Cruzados travestidos, bufones y envenenados: el disenso creativo en la música académica occidental
(siglos XVII – XIX)
Como parte de Contexto Público 2015-di-sentir
Sábado 28 de marzo| 10:00 a.m.
Para público general
Por Carlos Guillermo Páramo Bonilla, antrópologo e investigador.
BLAA, Sala de Audiovisuales
Un genuino motor del desarrollo de la música académica europea, al menos hasta el siglo pasado, fue la polémica: a veces amable, a veces amarga, casi siempre inevitable. Como quiera que hayan sido, en torno a tales disputas es posible no sólo examinar algunos hitos significativos en la génesis y la consolidación de géneros tan importantes como la ópera, sino —tanto o más interesante— identificar que en las mismas subyacían otros debates teóricos igualmente fértiles: sobre el papel del lenguaje en la cultura, por ejemplo, o sobre el lugar y los atributos simbólicos del genio musical. En esta charla se presentan y examinan algunos ejemplos en ambas claves.
ENTRADA GRATUITA, CUPO LIMITADO CON PREVIA INSCRIPCIÓN
Calle 11 # 4 – 14, La Candelaria / Sala de ConciertosTeléfonos: (571) 343 12 24, fax: (571) 3812908
Bogotá D.C. – Colombia
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El disenso es connatural al hecho de hacer música. A veces ocurre en forma de contrapunteo agonístico y, en otras, de académico contrapunto. En ambos casos, sin duda se está creando en medio del argumento. Pero también en la música entendida como hecho social, la polémica entre músicos resulta siendo un genuino motor de desarrollo para cualquier forma o género. Vale mencionar al vuelo, algunos ejemplos de la tradición académica europea que ilustran uno u otro aspecto.
La idea de polémica halla su raigambre en el griego polemos (πόλεμος), que no es otra cosa que guerra. Claudio Monteverdi supo jugar genialmente con esta connotación, en su octavo libro de madrigales, de 1638. En tal publicación, no sólo le dio prevalencia a textos “guerreros y amorosos”, que mostraban cuánto había de los unos en los otros y viceversa, sino que con una de las dos piezas centrales del libro, El combate de Tancredo y Clorinda, aprovechó para librar una batalla postrera contra el compositor y teórico Giovanni Maria Artusi, fallecido 25 años atrás, con quien había sostenido hacia 1605 una agria disputa respecto a si el habla debía estar subordinado a la música (postura de Artusi), o al contrario, si el habla determinaba el flujo de la música. Monteverdi demostró esto último con el madrigal de marras, sobre la justa mortal entre un hombre y una mujer que se amaban en secreto mientras se hacían la guerra, y donde ésta, disfrazada de caballero, sucumbía ante los mandobles de aquel.
En 1638 Monteverdi cargaba ya sobre la grupa de un nuevo y trascendental género que él mismo había ayudado a crear, que era el de la ópera: ésta nacida igualmente en medio de otras discusiones sobre la relación entre magia y canto. Pero ahí no terminaría la historia: poco más de un siglo después, ambas polémicas (sobre canto y magia, y sobre habla y música) se reeditarían compaginadas en Francia, a la luz de otro altercado que vino a conocerse como “la querella de los bufones”. En esta de debatiría apasionadamente sobre si había lenguas más musicales que otras, si unas eran dulces o por el contrario brutales; entre los gladiadores retóricos se encontraban Rousseau y Diderot. Enciclopedismo, carácter nacional y antropología dieciochesca convergían en esta reyerta, revelando, sin poder evitarlo, significativas contradicciones en la Ilustración.
Hoy las diferencias entre Monteverdi y Artusi o las que se ventilaron durante la “querella de los bufones” nos parecen sensiblemente menores, formal y teóricamente, pero ambos episodios son instructivos sobre el papel de la polémica en la transformación de la música. Y aun así, todavía hay otras formas igualmente significativas de interpretar el disenso en la música. A veces no se trata tanto de disputas teóricas, como de animadversiones personales, históricas o bien legendarias. La célebre antipatía de Antonio Salieri por Mozart (probablemente más el producto de Pushkin, Peter Shaffer y Miloš Forman que de alguna base factual sólida) ha servido para pensar en todos sus contornos el problema de la genialidad y su contracara, la mediocridad, pues lo cierto es que para su época Salieri fue un músico mucho más eficaz y eficiente que el mercurial Amadeus, aunque paradójicamente al primero sólo lo recordemos en nuestros días gracias a la historia que le une al segundo y que le muestra envidiándolo y envenenándolo. Otras peleas, como aquellas entre wagnerianos y brahmsianos, incidieron en determinar dos lecturas sobre la relación entre la música, la historia y el mito, ambas de enorme incidencia durante buena parte del siglo pasado y también en el nuestro, para no ir más lejos en nuestras ideas sobre la relación entre música y moral, y en nuestra vocación por la nostalgia. A la luz de estas y otras guerras musicales, no sólo es posible dar cuenta de una parte importante de la historia de la música a secas, sino de la sociedad occidental en su conjunto.
Artículo escrito por: Carlos Guillermo Páramo Bonilla
En la imagen del artículo aparecen, a la izquierda: Antonio Salieri( 1750-1825) a la derecha, Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)