Desde hace algún tiempo usted lleva adelante un proyecto pictórico centrado en grandes figuras de la literatura hispanoamericana. ¿Qué le ha llevado a retratar a iconos de las letras: personalidades como García Márquez, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges o Vargas Llosa, entre otros? ¿Qué le ha impulsado a abordar tal proyecto? ¿Por qué precisamente escritores, ya treinta? ¿De dónde nace ese interés por el mundo de la literatura?
Para empezar, permítame una pequeña corrección o puntualización. En realidad he retratado también a grandes escritores en lengua inglesa: Ernest Hemingway, Raymond Carver, Bram Stoker, Edgar Allan Poe… Lo cierto es que no me impongo barreras lingüísticas o de nacionalidad: creo que la literatura, como la pintura, a pesar de las trabas circunstanciales que ciertas lenguas originales suponen, es siempre, en el fondo, universal. ¿Acaso no estamos hablando de un patrimonio de la humanidad? Pero ciertamente no se puede negar que el gran grueso de ese proyecto lo constituyen retratos de escritores españoles o hispanoamericanos. En el fondo es normal que a menudo nos resulten más cercanos o familiares.
Respecto a los orígenes, si ahora echo la vista atrás y lo pienso bien, me parece providencial y premonitorio el retrato que pinté en 2003 de Vicente Blasco Ibáñez. Se puede decir que, desde la perspectiva actual, éste es, de alguna forma, el precursor del proyecto que hoy ocupa buena parte de mi tiempo. Yo entonces aún no lo sabía, pero ese retrato había de colocar una piedra fundacional esencial, aunque el edificio definitivo se erigiese años más tarde. Es muy curioso porque el retrato de Blasco Ibáñez, que pasó a formar parte de los fondos del Museo Vicente Blasco Ibáñez de Valencia, es una de las imágenes más difundidas del escritor por Internet. Tanto llegó a identificarse con él que en el año 2009 la Editorial Akal decidió usarlo como portada para su antología de cuentos del autor. Desde luego fue un orgullo. Hay que tener en cuenta que Blasco Ibáñez es, además de una figura literaria de primer orden, muy respetado y amado por los valencianos.
El retrato me fascina porque me permite, y de hecho me exige, analizar en profundidad al sujeto. Uno de los géneros que más he practicado a lo largo de mi vida ha sido el autorretrato. Creo que en el retrato hay, necesariamente, una búsqueda profunda de la naturaleza humana. Un intento de comprender al otro (en el retrato) o a uno mismo (en el autorretrato). Por eso siempre me ha llamado mucho la atención comprobar que hay autores que jamás se han hecho un autorretrato. Ni uno sólo a lo largo de toda su vida… Como si no quisiesen saber… Por ejemplo, ¿qué percepción tendríamos de la pintura de Van Gogh si nunca hubiesen existido sus autorretratos? ¿O de la de Rembrandt si él también hubiese decidido no retratarse? Yo creo que debería ser casi un ritual obligatorio: una suerte de prueba de fuego. Si el retratista no intenta comprender y capturar la esencia del ser humano, entonces ¿qué busca exactamente? Yo me he despojado tantas veces de tantas cosas para encontrar mi camino… Y cada vez que lo he hecho, he llegado a mí mismo: a la esencia. Eso es realmente el autorretrato.
¿Pero sabe usted lo que sucede si intento ir al meollo de la cuestión, si intento analizarme sinceramente y a fondo? Creo que todo se resume en una frase muy sencilla: “me fascinan las personas con talento”. Y creo que intento emplear mi propio talento, el mucho o poco que tenga, para aferrar o inmortalizar ese talento de los otros. Como salvarlo de la destrucción o el olvido con los que amenaza siempre el paso del tiempo, incluso a los más grandes, a las mentes más preclaras. En el fondo es ése el motivo por el que pinto a escritores: porque los admiro y no quiero que su recuerdo desaparezca. Aunque ya sé de sobra que son sus propias y maravillosas palabras las que los avalan, yo necesito sentir que he hecho algo por ellos. Como si les devolviese un poco de lo mucho que ellos nos han dado. Admiro la capacidad de desenvolverse con el lenguaje de los escritores. De hacer que, mediante ese lenguaje, lo complicado se vuelva sencillo y lo oscuro, claro. Los admiro porque mi forma de expresión principal quizá no sea la palabra.
El pensamiento humano es tan precioso… Hay que retratar el pensamiento.
Pero hay más personas de talento. Entonces, ¿por qué precisamente escritores? Y ¿por qué determinados escritores y no otros?
Bueno, supongo que yo admiro su capacidad de reflejar el mundo en el que viven y, al tiempo, de intentar cambiarlo. Creo que en el fondo los pintores, todos los artistas en general, buscamos básicamente los mismos fines. Aunque nuestros medios sean diversos, nuestros caminos a menudo confluyen. Unos utilizan la pluma y otros empleamos los pinceles.
Si soy sincero siempre me ha inquietado bastante que, de un determinado momento de la historia de la literatura en adelante, por lo general, la pintura, o la pintura de verdadero nivel, no se haya preocupado demasiado por retratar a los grandes escritores. Lo que se encuentra de ellos suele ser más bien caricatura, ilustración… No sé, eso me creaba una zozobra difícil de explicar. Y si en efecto existen esos cuadros y no se han difundido lo suficiente, me resulta igualmente incomprensible.
Respecto a la elección de los autores retratados, evidentemente hay una admiración de origen. Porque sí no, ese trabajo no tendría sentido. En cada caso esa admiración es diversa y debida a un factor o varios, que pueden tener que ver sencillamente con su producción literaria o también con sus propias vidas. No obstante es cierto no podemos perder de vista el hecho de que yo soy un pintor y, por tanto, las expresiones de algunos de ellos, el carácter que les imprimen ciertos rasgos faciales (o quizá al revés: el carácter que revelan o hacen intuir ciertos rasgos faciales) a veces han resultado determinantes en esa elección. De todas formas ambas cosas suelen ir parejas; al margen de los modelos y cánones de belleza, normalmente un gran hombre, un hombre de ingenio y talento, suele tener un rostro con personalidad. Luego detalles como la iluminación el atuendo o la pose, por supuesto, hacen el resto.
Y respecto a por qué no otros… Bueno, usted déme tiempo: por el momento hay una treintena, pero seguro que son muchos más los escritores de talento que merecen ser inmortalizados.
¿De modo que usted no cree que haya un abismo entre ambas disciplinas, entre pintura y literatura?
No me parece. Pero si existiese, sobre él se tienden puentes. Los unos nos inspiramos en los otros, o nuestras obras influyen en los especialistas de la otra disciplina. Algunos escritores me inspiran y yo los pinto. Pero también hay escritores, como usted sabe bien, que se inspiran a la hora de escribir en determinadas obras de arte, ya sean pinturas, esculturas o composiciones musicales.
Es cierto. Y luego está también la metaliteratura, es decir la literatura que toma inspiración de sí misma o reflexiona sobre sí misma.
Exacto. Y eso también lo hace la pintura. ¿Quién sabe si existe el término “metapintura” entendido en ese mismo sentido…? En cualquier caso tiene usted cientos de ejemplos. Como Goya con Velázquez en su conocido retrato de la Familia Real. O el genial Sargent en el cuadro “Las hijas de Edward Darley Boit”, que de nuevo encierra un guiño a Velázquez y sus Meninas. Sólo por citar algunos. En el fondo es normal: sólo analizando a los grandes que nos han nacido y trabajado antes que nosotros logramos formarnos del todo. Aunque después tomemos nuestra propia vía y vayamos dando forma a nuestro estilo. O a nuestras personales señas de identidad, prefiero llamarlo. En realidad tiendo a desconfiar del término estilo.
¿Podría usted explicar por qué?
Verá, sostengo que a menudo el estilo se convierte en una justificación de las carencias de un pintor. Y supongo que esto también ocurrirá entre los escritores. Eso, en el peor de los casos. En el mejor de los supuestos, cuando en efecto el pintor tiene formación, profesión y talento, el estilo puede suponer un corsé que acaba convirtiéndose, a veces contra su propia voluntad, en una prisión de la que ya es imposible escapar.
¿Por qué dice usted “contra su propia voluntad”?
A veces el pintor se ve obligado a mantener el estilo en el que se le ha encasillado porque es eso lo que el público y el eventual comprador espera de él. Una vez que se entra en esa dinámica, ya no hay marcha atrás. Como esos actores relegados a determinados papeles. El arte, actualmente, se encuentra demasiado sometido a las reglas y exigencias del mercado. No me diga que siendo usted escritora no se había dado cuenta.
A cerca de Alejandro Cabeza
(Barcelona, Cataluña, España, 1971) comenzó a recibir lecciones de dibujo y pintura a los doce años. Se licenció en 1993 en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos de la Universidad Politécnica de Valencia. Obtuvo sus primeros premios de pintura con apenas diecisiete años. Ha participado en diversos certámenes locales, nacionales e internacionales de pintura, y ha sido ganador y accésit, así como finalista, en varios de ellos. Entre sus más importantes galardones: los conseguidos en el Premio “Alex Alemany” del Ayuntamiento de Valencia (1994 y 1995), el del Centro Cultural de los Ejércitos de Valencia (1995) y el obtenido en el Primer Certamen Bienal de Pintura y Escultura “DIMENS ARTS” de Valencia (2003). Su primera exposición individual tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Valencia (1993), del que fue socio durante más de diez años. Ha realizado una veintena de exposiciones colectivas e individuales desde 1988. Entre ellas cabe destacar las varias individuales realizadas en el Círculo de Bellas artes de Valencia, su exposición individual en el Centro Cultural de los Ejércitos (Antiguo Gobierno Militar) de Valencia (1997) y en el Museo Vicente Blasco Ibáñez de Valencia (2004). O sus exposiciones colectivas en el Ateneo Marítimo de Valencia (1990), en el Museo de la Ciudad de Valencia (1994) y en el Palau de la música de Valencia (2005). Algunos de sus cuadros están expuestos permanentemente en edificios oficiales o forman parte de los fondos de diversas instituciones, organismo y centros públicos, como el Círculo de Bellas Artes de Valencia, el Gobierno Militar de Valencia, la Excelentísima Diputación Provincial de Valencia (retrato de D. Fernando Giner, Presidente de la Diputación de Valencia), el Excelentísimo Ayuntamiento de Barcelona, el Excelentísimo Ayuntamiento de Valencia o el Ilustre Colegio de Notarios de Valencia (retrato de D. Joaquín Borrell), entre otros. Uno de sus cuadros forma parte de la Colección Museo de la Ciudad de Valencia, y otros dos están en el Museo Vicente Blasco Ibáñez (uno, su famoso retrato del reputado escritor). Otras obras suyas han sido adquiridas en el extranjero y han pasado a formar parte de colecciones privadas de España, distintos países de Europa, Suramérica y Norteamérica. Algunos de sus cuadros han sido escogidos como portada para diversas publicaciones. Cabe destacar al respecto la antología de cuentos de Vicente Blasco Ibáñez publicada por la editorial Akal en 2009 y La pugna ortográfica: ¿Lengua valenciana, lengua catalana o lengua occitana? (Carles Recio, Confluencia Valencia, 1999). Diversos artículos sobre su obra pictórica han sido publicados en periódicos regionales y diarios locales. El crítico de arte Francisco Agramunt lo incluyó en su Diccionario de Artistas Valencianos del siglo XX (Albatros, 1999) y en su obra Artistas Valencianos del Siglo XX (Diputación de Valencia, 2000). Lorenzo Berenguer lo incluyó también en Artistas Valencianos Contemporáneos, tomo II (Archival, 1997) y en Artistas que dejan huella (Archival, 2000). En 2001 la Diputación de Valencia publicó su libro Luz Valenciana, en el que se recogían cien paisajes de los pintados hasta aquel momento. Recientemente ha realizado una serie de retratos centrados en algunos personajes de la familia real española. Entre sus proyectos aún en desarrollo, una amplia colección de retratos de personajes del mundo de la cultura, muy especialmente iconos de la literatura, que ya cuenta con más de treinta obras. Al margen de su amplia producción retratística, ha recorrido desde la adolescencia una buena parte de España pintando paisajes y marinas. Más información en https://sites.google.com/site/entrevistascinoe/home/alejandro-cabeza , http://www.alejandrocabeza.net y https://sites.google.com/site/alejandrocabezasite/ .
A cerca de Salomé Guadalupe Ingelmo
Madrid, España, 1973) es Doctora en Filosofía y Letras formada en España e Italia (donde también desarrolló actividades como traductora y docente de español). Es miembro del Instituto para el Estudio del Antiguo Oriente Próximo, con sede en la UAM, y desarrolla desde 2006 actividades docentes como profesor honorífico en dicha Universidad, impartiendo cursos relacionados con las lenguas y culturas del Oriente Próximo. Ha recibido diversos premios literarios nacionales e internacionales. Sus obras han sido incluidas en numerosas antologías colectivas, algunas de las cuales presentes en la Biblioteca Electrónica del Instituto Cervantes de España. En diciembre de 2012 ven la luz su primera antología digital de cuentos, La imperfección del círculo, y una extensa entrevista, La narrativa es introspección y revelación: Francisco Garzón Céspedes entrevista a Salomé Guadalupe Ingelmo, recogida en la colección de indagación sobre la narrativa Contemporáneos del Mundo, a cargo del prestigioso escritor y hombre de cultura Francisco Garzón Céspedes. Ambas obras, publicadas por Ediciones COMOARTES. Su monólogo Alicia se mira en el espejo ha sido objeto de publicación digital (también por Ediciones COMOARTES), acompañado por su entrevista El monólogo recrea una intimidad sin parangón, en la que la autora responde a Francisco Garzón Céspedes sobre diversas cuestiones relacionadas con la dramaturgia. Su publicación digital Medea encadenada y otros textos dramatúrgicos hiperbreves (Ediciones COMOARTES, Colección Los Cuadernos de las Gaviotas 97, 2013) reúne quince monólogos y soliloquios, la mayoría premiados en concursos internacionales. Ha prologado El Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, y la antología del VIII Concurso Bonaventuriano de cuento y poesía de la Universidad de San Buenaventura de Cali (Colombia), en el que fue jurado. Desde esta década es, también, jurado permanente del Concurso Literario Internacional “Ángel Ganivet”, de la Asociación de Países Amigos de Helsinki (Finlandia) –respaldada por el Ministerio de Educación y Cultura de Finlandia y el Ministerio de Empleo y Seguridad Social de España–. Sus ensayos sobre las obras ganadores de este certamen pueden leerseen
http://www.paisesamigos.com/otros/analisis_prosa2013.pdf y http://www.paisesamigos.com/otros/analisis_poema2013.pdf , respectivamente. Otros ensayos recientes son, por ejemplo: “Libros como libros vivos” y el extenso “Borges, un tahúr en la corte del rey Assurbanipal” (en proceso de edición). Un resumen de su trayectoria literaria se puede consultar en http://sites.google.com/site/salomeguadalupeingelmo/