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In Eventos, Presencia Conarte

«Ritos y juegos de velorio en los pueblos del Río Magdalena», por Alvaro Rojano Osorio

9 abril, 2017

«Ritos y juegos de velorio en los  pueblos del Río Magdalena», por Alvaro Rojano Osorio Pin It

«Ritos y juegos de velorio en los  pueblos del Río Magdalena»

 

La literatura existente sobre ceremonias y juegos de velorio en la costa Caribe  parece limitarse a San Basilio de Palenque, quizá debido a todo lo que encierra esta comunidad desde el  ámbito cultural. En el contexto nacional Javier Ocampo López habla de este tema en su texto “Supersticiones y Agüeros colombianos” (2005); mencionan lugares del interior del país donde ha hecho presencia este tipo de ritos. En el texto “La Tambora Viva, Música de la Depresión Musical” (2013) de mi autoría, hago un aporte al tema aunque buscando demostrar que algunas coplas de los juegos de velorio fueron reelaboradas para ser cantadas en distintos ritmos de la música folclórica costeña.

 

Los ritos y juegos de velorio han formado parte de la cultura de algunos  pueblos existentes en las orlas del río Magdalena. Lugares en los que han predominado la voz y las palmas como artilugios para  cantar los versos ideados para este tipo de ceremonia. La excepción a la regla estaba en  Barranca Vieja, Bolívar, donde se utilizaba el tambor alegre y las palmadas para cantar  coplas propias de los juegos de velorio de adultos.

 

El río Magdalena ha sido uno de los medios ideales para la diseminación de ceremonias de velorio; de ahí que no resulte sorprendente que juegos con características parecidas se encuentren presente en la cultura ritual de pueblos que aunque ubicados en las orlas del río, pertenecen a distintas y distantes subregiones.

La impronta negra africana y su cosmovisión también ha sido vehículo que ha permitido la expansión de estos ritos. Huella que se hizo visible en  el Brazo de Loba a partir de la incorporación de negros esclavos como fuerza productiva al sistema de producción en minas de oro y en el hato de Loba. Mientras que en los pueblos del río la presencia de negros se produjo con la llegada de libertos de Cartagena y palenqueros a comunidades que estaban en formación y cuando ya habían germinado. Uno de esos pueblos es Barranca Vieja, algunas de las familias asentadas en este lugar, en especial originaras de Palenque, atravesaron el río  y la ciénaga de “Cotoré”, de occidente a oriente,  y ayudaron a poblar a Bahiahonda, Magdalena.

Uno de los juegos común a pueblos de las dos subregiones es el conocido como “La Culebrita” o “María Macho o Vivaracha”, “El Cascabel”, “El Cachumbe” que aunque difieren en los versos que cantan al momento de ser puesto en escena el juego, presenta similitud en la parte lúdica. Sin embargo, las coplas vocalizadas en San Martín de Loba, Bolívar, cuyo juego de velorio era “María Vivaracha”,  y Bahiahonda, Magdalena, donde era “La Culebrita” o “María Macho”; coinciden en algunas estrofas de los versos y en la marcada influencia negra africana de los mismos.  Influencia que es característica en la copla cantada en Barranca Vieja, Bolívar, a la que se le conoce como “María Garabito tamboré”.

En los cantos de María –Macho o Garavito- otro personaje, además del nombre mencionado, es el tambor, al que se menciona como: Tamboré y Tamborelí.  En San Martín de Loba,  dice una estrofa del canto: “Y muchachos tamborelí contigo, Le brazo (…)” Rojano (2013) (pág. 126). En Bahiahonda: “Ña María Macho/ Tamboré /Busca tu macho/ Para Joré…” Rojano (2002) (Pág. 37). Mientras que en Barranca Vieja: “María Garavito, tamboré” (bis).

María Macho es el nombre de una mujer a la que al mencionarla le anteponen la palabra “Ña”,  manera de determinar a quien carece de prestigio social. Su otra denominación – Macho-   debe ser una forma de describir sus facciones físicas. En Bahiahonda aparece otro personaje: “Mano e Mango”. “Mano” es un determinativo utilizado en los pueblos del Caribe colombiano para identificar a una persona como amigo. “Se va Mano e Mango/ Pá gurupiera/ Pá gurupiar” esta frase tiene un contenido humorístico parecido al utilizado en el romancero español. Pero, quizá muestra el empleo de palabras de origen palenquero como: “Guaripía. m. pal. Dulce de Plátano”. Cásseres (2010) (pág.68) que en el uso fuera del contexto palenquero pudo ser modificada.

La similitud de este juego de velorio  de angelitos con “El Cachumbé”  jugado en Altos del Rosario y  Hatillo de Loba, se da en la parte lúdica en la que participan adultos de ambos sexos tomados de las manos y formando una hilera. Quien  encabeza la cadena, que recibe el nombre de “La Culebra” lleva en sus manos un trozo de madera encendido con el que intenta quemar a quienes los anteceden mientras giran en torno al cadáver del menor. Los participantes en fila mientras recorren la casa o el patio se contonean como una culebra. De la lúdica de María Garavito, en Barranca Vieja, dice la participante en el juego, Juliana Torres, que el que encabezaba la hilera de jugadores portaba un trozo de madera encendido  persiguiendo a los presentes en el velatorio.

–Corríamos con un tizón en la mano y cantando: “María Garavito, tamboré” (bis). Íbamos por el patio, la sala, nos metíamos en los cuartos y hasta debajo de la mesa donde estaba el  angelito velándose. Al que conseguíamos debajo de la mesa, lo quemábamos.”

Los rituales en los velorios de los angelitos, con los que se buscaba hacer feliz al menor, no solo tienen alojo en­­­­­­­­ pueblos con presencia negra, también han estado presente en poblaciones habitadas por mestizos como Pedraza y San Luis, en el Magdalena y Barranca Nueva, Bolívar. En la primera población se acostumbra a colocarles palitos entre los parpados a los menores  de siete años fallecidos. Los visten con ropa de color blanco y  tras cruzarle las manos en el vientre le ponen flores  de coral entre los dedos y una de cualquier especie en la boca. Con esta ritualidad procuran que vistan con ropa de color que usan los ángeles  y vayan con los ojos abiertos al reino de Dios. Las flores simbolizan que el muerto está libre de pecado. En San Luis,  las flores son reemplazadas por pañuelos.

Otro juego de velorio es “La Pava Echá”, que ha trascendido del escenario de los velatorios de angelito para transformarse en una canción sonada –después de ser reelaborada- en festivales folklóricos en ritmos de tambora y son de negro. El acordeonero y compositor vallenato Emiliano Zuleta Baquero la recordaba  como “una canción ya vieja  cuando nací.”  Fiorillo (2009) (s. p). En Palenque también  era cantada tal y como lo registra el investigador Aquiles Escalante (1999). En este juego los personajes principales son la pava y el pavo que hace circunloquios en torno al féretro del menor.

El canto en esta daza ritual podía se colectivo o individual. “Yo tenía mi pava echá/ Zumba que Zumba/ Zumba la pava…”, coplas que revelan la huella española convalidando, en este caso, lo dicho por Javier Ocampo López (2005), “Esta costumbre es típicamente española y transculturada a los diversos pueblos de Hispanoamérica” (pág. 175). Es válido destacar que pese a la cercanía geográfica y cultural entre San Martin de Loba, Altos del Rosario y  Hatillo de Loba, la identidad del primero, en el caso de los juegos de velorio, se da con pueblos distantes en lo geográfico.

Martina Camargo, la voz de la tambora:

Otros eran los rituales de velorio empleados para sepultar a los adultos, con los que se buscaba asegurar el descanso eterno del fallecido.  En el Brazo de Loba, en poblaciones como Altos del Rosario, San Antonio, Barranco de Loba, San Martín de Loba y Hatillo de Loba se acostumbró a sepultar a los adultos con cantos y lúdica. El nombre otorgado al ritual es el de “Mecha o Garavito” que iniciaba después de la introducción del cajón en la sepultura hecha en el suelo. Una vez lanzaban la primera capa de tierra sobre el ataúd  dos personas se introducían en la excavación para expandirla danzando suave hacia adelante y hacía atrás. Después de que los sepultureros  lanzaban la cuarta capa de tierra sobre el ataúd  los danzantes se ponían de frente tomándose de las manos, de las que se soltaban un poco, para danzar y esparcir  la tierra con los pies sobre el catafalco. Al hacerlo llevaban un compás al que llamaban “Ñeque” y simultaneo a la danza  principiaban a cantar “Mecha o Garavito”. Los presentes en el sepelio acompañaban a los danzantes golpeando con los pies, de forma acompasada, el suelo y cantaban el estribillo “Garavito”:

 

“Te cayó el candado/Garavito/ De aquí no te salí/ Garavito/ Ya te vamos a enterrar/ Garavito…” Rojano (2013), (Pág. 132)

En la subregión río encontramos que en Barranca Viejas los negros también enterraban a sus muertos con juegos de velorios. Los participantes en la lúdica danzaban en torno al féretro cantando versos donde destacaban los logros del fallecido, echándole, además,  comida y ron. Sonaban además las palmas y el tambor conocido como llamador.

“Y como el camino es largo (bis)/ llévate esta botellita/ que las cangeras (ángeles) del cielo/ te lleven en tus alitas.”

Este tipo de rituales tiene similitud con los que hacían los Malebues de la Villa de Tenerife. Dice Bartolomé Briones de Pedraza en una descripción sobre esta Villa redactado a instancias del Gobernador de Santa Marta, Lope de Orozco,  que los indios principales eran sepultados en un hoyo donde le introducían “muchas múcuras de chicha y ollas de mayz, dicen que es para que su anyma beba…”  Tovar, H. (1994). (pág. 334)

En Bahiahonda en el velorio de adultos aprovechan la muerte de un ser humano para enviarles mensajes a los deudos ya idos al más allá. Mientras el cadáver iba de su lugar de velación hacia el cementerio y antes de ser sepultados, los interesados en mandar recados le trasladaban la información al fallecido. Otro ritual de velorio con asiento en Pedraza y otros lugares de la ribera del Magdalena,  es el de introducir las prendas de vestir y de lujo en el féretro del fallecido. Según De Surgy, citado por Luz Adriana Maya Restrepo (2005) las ofrendas son “realizadas para facilitar la inserción del alma del muerto en el más allá y tienen como función tranquilizar a los vivos tanto como a sus buenas conciencias contribuyendo así a calmar su pena” (pág. 322)

Pedraza

La manera de sepultar a adultos también forma parte del ritual. En Pedraza se exige que sea sepultado con la cabeza hacia el poniente. El no hacerlo ha sido asociado con el fallecimiento de otras personas como sucedió en 1936, cuando fueron varias los decesos achacados al desconocimiento de esta regla supersticiosa.

Los ritos funerarios como estrategias simbólicas que regulan las relaciones entre las personas y su cultura y promuevan la cohesión grupal y son a la vez una respuesta a los interrogantes que se plantean los seres humanos respecto a temas de la muerte. Triana (s. f). (s. p). En Bálsamo, Magdalena, en el área de influencia de la ciénaga de Zapayán, el cortejo fúnebre va encabezado por una persona que porta una lámpara encendida con la que iluminan el camino del fallecido.

Ricardo Arias Ortiz

El poeta Ricardo Arias Ortiz, oriundo de Barranca Vieja,  recuerda que tras la muerte de la habitante de esa localidad, Marquesa,  que era oriunda de San Basilio de  Palenque, un grupo de pobladores de este último lugar llegaron al velorio. Recuerda, además, que la mujer más anciana entre los visitantes tomó una lámpara de gas –querosene- conocida como “Mechón” y principio a buscar a la fallecida en las esquinas de la casa y cada vez que los hacia decía: ¡Marquesa no está aquí¡

Después de buscarla en las esquinas de la vivienda se acercó hasta el ataúd y alumbrándolo con la lámpara señaló: ¡Marquesa no está aquí¡ ¡Marquesa se fue para el cielo en el lomo de Elegua¡.

Cásseres Estrada Solmery, (2010) Diccionario afropalenque-español. Español- afropalenque. Cartagena.

Escalante Aquiles, (1999) El Palenque de San Basilio. Barranquilla

Fiorillo Heriberto, (2009) La mejor vida que tuve. Barranquilla

Maya Restrepo Luz Adriana, (2005) Brujería y reconstrucción de identidades entre los AFRICANOS y sus descendientes en la Nueva Granada SIGLO XVII. Bogotá. (pág. 322)

Rojano Osorio Álvaro,  (2013) La tambora viva, música de la depresión momposina. Barranquilla.

Rojano Osorio Álvaro, (2002) Municipio de Pedraza, Aproximaciones histórica. Barranquilla-

Tovar, H. (1994).  Relación y Visita a los Andes (Siglo XVI). Tomo: II Región Caribe. Bogotá

Triana Gloria, (S. f) Reflexiones sobre el lumbalú como ritual de memoria e identidad.

Con Manuela Torres la cantadora del canal del Dique y del bajo Magdalena

 

AUTOR. ALVARO ROJANO OSORIO. Abogado, investigador cultural e histórico. Ha publicado dos libros: Municipio de Pedraza, Aproximaciones histórica. Barranquilla, en 2002 y La tambora viva, música de la depresión momposina. Barranquilla, en 2013. Sus escritos han sido publicados en los principales diarios de la costa caribe, El Heraldo y La Libertad de Barranquilla. Hoy Diario del Magdalena y El Informador de Santa Marta. El Universal de Cartagena  

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