El domingo 6 de marzo inaugura la exposición
INEXORABLE, DE FELIPE HERRERA, EN EL ATENEO DE CARACAS

El Ateneo de Caracas se complace en presentar desde este 6 de marzo, la exposición “INEXORABLE¨ de Felipe Herrera, dedicada a la memoria de Eugenio Montejo, de Alirio Palacios, de Pedro León Zapata, de Juan Carlos Palenzuela, de Alirio Palacios y de Luisa Richter, quienes gozaban de gran aprecio por parte de Herrera.
La exposición reúne 18 piezas elaboradas algunas recientemente y otras en el pasado, pertenecientes a coleccionistas privados, a través de las cuales el observador podrá apreciar la evolución del artista y los “saltos cualitativos” que ha sufrido su obra. Su trabajo ha sido mostrado en varias oportunidades en el exterior, pero tendrá un hito fundamental, la gran exhibición que prepara para principios del próximo año en Madrid, en los espacios de la Galería Odalys.

Herrera crea una iconografía propia con ciertas alteraciones que lo acompañarán durante toda su trayectoria artística: la figura humana, los caballos que en la mayoría de los casos están representados mostrando sus venas, músculos o tendones, el tablero de ajedrez y algunas de sus piezas, cartas de diferentes tipos asociadas a las ciencias adivinatorias, algunos elementos arquitectónicos conformados de paisajes interiores y la presencia del ojo que asumiendo diversas posiciones en el cuadro, dirige su mirada al observador.

Su obra se podría definirse como un “Realismo Simbólico” impregnado de lo fantástico y lo mágico. Se trata de una sorprendente construcción intrincada y plural que se aleja del espacio bidimensional y sugiere el espacio tridimensional con sus ensamblajes y volúmenes escultóricos que se prolongan del dibujo.
Felipe Herrera, uno de nuestros artistas notorios de la década de los 80 del siglo pasado, refleja a través de su obra, una peculiar forma de ver el mundo, al contar con el invaluable trasfondo de una vida rica en experiencias personales, profesionales y políticas, particularmente en Barquisimeto, su ciudad de adopción, de estudios y de enseñanza, viajes, afectos.
La invitación es para asistir a disfrutar de esta exposición que se inaugurará el 6 de marzo a las 11 a.m. en los espacios del Ateneo de Caracas, Quinta La Colina, Avenida La Salle, Colina de los Caobos. La entrada es libre. Hay estacionamiento y vigilancia.
INEXORABLE
En el tuétano de la obra de Felipe Herrera está la poesía. El artista abreva, se nutre de lo que lee, principalmente Prévert, Cortázar, Montejo. Las imágenes literarias pasan por el tamiz de su sensibilidad y resurgen transformadas al lenguaje plástico a través de los elementos que han dominado desde hace muchos años sus dibujos primero y sus piezas tridimensionales después. Herrera se deleita explorando, como una criatura que vuelve una y otra vez a sus juguetes y los relaciona de manera diferente para contar nuevas historias. Si antes elaboraba –aún lo hace cuando siente la necesidad- sus dibujos con plumilla y minuciosidad de filigrana, reflejando cada músculo y tendón, cada arteria y cada vena, como en una obsesivo deseo de indagar el cuerpo debajo de la piel, hace tiempo sintió la necesidad de expandirse, de abordar la tridimensionalidad, y mediante sus objetos, cajas, jaulas, sillas, mesas, escaleras, murales, crea un mundo de pocos y sobrios colores, en el que a través de elementos que se reiteran –el corazón, el órgano propiamente dicho, no el que dibujan los enamorados, el reloj, la manzana entera (antes del pecado) o mordida, el ojo que observa y es visto, la mano que hace, sujeta o señala, el pie que anda o sube o pisa, el huevo que gesta la vida, la plomada que alerta de cualquier desviación, la rosa, colocados cual piezas en los nítidos cuadrados blancos y negros de un tablero de ajedrez – reflexiona, como lo hace la literatura que lo alimenta, sobre los temas eternos del Hombre: la vida, la muerte, el amor, la belleza, el tiempo, el sueño, lo efímero y lo eterno. Herrera se recrea redescubriendo nuevas relaciones y significados, proponiendo aspectos de un universo mágico y surreal en el que el tiempo parece haberse detenido.
La obra de Felipe Herrera, uno de los artistas clave de aquel boom del dibujo en Venezuela en la década de los 80 del siglo pasado, refleja la peculiar forma de ver y sentir el mundo que tiene cada artista –un privilegiado que cuando es artista de verdad como lo es él, jamás pierde ese sentido lúdico de lo que hace- y cuenta con el invaluable trasfondo de una vida rica en experiencias personales, profesionales y hasta políticas particularmente en Barquisimeto, su ciudad de adopción, de estudios y de enseñanza, viajes, afectos –menciona con amor a María, su entrañable compañera por 25 años, siempre en su pensamiento aunque fallecida ya hace 4- el mucho arte visto y asimilado, el asombro y la admiración por artistas como Anselm Kiefer y Francis Bacon, las conversaciones con un maestro como Alirio Palacios… vivencias que han dejado una huella fecunda en el espíritu de este artista en plena madurez como es Felipe Herrera.
La muestra que se presentará a partir de este domingo 6 de marzo en la sede del Ateneo de Caracas (Colinas de Los Caobos) se titula “Inexorable” –como calificaba Eugenio Montejo al tiempo- y está dedicada a la memoria del mismo Montejo –su gran amigo por muchos años- de Alirio Palacios y también de Pedro León Zapata y Juan Carlos Palenzuela, cada uno en su ámbito creadores de su gran aprecio, todos fallecidos en los últimos años. Será una exposición antológica que reunirá 18 piezas elaboradas recientemente y algunas de coleccionistas, a través de las cuales el observador podrá apreciar la evolución –los “saltos cualitativos” dice el artista- que ha tenido la obra de Herrera, obra que ya ha sido vista en bastantes oportunidades en el exterior, pero que tendrá un hito fundamental con la gran exhibición que prepara para principios del próximo año en Madrid, en los amplios espacios de la galería Odalys, en la capital española.
Mara Comerlati
Sobre el artista