Endriagos y superstición en la música folclórica del Caribe Colombiano
Entre las leyendas que narran el enfrentamientos entre el Diablo retador con músicos del folklor de la región Caribe colombiano, la más conocida es la de Francisco El Hombre. En Latinoamérica este tipo de leyendas son conocidas en países como República Dominicana, Cuba, Haití, Venezuela Diago (2011).
El cristianismo aportó a la combinación cultural-religiosa dada en la Colonia seres sobrenaturales como ángeles, santos y espíritus demoníacos, que se involucraron activamente en la humana naturaleza o para enderezarla o torcerla o para conceder premios o castigos Carrillo (2001). Entre esos seres sobrenaturales estaba el Diablo al que convirtieron en uno de los personajes principales del universo supersticioso colonial. El discurso inquisitorial fue impregnado de demonios y con él, la puesta en marcha de una maquinaria de intolerancia y delación. La demonización en especial del africano y de sus prácticas fue la justificación creada por la iglesia para emprender una nueva cruzada: la evangelización de los negros Maya (1998). Antes lo habían hecho con los indios: los españoles, agüereros, supersticiosos y creyentes, hicieron de los dioses de los aborígenes la representación de satanás.

El Demonio fue presentado por los españoles en las fuentes inquisoriales como macho cabrío, cabròn, eje de la ceremonia diabólica Maya (2005). Mientras que los negros africanos muestran una imagen diferente del endriago: se trataba más bien de un varón de carne y hueso, claramente de origen africano Maya (2005).
La figura del Satanás retador, en la región Caribe, no ha sido la española, ni la negra africana, ni mucho menos la indígena; se trata de un endriago dotado con las mismas características de un hombre. A comienzos de siglo XIX la imagen del Diablo cambió, se alejó de la representación de un ser que causaba terror y pasó a ser una figura del mal que cada persona lleva dentro de sí mismo Guerreron, Hurtado (2012). A eso se debe que en las leyendas las figuras de Diablo retadores no tengan ningún rasgo terrorífico ni extraño Bajtin (1999)
El que enfrentó a Francisco El Hombre en el camino a Galán, era la misma persona a quien le había prestado su acordeón en Riohacha. El que retó, en España, a San Martín era un aldeano. En esta leyenda la disputa no es musical, se dio en el escenario rupestre y en torno a un sembrado de maíz Caro (1966)
Es la misma figura de Diablo con los que se enfrenaron los tamborileros de los grupos de Pajarito de Barranca Vieja, Bolívar y Cerro de San Antonio, Magdalena, el “Mono” Jaramillo y Casimiro Cañate. El de “El Mono” era un hombre de tez blanca, apuesto, montaba un caballo color cenizo y llevaba en su espalda un tambor. Era de noche, y se encontraron en la loma de “El Pajarito” entre El Guamo; Bolívar y Barranca Vieja; el jinete lo invitó a tocar tambor. Ya en competencia Jaramillo, que también llevaba un tambor, aventajaba al retador, que casi vencido despojó al instrumento del cuero y lo reemplazó con un pañuelo que sonaba sin que lo tocaran. Fue cuando Jaramillo se dio cuenta de que competía con satanás y principió a rezar en voz alta el credo hasta que el endriago desapareció dejando una estela de humo con olor a azufre Rojano (2017). Mientras que el de Casimiro era un hombre alto que usaba un sombrero alón que le llamó la atención una noche oscura que se dirigía a su casa; lo retó a tocar tambor para definir quién era el mejor. Rojano (2017.)
El enfrentamiento de El Mono Jaramillo y el Diablo tiene semejanzas con la leyenda venezolana que tiene como actor a Florentino, un hombre fiestero y de vida despreocupada, cuyo talento era la trova llanera y el Diablo. Este relato esta insertado en la literatura escrita a través del poema narrativo de Alberto Arvelo Torrealba, titulado Florentino y el Diablo. Al leer se puede presenciar el contrapunteo entre los dos personajes y, asimismo, se revela la increíble destreza con la que cuenta Florentino; siendo tal que ni siquiera el Diablo puede igualársele. Mincultura (2014)
Otra historia es la del acordeonero Francisco “Pacho” Rada; se la relató a Rito Llerena Villalobos (S.F). Dice que fue una noche yendo para su finca, montado en un caballo, cuando escuchó el sonido de un acordeón y vio venir a una persona que creía era su amigo Juan Tapias. Pero al escuchar las notas del acordeón descartó que lo fuera, aprovecho que el acordeonero dejó de tocar el acordeón y principió a sonar la suya. Entonces se sentó en una piedra a esperarlo. Lo esperó hasta las claras del día que fue cuando el acordeonero dejó de tocar y no apareció. A diferencia de los otros encuentros, en esta oportunidad el ser sobrenatural que ejecutaba el instrumento armónico de viento, no fue identificado.
Francisco “Pacho Rada”
El tamborilero oriundo de Altos del Rosario, Bolívar, Emitilio Vásquez, al que apodaban “El Campeón” ambicionó ser un Diablo, pero tocando currulao. Poderes sobrenaturales que decía no haber alcanzado debido a que, al morir su padre, la mujer con la que convivía, que no era su madre, no le entregó la sortija de plata, la medalla de la Virgen del Carmen y la pañoleta que usaba cuando tocaba currulao Rojano (2013). Su padre, Natalio Vásquez, tamborilero de la tradicional tambora alteña, deposito su fe supersticiosa en estos amuletos Creía que en estos objetos se encontraba el poder y la capacidad para tocar el instrumento de percusión. Las supersticiones son creencias de tipo mágico o animista, que reflejan una fuerza emocional Ocampo (1989).
Emitilio Vásquez Cajares.
Emitilio da testimonio de su fe supersticiosa al reconocer que los amuletos fueron los que le dieron fuerza a su padre para enfrentarse y vencer a otro tamborilero en San Martin de Loba. Dice que su progenitor en esa oportunidad despojó al tambor del cuero reemplazándolo con un pañuelo, cuando el otro tocaba el instrumento musical con los codos. Rojano (2013). Este descendiente de esclavos ubicados en las tierras de Loba, heredó de los primeros la pasión por el universo de representaciones iconográficas católicas. Pasión que se manifestaba en la seguridad que tenía que de haber heredado la medalla de la Virgen no hubiera sido El Campeón, sino un diablo tocando el currulao.
El Campeón, era la forma como le gustaba a Emitilio que lo llamaran. Al preguntarle el por qué de ese nombre, señaló: -Porque no han podido conmigo- – Es que soy superior aquí y en cualquier parte; por eso no he perdido en ningún festival-. Y sin indagarle las razones de sus triunfos dice que el secreto está en no permitir que nadie ponga sus manos en su tambor. Cuando le pregunto por qué lo evita, me responde que eran cosas que estaban en su “nacencia”, en su “naturaleza”.
Bibliografía:
Bajtin, Majail, La cultura popular en la edad media y en el renacimiento Madrid, 1999.
Caro Baroja, Julio, Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, XXV, 1969, pp. 3-29 Un pueblo de encrucijada.
Carrillo, Ángel, R, Una visión de la espiritualidad caribeña. En: El Caribe: centro de gravedad de lo increíble. Revista Tadeo, Cartagena 2001.
Diago Julio, Lázaro, Francisco El Hombre: Leyenda y Realidad. Bogotá 2011.
Guerreròn, Verónica Yomar, Hurtado Troya, Gabriela Fernanda, Estudio simbólico e iconográfico de los imaginarios y representaciones del Diablo en las culturas mestizas y andinas, en la ciudad de Quito, durante la época prehistórica y la Colonia. Quito, noviembre 2012.
Llerena Villalobos, Rito, Memoria cultural en el Vallenato. (S.F) (S.D)
Maya Restrepo, Luz Adriana, Brujería y reconstrucción: étnica de los esclavos del Nuevo Reino de Granada, Siglo XVII. En Geografía humana de Colombia. Los afrocolombianos. Tomo VI. Bogotá 1998.
Maya Restrepo, Luz Adriana, Brujería y reconstrucción de identidades entre los Africanos y sus descendientes esclavos del Nuevo Reino de Granada, Siglo XVII. Bogotá 2005
Ministerio de Cultura, Francisco El Hombre, Juglar y Leyenda. www.mincultura.gov.co
Ocampo López, Javier, Supersticiones y agüeros colombianos. Bogotá 1989
Rojano Osorio, Álvaro, La Música del Bajo Magdalena, Subregión río. Barranquilla 2017.
Rojano Osorio, Álvaro, La Tambora Viva, Música de la Depresión Momposina. Barranquilla 2013.
Autor: ALVARO ROJANO OSORIO. Abogado, investigador cultural e histórico.
Autor de los libros: Municipio de Pedraza, Aproximaciones históricas. 2002.
La Tambora Viva, Música de la depresión Momposina. 2013.La música del Bajo Magdalena, Subregión río. 2017. Ensayos han sido publicados en los diarios El Heraldo y La Libertad de Barranquilla. El Informador y Hoy Diario del Magdalena de Santa Marta. El Universal de Cartagena. Además, en las revistas virtuales: Revista Contestarte y Correo Cultural.
Colombia , 2017