La paz fue protagonista de la Feria Internacional del libro de Bogotá 2015
Durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el presidente Juan Manuel Santos ratificó su compromiso con la paz de Colombia.
En la ceremonia de inauguración de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, estuvieron presentes el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, el Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, la escritora Piedad Bonett, el presidente de Corferias, Andrés López Valderrama, el director de la Cámara Colombiana del Libro, Enrique González, el escritor y vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez, y la directora de la Cámara de Comercio de Bogotá, Mónica de Greiff.
En el evento, el Presidente Juan Manuel Santos explicó que el mayor homenaje que se puede hacer a nuestro Nobel Gabriel García Márquez es “volver a sus obras, leerlas, disfrutarlas, y seguir sumergiéndonos en ese universo que parece inagotable”.
Por eso inauguró el Pabellón de Macondo, país invitado de honor a la Filbo, creado por el Ministerio de Cultura, la Cámara Colombiana del Libro y la Secretaría de Cultura de Bogotá en homenaje a García Márquez. “De alguna manera hoy me corresponde obrar como presidente “encargado” de una nación, un territorio, una comarca, que se parece mucho a Colombia, al Caribe y a toda América Latina, y a nuestros sueños más desmesurados: Macondo”.
También resaltó el esfuerzo del Gobierno, a través de los Ministerios de Cultura y de Educación con el Plan Nacional de Lectura y Escritura ‘Leer es mi Cuento, para hacer de la promoción de la lectura una prioridad. “Nuestro propósito es duplicar el índice de lectura en el país, facilitando el acceso a los libros y fomentando su uso, incluyendo la lectura por padres o cuidadores desde los años de la primera infancia. Un buen lector es una persona con capacidad de discernimiento, abierto a las ideas de las diversas culturas o procedencias. No se trata de que todos pensemos igual: se trata de aprender a argumentar y a expresar las diferencias con respeto y solidez”, explicó.
A su vez, recordó que el Ministerio de Cultura ha adquirido y producido más de 10 millones de libros y que hoy existen dotaciones actualizadas en las más de 1.400 bibliotecas públicas y también en las casas de los colombianos con menos recursos económicos, en los hogares del Bienestar Familiar y en los centros de atención a la primera infancia.
Santos también resaltó en su discurso que la paz no es sólo un acto simbólico. “La paz implica cambiar nuestros comportamientos, volver a trazar una línea de civilidad que desde hace décadas se torció. La paz exige paciencia, detenimiento y convencimiento”, dijo.
“Por eso, por respeto a este gran hombre al que le rendimos homenaje hoy, a ese Gabo capaz de volver metáfora la soledad, o de imaginarse un Macondo donde depositar sus más grandes miedos, volvamos a sus palabras, pensemos en los vivos que no quieren morir más que de viejos. Porque a ese mundo posible es al que tenemos que apuntarle como país. A un mundo donde nadie calle a nadie, y todos nos escuchemos”, agregó.
“Si el costo de buscar la paz lo pago con mi capital político, con mi popularidad, estoy más que dispuesto a pagarlo. Pueden seguirme por todo el país, pueden venir a sabotear cada acto al que asisto, pero quiero que sepan que no me detendré en la búsqueda de la paz para Colombia”, añadió el primer mandatario.
Santos contó que la semana pasada Karen Castañeda una niña se Saravena, Arauca, de 11 años, lo visitó en la Casa de Nariño y le dijo que tenía una idea para conseguir la paz: “Quitarnos la venda del odio que no nos deja ver con amor al prójimo”.
Por eso, antes de inaugurar Feria del Libro felizmente macondiana, dijo a los asistentes: “Quitémonos la venda del odio para poder ver el mundo de amor que nos rodea, para poder leer las historias asombrosas que habitan en los libros, para poder aprender a ser mejores, para tratarnos con respeto y tolerancia… ¡Cuánta falta hace Gabo para que nos siga creando la vida! Doce meses después de su partida, lo recordamos con emoción y cariño. Hoy completamos –sin él– nuestro primer año de soledad”.