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In Literatura

Los cuadernos de Kostas Psarakis

16 mayo, 2016

  • 150205_1710389082549_1232712_nKostas Psarakis nació en 1957 en el pueblo de Járakas, a los pies de Asterusia (en el sur de Creta, a 38 kilómetros de Iraklio), donde vive y trabaja como profesor de matemáticas en el pequeño instituto provincial de Asimi. Ha escrito los libros inéditos Formas del tiempo (Morfés tu jronu, 2006), Los cuadernos de V. K. (Ta tetradia tu B. K., 2010) y El capitán Perdikis y los sentimientos de muerte (O Kapetán Perdikis ke ta syneszímata zanatu, 2012). Algunos de sus poemas se han publicado en antologías como Núcleo poético (Piitikós Pyrinas, http://ppirinas.blogspot.com.es/, una antología de la editorial Endymión, 2012), y en revistas en la red. Estos poemas pertenecen a su libro Formas del tiempo. Mantiene un blog: http://psarakis-k.blogspot.com.es/.

     

    Traducción y nota bio-bibliográfica: Mario Domínguez Parra

    didos los dos en los vórtices del tiempo

    y de la preterición

tú, viejo amigo

Llegó y me halló mientras miraba el mar

enloquecido

bebía cafés batidos uno tras otro y fumaba

(como hacíamos entonces)

y me decía lo que a los dieciocho decíamos

sobre las mujeres y la muerte.

En lo profundo de sus ojos uno de mis yos

me miraba también olvidado e ignoto

como mi viejo amigo

perdidos los dos en los vórtices del tiempo

y de la preterición

Toda la noche habló y habló, fumó, bebió cafés batidos

vinieron y lo recogieron al día siguiente…

perdidos los dos en los vórtices del tiempo

y de la preterición

betesda

ya hace cuarenta años

que veo al Ángel

descender del cielo

para agitar las aguas.

Estos últimos años

todos partieron

los viejos se curaron

los jóvenes perdieron la fe

el lugar fue olvidado

me quedé sólo yo.

Yo y el Ángel.

Ya no tiene prisa por irse

está sentado al borde del aljibe

agita por mucho tiempo las aguas

ya nadie tiene prisa

estamos solos

yo paralítico en cama

y él con alas

de águila.

Sus ojos

tienen estrellas dentro

su corazón es el de un niño de ocho años

está hecho

de fuego y amor

un niño me dijo

su nombre

es dice

el León de Dios

en el Sol

Llegó el invierno

hace frío por las noches.

Antes de volar

con precisión

hacia mis pensamientos pecaminosos

que por desgracia

ni siquiera aquí van a abandonarme

me arregla la ropa de cama

y abre las alas

hacia el cielo

Nada me salva

excepto la paciencia.

perdidos los dos en los vórtices del tiempo

y de la preterición

crónica

Como poetas corremos peligro en los precipicios.

La montaña que normalmente se eleva desde el norte a mil metros

se precipita de golpe en el mar del sur.

Muchos kilómetros escarpados precipicios…

Enormes rocas pétreos arcontes

con la mar cual esclava a sus pies.

Por entre los frisos soplan los vientos eternos

que nos entorpecen confundiendo nuestras cuerdas

Hallamos los antiguos senderos

en mitad del caos

aquí donde aprendieron a no tener miedo

los montañeses.

Encuentro señales de hombres valerosos

que se distinguieron

en estos difíciles parajes, refugios de águilas

que no ensucian sus garras en la tierra.

Hallamos los refugios de los razonamientos

que ya no pueden vivir

con los hombres.

Cuando la luna sale

nos detenemos en las orillas del tiempo.

Mientras nuestro corazón aguante.

No nos quedamos mucho en las fabulosas playas de la memoria

que están hechas

de luz de luna y olvido.

Allí donde se escuchan

las olas del tiempo

en la noche y el silencio.

Este sonido es la canción de la noche.

Las palabras secretas de los vientos en lugares desiertos.

Ésta es la flor de la luna que es a la vez el mañana y el ayer.

Ésta es la canción de la noche.

Las palabras secretas de la belleza insoportable.

Partimos. Nuestro corazón no aguanta.

Tenemos prisa.

Amanece un día laborable.

perdidos los dos en los vórtices del tiempo

y de la preterición

mientras agonizo

… sumerjo mi mano izquierda en la roca.

Está hecha de tiempo antiguo y fuego.

La muerte es una brizna de seca hierba áurea

en sus riberas.

Algunas voces vuelan despacio de un lado del desfiladero al otro.

Mis tres hijos lloran y me siento tranquilo

la mesa, la casa, las montañas… ¡todo!

todo está hecho de tiempo

como las olas de agua

como las nubes de niebla

No todo

¡Yo soy como un árbol!

ramas ramitas

dibujos bifurcaciones

de algo que no es tiempo

soy algo en el tiempo

frágil como el azúcar

que cristalizó

en una antigua bebida dulce.

Llegaron los fallecidos

para ayudar

es difícil estar muerto.

Estoy lento y perplejo

arrastro

trozos de mi vida

una gran roca

en medio del precipicio meridional

los juncos del patio

mediodías estivales

y un trozo de mar

una pequeña iglesia secreta en el desván

la sangre que se derramó una Primavera.

Todos partieron vivos y fallecidos.

El viento sopla

escucho ladrar a los perros a lo lejos

indignados por la soledad

asciende la noche desde los desfiladeros…

Sólo quedó la luna

para agujerear taciturna

el tiempo sobre la roca

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Rafael Ayala

Sus poemas han aparecido en revistas literarias tanto nacionales como extranjeras

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