El 25 de enero de 1890 nació el maestro Manuel Cabré. De raíces catalanas, Cabré, llegó a Venezuela cuando contaba aproximadamente con seis años de edad, durante el gobierno de Joaquín Crespo quien había propiciado la presencia de artistas y artesanos catalanes, siendo que su padre, el escultor, Ángel Cabré i Magriñá vino al país invitado para realizar obras.
Este pintor emblemático en la memoria y legado de la plástica venezolana, entre múltiples reconocimientos, Premio Nacional de Pintura 1951 en el XII Salón Oficial, considerado por la crítica paisajista por antonomasia fue una de las principales figuras del Círculo de Bellas Artes en 1912.
Seducido por el Waraira Repano, este creador que nos abandonó físicamente el 26 de febrero de 1984, plasmó este Parque Nacional desde todos sus ángulos y matices, perdurando en la memoria como el Maestro de El Ávila.
En la historia de la plástica se puede leer: “el paisaje venezolano no había existido hasta entonces sino en algunos rincones de los plafones heroicos de Martín Tovar y Tovar. Los pintores del Círculo escogieron al cerro El Ávila, el valle de Caracas, el mar Caribe, los apamates, bucares, araguaneyes y cocoteros, es decir la geografía venezolana y sus habitantes, el hombre venezolano”.
Si hurgamos en los textos, podemos resumir un poco su vida: en 1898 se inscribió en la Academia de Bellas Artes, donde su padre dictaba clases de escultura, no obstante sus estudios formales empezaron años más tarde, aproximadamente en 1904. Desde 1909 hasta 1920 trabajó en la marmolería de Eusebio Chellini ornamentando al óleo estatuillas de yeso. En ese transcurrir, su primera individual fue en el año 1920, donde expuso 119 obras, y recabó suficiente dinero para viajar a París, Francia, inscribiéndose en la Academia La Grande Chaumière. Cabe destacar que estando en Francia realizó comisiones de paisajes caraqueños a partir de fotografías de Domingo Lucca, método que según el Diccionario de Artes Visuales en Venezuela, GAN, “marcaría su obra posterior”.
En 1930 regresó brevemente a Caracas, expuso 26 obras en el Club Central, retornó en otoño a Paris, y tras la muerte de su compañera, decidió regresar nuevamente a Venezuela.
En una oportunidad, el maestro Juan Calzadilla, artista plástico, poeta y crítico de arte, escribió sobre Cabré “fue precursor de un código estético que impuso de manera categórica la relevancia a primer plano del paisaje y de su luz. Durante toda su vida, Cabré quedó fiel al postulado de adaptar los principios del impresionismo a una visión directa de nuestra naturaleza tropical”.
Los periodos artísticos de Cabré fueron clasificados por Calzadilla como:
Etapa académica (1906-1913): caracterizada por tonos terrosos y cobres y por la rapidez de la ejecución.
Época azul (1913-1920): marcada por una interpretación plástica del paisaje, con pinceladas y materia en tonos por lo general azules y grises. En este periodo inicia su serie interpretativa de El Ávila.
Etapa francesa: (1920-1931) muestra el interés de Cabré por acceder a las corrientes de la modernidad y más que seguidor de la obra de Paul Cézanne, su obra señala interés por la escuela esteticista parisina.
Periodo de síntesis (1931-1937): marca su regreso al país, en el cual realiza paisajes de La Urbina, La Laguna de Boleíta y una serie de San Bernandino.
Fuente: Teresa Quilez.