EL PAPA FRANCISCO: EL MÁXIMO PRELADO DE LA HUMILDAD
“La mundanidad espiritual es ponerse a sí mismo en el centro”.
Henry De Lubac sj. (Francia, 1896-1991)
Desde mis días en el Colegio Gonzaga, a mediados de la década de los 70, oí hablar a los curas de un provincial argentino que era noticia por sus muestras de austeridad, su desapego al lujo y a los protocolos jerárquicos. Ese jesuita admirado por los miembros de la Compañía de Jesús en Maracaibo era Jorge Mario Bergoglio Sívori, un sacerdote porteño de padres italianos, nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio San José de Flores, cerca de la avenida Rivadavia, lugar adornado por su emblemática Plaza Flores, evocada en tangos:
“Nací en ese barrio
crecí en sus venas
un día alcé vuelo
soñando triunfar”.
(Tango “San José de Flores” grabado por Alberto Morán).
En su antiquísima iglesia de San José, Jorge Mario solía asistir con su familia, y entre sus naves, muros y contrafuertes: se hizo un fervoroso devoto de Cristo. Su padre había nacido en el Piamonte, en el norte italiano, fue un ferroviario de nombre Mario José Bergoglio. Su madre Regina María Sívori, era una ama de casa argentina de padres genoveses. Ellos conformaron una familia de cinco hijos, de clase media, con una gran unidad, con grandes valores humanos y espirituales.
Jorge Mario fue un niño inquieto e inteligente, apasionado por el fútbol, un precoz hincha del equipo San Lorenzo, del que se hizo fanático oficial con el carnet número 88.235, divisa fundada por un sacerdote salesiano llamado Lorenzo Bartolomé Martín Massa en 1908.
Al joven Bergoglio le gustaba cantar tangos, bailarlos. También le apasionaban la lectura y el trabajo, pero sobro todo, lo estimulaba la acción, el hacer. Llegó a trabajar en la limpieza de una floristería y como portero de un café-bar. Lo educaron los salesianos con rigor y férrea disciplina, luego se hizo técnico en química. Tuvo una novia, una adolescente llamada Amalia, ella cuenta a la televisión argentina, cómo celebró su elección como Papa: “Lo vi en la televisión y lo aplaudí de pie. Y dije: eso es Jorge! Vos sos amor desvalido, sos palabra de fe y de vida”.
A los 20 años Jorge Mario enfrentó su primera gran prueba de vida, una infección severa en un pulmón, que le costó que le extirparan un tercio del mismo, aguantó dolores terribles, malestares febriles que no acababan y lo dejaban consumido. Logró superar ese trance difícil, y con 21 años recién cumplidos, decidió ser sacerdote. La decisión la tomó después de una confesión, poco antes de salir de excursión con sus amigos más cercanos, allí en ese confesionario sintió el llamado de Dios y despertó su vocación. La excursión nunca la hizo. Ingresó a la vanguardista Compañía de Jesús, la orden religiosa católica fundada en 1539 por San Ignacio de Loyola; el noviciado lo hizo en Chile.
Jorge Mario Bergoglio, un hombre jovial y austero, con un don para servir a los demás mientras sonríe, fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, desde entonces realizó una larga carrera dentro de la orden de los jesuitas, llegando a ser su Provincial en 1973. Le tocó el difícil período de la dictadura del General Jorge Videla, manteniéndose en su cargo hasta 1979. A pesar de mostrarse tolerante con la Teología de la Liberación, y de coincidir con algunos de sus postulados, mantuvo la consigna: “No politizar la pastoral” y eso redundó en la cohesión de la Compañía de Jesús en las tierras de San Martín.
En 1986 viajó a Alemania para doctorarse en teología, ese período de estudios le permitió dominar la lengua teutona, pero además, afianzó sus conocimientos en latín, italiano, inglés y francés; es un auténtico políglota. Regresó a la Argentina dispuesto a trabajar por los demás, y el 28 de febrero de 1998 fue nombrado obispo auxiliar de la Diócesis de Buenos Aires, con más de tres millones de habitantes. Una vez en el cargo, se negó a vivir en el palacio cardenalicio, y siguió su vida en un apartamento pequeño, muy sencillo. Se trasladaba en el subte (el metro) y en colectivos, esos momentos los aprovechaba para charlar con la gente y escuchar sus vivencias. Solía alardear de sus dotes como cocinero, ya que se preparaba su comida cada día.
En el consistorio del 21 de febrero de 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró Cardenal primado de la Argentina, tenía entonces 64 años de edad y una considerable experiencia como pastor en una nación compleja, vasta, donde conviven una gran colonia de hebreos, protestantes, musulmanes y agnósticos.
Bergoglio siempre demostró una gran valoración por la literatura, ha sido un lector asiduo de Jorge Luis Borges y Fiódor Dostoyevski, autores a los que cita de memoria. De igual manera, ha sido un gran seguidor de la música universal, de los compositores clásicos; la escuchaba con pasión.
Para Jorge, la mesura y la humildad no es una pose, ni responde a doctrinas políticas, es su estilo de vida en consonancia con las prédicas de Jesús de Nazareth. Así ha sido en todas las etapas de su vida, en todos los cargos que ha ostentado. Se le conoce como un hombre moderado, que privilegia el diálogo. Cuando fue arzobispo de Buenos Aires, surgió una anécdota de su gestión pastoral que se hizo viral, se convirtió en una leyenda en las calles. Realizaba su entrevista a los empleados del palacio arzobispal, y cuentan que al llegar el turno a un trabajador experimentado, este se identificó y le dijo: “su excelencia soy su chofer”, Bergoglio respondió: “te buscaré otra ocupación hijo, porque yo viajo en el subte”.
El 13 de marzo de 2013, cuando los relojes en Roma marcaban las 7:06 minutos de la noche, se divisó en el cielo de la ciudad eterna, la fumata blanca indicando que ya teníamos un nuevo Papa. Se hizo llamar Francisco, en honor a Francisco de Asís, el santo más humilde, otro gran soldado de Cristo que dio un auténtico testimonio de austeridad. De esta manera, Bergoglio se convirtió en:
- El primer Papa jesuita
- El primer Papa nacido en América
- El primer Papa en la portada de la revista de los Rolling Stones.
- El Papa número 266 en la historia de la iglesia católica, no europeo, lo que no sucedía desde hacía 1.300 años.
En su papado en apenas algunos años, ha despertado la fe de los 1.200 millones de católicos en el planeta, él ha sido un líder que ha insuflado entusiasmo a una religión diseminada por todos los confines del mundo. En la actualidad esa iglesia está deshonrada y vejada por los escandalosos casos de pederastia:
“¿Qué cómo lo estoy viviendo? Con gran dolor, con grandísimo dolor. Pero la verdad es la verdad y no se puede esconder”. (Sus declaraciones sobre los presuntos casos de pederastia en Granada).
Además, esos casos fueron tratados con mucha ligereza, con absoluta levedad, por parte del Papa que renunció, Benedicto XVI, de nombre secular Joseph Ratzinger.
El Papa Francisco tiene una cercanía con los prelados de la iglesia ortodoxa, con los rabinos; ha logrado encuentros que generan entusiasmo, tolerancia y aceptación entre las diversas feligresías. Se ha mostrado contrario al matrimonio homosexual, y ha presentado disculpas a las víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos. Sobre su negativa al matrimonio entre personas del mismo sexo, ha dicho: “Todo niño tiene derecho a tener un padre y una madre”. Ha condenado los bochornosos casos de pedofilia en la iglesia católica de Boston, México, Chile y España.
También ha brindado su solidaridad a los refugiados de las guerras que llegan a las costas mediterráneas de puro milagro, lo que algunos analistas han llamado: “el nuevo holocausto”. Su visita a la isla de Lesbos encendió las sirenas de los que con su silencio, dejan a la deriva a los refugiados menesterosos, gente que sale huyendo con sus hijos de las balas y las hambrunas. Allí anunció que se encargaría personalmente de la atención a una decena de refugiados en el Vaticano.
Sus visitas a Cuba, México, Israel, los EEUU, Paraguay, Ecuador y Brasil, han dado nuevo oxígeno a la anquilosada jerarquía católica, han acercado a los jóvenes a la fe, han encendido el entusiasmo en la grey creyente.
El santo padre Francisco ha publicado 12 libros con sus reflexiones, la mayoría son producto de sus ejercicios ignacianos, sus retiros espirituales, y de su gran sabiduría como teólogo. De sus páginas salen frases contundentes, como estas:
- “Cuando olvidamos a los que sufren, estamos sembrando semillas de violencia”.
- “La iglesia debe estar en acción, no pasiva. Debe ir a las fronteras, donde están los marginados, y no esperar que ellos vayan a los templos”.
- “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra”.
En algunas entrevistas ha hablado de las actitudes idólatras que hoy en día mucha gente mantiene, que no es más que el consumismo exacerbado, el narcisismo desenfrenado. Eso conforma un nuevo paganismo, donde se privilegian los gastos superfluos, lujos, gastos en mascotas y cosméticos de toda índole. En contraposición a los millones de seres que no pueden cubrir su necesidades básicas de alimento, ni de vivienda y educación.
Este Papa latinoamericano está propiciando el despertar de una nueva era de la solidaridad, un nuevo sentimiento de liberalidad, no solo en los jóvenes católicos, sino en individuos seculares, en millones de personas que se conmueven con su testimonio de caridad. Es un hombre que motiva la solidaridad allende fronteras del catolicismo. En Argentina lo proclamaron “El Papa de las villas” (entendiéndose villas como las barriadas más precarias).
Siendo el provincial de los jesuitas en su país, Bergoglio entendió la fugacidad del poder, al vivir el período de Perón y Evita con los oleajes humanos que movieron y las esperanzas que despertaron, y que quedaron enterradas con la súbita muerte de Eva Duarte y el derrocamiento de Juan Domingo Perón. Lo que perdura son las acciones de vida a la luz de las enseñanzas de Jesús Cristo. Su fidedigno ejemplo de sencillez y estilo sobrio. Así lo demostró cuando visitó los Estados Unidos y llegó a la cita con el presidente Barak Obama en un diminuto Fiat 500L de 23.000,00 dólares su valor. Mientras que el presidente norteamericano lo veía alejarse en su coche modesto, él se iba en su limusina llamada “La bestia negra”, un Cadillac blindado, un bunker rodante con aspecto de automóvil, de un costo astronómico no revelado, calculado en 1.500.000,00 dólares.
El único episodio oscuro en la casi cinematográfica vida del Papa Francisco, es su cuestionada participación en el secuestro y tortura de dos jesuitas en 1976, fue durante la dictadura militar. Los padres Orlando Yorio sj y Franz Jalics sj, quienes estuvieron cinco meses retenidos en condiciones infrahumanas, cuando Bergoglio era el Provincial de la Compañía de Jesús, y supuestamente, este los había denunciado ante la junta militar. Esa página de sospechas, dudas y señalamientos, quedó cerrada cuando en 2013 el Papa Francisco recibió al húngaro Franz Jalics sj, y este dijo ante los medios del mundo: “El entonces padre Jorge María Bergoglio, Provincial de la Compañía de Jesús en Buenos Aires, no fue el responsable de la acusación ante la Junta Militar que nos secuestró al padre Yorio y a mí. De hecho, considero que el asunto está cerrado”.
Con un pulmón y medio, con casi ocho décadas de vida, residenciado no en el palacio de Vaticano sino en una estancia modesta y con su agenda de visitas atiborrada, Jorge Mario Bergoglio, el ahora Papa Francisco, sigue demostrando el amor por sus hermanos. Por ellos sigue en su apostolado de enseñanza de fe por el mundo. Hacía mucho tiempo que no teníamos a un líder espiritual tan preclaro, tan diáfano a los ojos de sus seguidores, y tan lleno de amor por la humanidad.
León Magno Montiel
@leonmagnom
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