La obra de Graciela Sacco es poética y universal, habla de tránsitos, migraciones, exilios y conflictos sociales; en otras palabras, de las batallas cotidianas que libran los hombres del común por encontrar su lugar en el mundo. Sacco, heredera de los movimientos conceptualistas del arte argentino, ha hecho de la luz y la sombra su materia prima, al desarrollar diversas técnicas de impresión fotosensible que le permiten grabar imágenes en soportes inusitados, desde muros y maderas hasta cometas y chucharas.
Su obra se fundamenta en profundas investigaciones teóricas y prácticas, especialmente sobre los movimientos artísticos conceptualistas y las producciones de arte múltiple de su país, de donde “hereda” dos preocupaciones predominantes: el interés por vincular el arte y la vida, y una continua reflexión sobre el lugar del arte frente a la sociedad contemporánea.
En sus instalaciones, Graciela Sacco utiliza imágenes que extrae de los medios de comunicación: protestas, gritos y hombres en pie de lucha, que no toma como eventos aislados, sino como arquetipos universales. En este sentido no se trata de imágenes documentales, sino de acciones simbólicas que junto a la luz, el tiempo y el espacio -los otros elementos clave de su obra-, se tornan en experimentos ópticos que conmemoran, desde el arte, el sufrimiento de su tiempo.
“Elegir este espacio implica, de algún modo, redefinir su trabajo desde el sitio y, viceversa, señalar el sitio con la obra de Sacco. Esta exposición ‘antológica/sitio específico’ —quizás un nuevo formato curatorial— emerge de una selección de obras llevada a cabo para esta muestra y, a su vez, del rediseño de unas y la emergencia de otras que sorprenderán al público por primera vez”, explica Diana B. Wechsler.