Saludos desde mi esquina, aunque había renunciado a escribir sobre técnica fotográfica, los pedidos de algunos lectores me obligan a hacerlo, hoy voy a tratar un punto que sobre todo a los jóvenes llama la atención, la fotografía nocturna, eso de sacarle pixeles a la noche para compartir esa otra visión que podemos obtener por el objetivo de nuestras cámaras.
Lo primero es definir qué parte de la noche nos agradaría fotografiar, si lo nuestro es la ciudad de noche pues toca tener un buen trípode ya que si no tienen un equipo de más de dos mil dólares difícilmente se puede trabajar con ISO alto sin que el “ruido” digital nos moleste, a pesar claro de que los nuevos aparatos fotográficos nos permiten trabajar hasta con ISO 3200, lo recomendable es no pasar de los 1600 ISO y en muchos casos las velocidades de obturación no son muy altas en las noches, si a eso le sumamos el uso de aberturas mínimas entonces tendremos unas velocidades tan lentas que todas las imágenes nos saldrán movidas, a menos claro que esa sea parte de nuestra intención. Otro asunto importante es el balance de blancos pues de no usarlo correctamente difícil será que nos dé una imagen realmente apegada a lo que vemos, aunque también es verdad que con el Ps se pueden acomodar muchas cosas, lo mejor es no abusar y tener la exposición correcta desde el principio, también toca olvidarse un poco del uso del flash ya que su presencia siempre hace menos discreta la toma y elimina el elemento sorpresa, esa sensación visual de ser un voyeur de la nocturnidad.
En los espectáculos públicos o privados, de esos que pululan en las noches de cualquier ciudad o pueblo del mundo, también aplican los consejos de arriba, con la diferencia de que allí no podemos tener trípodes ni ningún otro soporte, allí solo vale cámara en mano, entonces tenemos que olvidarnos un poco de la profundidad de campo y abusar de las posibilidades, manejar la cámara en modo manual, conectar la medición puntual y trabajar siempre en el borde de la sub exposición y la sobre exposición , cazando luces y sombras entre el aparente desorden de cualquier espectáculo.
Si son obras de teatro o conciertos el asunto de la iluminación lo resuelven otros, seguimos en modo manual, con un ISO alto, también olvidaremos lo de la profundidad de campo pues las luces de los espectáculos jamás estarán equilibradas para la fotografía, sin embargo siempre serán más potentes que los focos domésticos. En esos casos la observación es crucial, saber que un diafragma de menos o de más no hará daño a la imagen, además de otorgarle un matiz de cierto dramatismo a la imagen más bien ayuda. Allí lo que toca es afinar la mirada para hacer nuestra medida de luz a un punto medio, algo que se mantenga más o menos en ese borde de la sub exposición y la sobre exposición, de ese modo usarlo como punto de partida para nuestra labor, les aseguro que así no tendrán ningún problema y verán que al final, con el ejercicio constante lograran organizar sus portafolios con cierta comodidad.
Ahora bien, puedes seguir todos estos consejos básicos, pero antes que todo debes leer el manual de tú equipo, hacer todas las pruebas posibles y combinaciones, probar bien tu máquina, recuerda que no todas las cámaras son iguales, cada maca tienen sus características específicas, cada óptica tendrá un resultado diferente y cada sensor es tan sensible como lo decide la marca, por tanto cada equipo manejará valores diferentes según su configuración, marca y hasta año de fabricación, por tanto toca primero saber en profundidad la cámara que usamos, después podremos sacarle el máximo provecho y quien quita hasta premios si nos lo proponemos, el asunto de los premios no es gran cosa, muchos de ellos solo son producto del trabajo de largo tiempo y el entrenamiento de la mirada además claro de la investigación. Digo que no es la gran cosa pues si escogen este oficio bien como trabajo o como hobby, el ejercicio de la mirada, la experimentación bien sustentada y la investigación así sea mirando el trabajo de los maestros debe ser el pan de cada día, tanto que se hará costumbre y por ende no sentiremos la presión de nada.
José Ramón Briceño, 2013
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