José Luis Llanes es un fotógrafo, actor y poeta uruguayo cuya obra es una de las más significativas de su país. Llanes ha elaborada una poesía intima que abarca muchos temas y acude para su realización a diversos elementos poéticos y vitales que la vuelven fascinante.
Por otro lado, el autor se ha adentrado con gran acierto en la fotografía. Precisamente porque posee una mirada única, la cual nos brinda maravillosas perspectivas de su ciudad natal, Montevideo.
En la siguiente nota podrán conocer la poesía y la fotografía de este gran y polifacético poeta uruguayo.
Asimismo, para saber más sobre el autor pueden visitar su espacio en la red:
http://elcenobita.blogspot.com/
Poemas de José Luis Llanes
Tejido
Siento a veces que la vida es un compuesto incierto
Una urdimbre de miradas de amianto y partículas de deseo.
Como una prenda de lana de salamandra…
cruel y deletérea
Cuestión de gramática
Es el hastío un diptongo feroz,
un sobresalto de letras en la curva de la sangre,
el hijo paria de una sugerente gramática
que en tres silabas…
devora toda esperanza
Un gran ojo
fluían los rojos
recostando sombras en el dibujo
el grafo del lápiz derramado
como un matiz astuto,
farfullando, esbozando un absurdo,
con esa prontitud del apuro.
Colores apenas…
y un gran ojo…
…mirándote
desayuno
El río llegó temprano
apoyando la cabeza en el sueño
Un ojo medio cerrado y el otro
enorme del susto.
Los barcos punzaron hambrientos
garabatos de desayuno
sirvieron tazones de espuma
colando la nata en el sol.
Don Graciano e Isabela
Isabela huyó hacia las enredaderas. Los zarcillos la disgustaban justo detrás de la sed. Entre las casas no había maridos y el dolor morado se le venía instalando en el sobresalto. Don Graciano era buen partido, vivía en el monte y como un fruto estriado de membrana tendenciosa le paralizaba el hallazgo. Isabela lo sedujo con un pigmento abocado que le pronosticó una erección y el hombre que andaba con ganas de progenie, con el paladar anticipado le revisó lo de adentro y en una fracción de otro tiempo, se sacudió indescifrable, como una madera inequívoca, mascullando insomne en el vértice exacto del esperma. Isabela bebió del cardinal, el de rebordes astutos, y con expresión de himen bajo la muerte, se precipitó entre violentos hollejos de matices perturbados y un violeta muy picante le afinó el orgasmo, y otro rubio, y uno negro, y Don Graciano deszumándola, bebiéndola
Sin temor
Abriendo arenas de playa, teñimos de mar la cocina; el agua llegaba hasta la puerta y las olas queriendo instalarse en un vientre que gemía. Nosotros, continuábamos allí, recitando mares salados, con los ojos detenidos, cubriendo de salitre las miradas.
Yo, con la panza contra la arena, no le temía a nada.
Fotografías