Camilo Fernández Cozman (Lima, 1965). Es Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la Universidad de San Marcos, de la Universidad San Ignacio de Loyola y de la Universidad de Lima. Ha sido conferencista en Madrid, Salamanca, Burdeos, Roma, Florencia, Siena, Bérgamo, Bolonia, Rímini y Zurich. Ha publicado «Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen» (ensayo,1990), «Ritual del silencio» (1995), «Las huellas del aura. La poética de J.E. Eielson» (1996), «Raúl Porras Barrenechea y la literatura peruana» (2000), «Rodolfo Hinostroza y la poesía de los años sesenta» (2001), «El cántaro y la ola. Una aproximación a la poética de Octavio Paz» (2004), «La soledad de la página en blanco» (2005), «La poesía hispanoamericana y sus metáforas» (Murcia, 2008), «Mito, cuerpo y modernidad en la poesía de José Watanabe» (2009), «La poesía es como el aroma» (Buenos Aires, 2009), «Casa. Cuerpo. La poesía de Blanca Varela frente al espejo» (2010), «Sujeto, metáfora, argumentación» (2011) y «César Moro, ¿un antropófago de la cultura?» (2012).
(2011) y «César Moro, ¿un antropófago de la cultura?» (2012).
Los poemas presentados aquí fueron tomados del poemario Ritual del silencio (Lima: Picaflor Editores, 1995).
(2011) y «César Moro, ¿un antropófago de la cultura?» (
cuando un brazo se levanta
a veces deslízase al vacío
cuando un ruido de tijeras obstaculiza
las palabras
alguien
esparce el suero da sentido a un consejo
acomoda una sonda
miradas sudorosas
guantes impacientes
una mujer de pelo corto
arrastra un pedazo de lluvia
algo está reseco
pero se mueve aún
porque mi paladar
es una esponja que se atasca
el desgano
he de poner debajo de la cama
la mujer de pelo corto
bebe de mi situación
traga el estúpido perfume
de las palabras
yo leo lienzos ilegibles
mientras inexistentes barcos
empujan medicamentos que dibujan
la última estación.
*
alguna tranquilidad en el ambiente
grupo de gente grupo de familia como
en la película de visconti
luces por favor
cierren esa puerta para que no se inunde de júbilo
molestias en el tórax
no hay de qué preocuparse
aceptables manchas en los pulmones
nadie puede aceptar esta empinada
cuyo nombre es realidad
nadie se resigna viendo rodar
el oxígeno
los biombos se acumulan
junto a pastillas y recetas que estallan
lentamente en un remanso
inconocido de la noche.
*
sábanas ojos
que transitan al margen del tumulto
ágora de médicos como frailes
pomos vacíos en la tarde
olas insostenibles en la sala de operaciones
una mujer tambalea
se recompone al borde del armario
sed de cuchara
el sol forma una aureola
y desaparece.
*
sólidos gestos embargan las pupilas
la perspectiva es perfecta
rincones cubiertos de macetas
un hombre toca los brazos de otro como hojas
su entrecejo semeja un crepitar
de tenedor un «hasta luego» sin descanso ni tropiezo
el cloroformo siembra dudas
insiste a muy escasos centímetros
un trecho largo falta recorrer
sin dibujar los cauces
el equilibrio mas con hervor
entre las sienes
prefiero no entrar no ver
lo que no puedo palpar con el silencio
y entonces
decido escribir este poema.
*
adversario
a toda costa el suero dispersa,
impedía su roce de caballo confuso;
conciliante,
sin clavo
martillo,
sin funda la almohada,
ventana vestida de agujas;
congrega algo
alguien parece huir
pero aprieta su vida;
anhela hundir pero su imaginación
siempre
no sé por qué la lleva
a la esquina de al frente.
*
el júbilo se juega
en un lento intercambio de pastillas
unas campanas
cabezas que acuden un acostarse
con una cerilla
mujer de blanco que da vueltas
esparce paquetes cuya inexplicable confusión
es mejor guardar en el bolsillo
los pies se estancan a veces resisten
alguien disipa el hambre
vomita dulcemente sobre un cúmulo de billetes
sonríe con las orejas
y tiene el consuelo de la mentira.
*
se aproximan
mejor óyense con el más suave tacto
escruta una un párpado
oculta su sueño
a quién le pertenece
le trastabillea la cabeza
ha preferido no esparcir testigos
almohada contra almohada
arrugados folios
abarcaba
incomprensible no decidía en absoluto
fortuito techo del cielo
se lo guardaba
pero hacia dentro.
*
no ha de ser visto en el vacío
una persona
me construye bastones con las palabras
esparce servilletas
a causa de diagnósticos
como que las cosas son minúsculas
mas hay que darle al clavo
y esta ecuación
rebasa los confines de la ciencia
andaba la mirada
toco escucho la mirada
mentiras el agua necesaria
el orden en la yerba
soslayo los quirófanos
horado con mis ojos
algo que sale y entra
floreros donde el agua desconcertada huye.
*
el dorso agota el frasco
alguien pasa atisbo dentro
la nuca se enlaza con la armonía
con el enigma
me llaman
la oreja dice pensamientos
primera cuerda
que se deshace entre mis manos
cuestiono dejo de ser
por la cuchara humedece mi sed
se desprendía
un átomo de una infusión desconocida
me vuelven a llamar no sé mi nombre
el sueño cae por su propio peso
la ciencia se hace añicos
el borde aborda un frágil presentimiento
alguien exige mi presencia
y se me huyen las palabras.