La cita veneciana es considerada una apuesta segura para legitimar el arte contemporáneo y de impulsar el debate teórico.
La apuesta por lo subversivo caracteriza la 55 Bienal de Venecia, que abre hoy con 89 pabellones nacionales, entre los cuales destaca la anárquica propuesta de Cuba. La representación cubana desembarcó en la Plaza de San Marcos con una muestra significativamente nombrada La perversión de lo clásico: anarquía de los relatos, con miradas no exentas de sarcasmo.
Cuba participará con los artistas Sandra Ramos, Antonio Eligio Fernández, Nelson y Liudmila, Lázaro Saavedra y María Magdalena Campos, auspiciados por el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam.
Los creadores cubanos proponen temas vinculados a la migración y los conflictos de las fronteras y límites, las nociones de identidad cultural asociadas a símbolos como la bandera nacional, la música y un humor incisivo y a veces corrosivo.
A su vez, en el pabellón latinoamericano se presentará la obra del cubano Humberto Díaz, invitado a la exposición que organiza el reconocido curador Alfons Hug.
Pese a los cuestionamientos a su carácter bienal, la gran cita veneciana es considerada una apuesta segura para legitimar el arte contemporáneo, amén de impulsar el debate teórico.
La actual edición del evento de su tipo más antiguo del mundo durará hasta el 24 de noviembre, y entre los debutantes destacan Paraguay y el Vaticano.
Además, existe expectativa por la cámara de las maravillas del Palacio Enciclopédico, con curadoría de Massimiliano Gioni, otra de las tentaciones para perderse en una ciudad asociada al amor.
Recorrer los antiguos astilleros de la República Veneciana, donde el célebre Giacomo Casanova quizás rompió algún que otro corazón, es una alternativa a las tandas incesantes de arte a veces transgresor.
Los míticos Giardiani de Venecia acogen 28 pabellones nacionales, como el de la Santa Sede, dedicado a los primeros 11 capítulos del “Génesis” del Antiguo Testamento, con tres paneles de Tano Festa.
A su vez, las islas Maldivas, amenazadas con desaparecer si aumenta más el nivel del mar, presentan un programa ecosostenible de salvaguardia y convivencia con los océanos. Venezuela apuesta a su vez por los grafitos en una sede diseñada por Carlo Scarpa, con obras de artistas urbanos anónimos, como CMS (Cómanse mis sobras) y Schock, que honran a iconos como Bolívar.
El uruguayo Wilfredo Díaz Valdéz crea una realidad paralela con viejos objetos de madera en su obra “Tiempo (Tiempo) Tiempo”, que los críticos entienden en el contexto de lo paradójico.
Pero quizás la propuesta más osada sea la chilena: Alfredo Jaar literalmente hunde las instalaciones de la Bienal, en crítica abierta a la idea de una muestra mundial dividida por países.
Jaar reprodujo en un estanque una maqueta a escala de todos los pabellones de la Bienal, con sus puentes y canales, que cada tres minutos es sumergida por el agua para volver a emerger.
Son parte de una fiesta mundial que exhibe más de cuatro mil 500 obras realizadas por 158 artistas invitados, algunos poco conocidos, pero deseosos de inundar Venecia con su arte.
Fuente / Prensa Latina