo con muchos colores, a veces colores intensos.
La última exposición de Margarita Lozano tuvo lugar en la galería del Club el Nogal de Bogotá en el primer semestre de 2010. En ella se mostraron unas pocas obras fechadas entre 1957 y 1986, y diez y seis de 2000 en adelante hasta el año de la exhibición.
Sorprende que de ellas haya seis de 2009, en el mismo año en que pintara el óleo ‘Un grito de dolor. Homenaje a Enrique’, su esposo, muerto pocos años atrás, luego de una larga enfermedad.
Aunque la artista no detuvo su trabajo y por el contrario expuso cuadros de paisajes, primero en 2007 en París -Galerie Etienne de Causans- y luego en 2008 en Palm Beach -Wally Findlay Gallery-, su producción ha seguido siendo serena, pero no deja de acusar un eco -ciertamente indefinible, al fin y al cabo como escribiera hermosamente Luis Cernuda: «No es el amor quien muere, somos nosotros mismos». O «No solicito ya ese favor celeste, tu presencia; como incesante filo contra el pecho, como el recuerdo, como el llanto, como la vida misma vas conmigo»- una repercusión que se manifestó con una gran sentimiento de desolación en ‘Un grito de dolor’.
Esta exposición ha sido concebida no solo para destacar algunos de los mejores cuadros de Margarita Lozano desde el comienzo de su carrera, sino para llamar la atención sobre su actual productividad. A partir de 2000 se incluyen treinta y cuatro cuadros y de ellos quince son de 2011.
El profesor estadounidense Edward Sullivan, de la Universidad de Nueva York, buen conocedor de la obra de la artista, tiene razón al afirmar que «…Margarita Lozano tiene un auténtico talento para hacer emerger en sus cuadros las profundidades de la naturaleza y la intensidad de los dramas inherentes a la existencia natural…» Los lugares que la artista evoca siempre aparecen profusamente definidos, y sentimos que podríamos adentrarnos físicamente en ellos en cualquier momento».
Por eso, de sus paisajes se puede decir que son sitios de la Sabana de Bogotá, de clima medio en las cercanías de su vivienda y taller vecinos a Cajicá y de clima caliente, especialmente en la Costa Atlántica.
Si sus paisajes son colombianos, de los varios «Países» de nuestra patria, como escribió el poeta William Ospina en una reciente antología de poetas colombianos citando a Joachim Du Bellay, escritor del renacimiento francés, quien en un hermoso poema representó así el amor por su patria: «Me place más la morada que construyeron mis abuelos que el frente audaz de los palacios romanos, más que el duro mármol me place la delgada pizarra, más mi Loira de las Galias que el Tíber Latino, más mi pequeño Liré que el monte Palatino, y más que el aire marino la dulzura de Anjou».
Margarita Lozano, como ya se ha dicho, ha practicado varios temas, aparte de los paisajes, entre los que hay que mencionar sus interiores, sus flores y sus naturalezas muertas.
Con una amplia y excelente cultura artística, la pintora ha visto muchos cuadros a lo largo de su vida y no hay duda de que tiene un rico tesoro en su mente. Ama el arte francés de fines del siglo XIX y de la primera parte de la centuria pasada.
Resulta útil recordar aquí que la artista nació en París y a esta ciudad ha vuelto, hasta hoy, en numerosas ocasiones. Francia es su segunda patria y estoy convencido de que está de acuerdo con Du Bellay. No es insólito entonces que dentro de sus pintores preferidos tenga a Pierre Bonnard (1867-1947), Edouard Vuillard (1868-1940) y Henri Matisse (1869-1954).
No creo exagerado emplear el siguiente comentario de George Heard Hamilton refiriéndose a Bonnard y Vuillard para calificar la producción de Margarita Lozano: «…sus obras trasmiten las sensaciones más delicadas, cuidadosamente consideradas y realizadas con un tacto exquisito».
Estas cualidades se distinguen en cuadros incluidos en su exhibición en la Universidad de los Andes: ‘Interior con niña y perro’, pastel de 1977; ‘Interior con mesa y espejo’, lápiz de 1981; ‘Florero de cartuchos’, óleo de 2009; ‘Florero tropical’, óleo de 2010; ‘Florero de lirios, fondo azul’, óleo de 2011; ‘Bodegón con jarra frutas y cuchillo, fondo azul’, óleo de 1964; ‘Bodegón con reloj negro, mantel naranja y espejo’, óleo de 1984 y ‘Canasta de huevos’, óleo de 2010.
Referencia aparte hay que realizar de sus retratos y sus figuras varias -sus modelos de estudio de 1956 y 1957, entre otras-. En los primeros se descubre otro aspecto de la personalidad artística de Margarita Lozano.
Si ya se destacó su cultura visual y su refinamiento creativo, ahora hay que realzar su manera de ser sencilla y llana, y su sincero amor por los niños, sean estos sus vecinos del campo o sus familiares infantiles más cercanos.
Dos trabajos excelentes y que producen especial simpatía son el pastel de 1986 de ‘Juanita Amador’ y el pastel de 2004 titulado ‘Réquiem por un ángel’.
Siendo el tema mucho menos trajinado que el retrato de adultos, estas obras de la artista son muy originales. Aunque ‘Juanita Amador’ vestida de rojo intenso posa como una reinita entronizada en una poltrona de mimbre rodeada de girasoles, no tiene nada que ver con las infantas de Velázquez del siglo XVII o con las niñas elegantes de Sargent o Sorolla de fines del siglo XIX.
Quizá tiene algo de las niñas pintadas por la mexicana María Izquierdo, pero la verdad es que el retrato de Margarita Lozano es único. Al rememorar a una modelo muy pequeña -Elisa Cuy- que tuvo hace muchos años, la artista escribió en una autobiografía reciente: «…El mundo que yo pinto es mi propio y solitario mundo.
Elisa Cuy… cambió totalmente la expresión de mi pintura. Aquella deliciosa criatura, de rasgos indígenas, produjo mi mayor inspiración entre los niños». ‘Réquiem por un ángel’ es otro cuadro muy especial. Una niña reposa con los ojos cerrados rodeada de muchas flores y cuatro cirios. El fondo de la habitación es azul y las baldosas del piso naranjas. Aunque su traje es negro, el trabajo elude el duelo y resulta particularmente atractivo por el colorido. Se relaciona con la concepción de la muerte que predomina en la cultura mexicana.
Como afirma Víctor Fosado en el libro ‘Imagen de México’, «La muerte carece del sentido solemne, poderoso o macabro que se tiene de ella en otros países; es parte de la vida cotidiana ya que nacemos con ella. Existe en la convivencia que genera el trato familiar y festivo.
Le sirve al mexicano como un entretenimiento al que se ha acostumbrado y por lo tanto juega con ella, no es el final de la existencia sino parte fundamental de la vida.
Al observar cuidadosamente y sin prejuicio alguno el conjunto de la exposición de Margarita Lozano resulta fácil detectar su franco y hermoso sentido poético.
Se trata de una obra hecha con amor intenso por la pintura y por su principal elemento: el color. Una producción realizada con particular sensibilidad, enriquecida por su experiencia con la estética de los grandes europeos intimistas.
Un trabajo que con sencillez innata, manifiesta su cariño por los niños, por la vida, por la naturaleza y, además, como es ineludible su profundo y sereno respeto por los avatares de la existencia humana.
COLOMBIA
JUNIO 2021