Entrevista a los autores de “Cuentos para morir leyendo” Richard Sabogal y Gusmar Sosa
Por: José Manuel Guaran
Poseer una habilidad para con la literatura realizar un asesinato de seguro te convierte en un asesino potencial, por eso realizamos este interrogatorio a los sospechosos Richard Sabogal y Gusmar Sosa, acusados de escribir “Cuentos para morir leyendo”, para penetrar en su psiquis delictiva, entender la razón de sus actos y salir airosos por ahora.
1.- ¿Que piensan al escuchar la palabra muerte?
Gusmar Sosa: Pienso en mis muertos. Sí, en familiares y amigos que son parte de mi historia. Me siento en deuda con algunos, a pesar de que me esfuerzo por honrar las herencias que me han dejado, me siento en deuda aún. No siento temor, he asumido que la muerte es el único destino anunciado al ser humano, y creo que estar consciente de ello es una ventaja para mantenernos vivos. No es la muerte lo que me agobia y enciende mi agonía, sino la amenaza del olvido. Tal vez por eso no me importa de vez en cuando jugar con la muerte.
Richard Sabogal: Temor, le tengo miedo a la muerte, morir joven, o morir de viejo cuando una enfermedad me torture quién sabe cuánto tiempo, pero además de ese miedo le tengo mucho más miedo a que mueran los míos, a perderlos, eso me parece injustamente ley de vida. Por eso juego con ella, con una risa estúpida de temor la convierto en una caricatura o en un juego, espero que el día que la muerte me visite sea como la he colocado en la literatura, y espero morir de un solo golpe, que me aplaste un carro, que me caiga un piano o que me arranquen la cabeza, pero que sea un solo dolor, sin tanto preámbulo.
2.- ¿La muerte para ustedes es un final o puntos suspensivos?
G.S: Para mí es un final y a la vez puntos suspensivos. No creo en eso de un cielo para el alma buena o un infierno como castigo para el alma mala. Hace unos días conversaba con un amigo escritor que sí cree en esos asuntos, él me preguntó: “¿y qué tal si estás equivocado y sí existe un más allá de la muerte? ¿Consideras esa opción?” Respondí con sinceridad ya que por fortuna no tengo compromisos con ideologías. Si acaso existe un más allá después de la muerte y estuve equivocado pues lo sabré sólo si existe. Pero por ahora no puedo asegurar lo que no he visto. Así que la muerte para mí es el final de la vida, y a la vez puntos suspensivos para aquel que logra aliarse al tiempo haciéndose recuerdo en la memoria de la historia o de algunos. En ese sentido creo más en la trascendencia, de ninguna manera mística.
R.S: La muerte es un misterio, unos dicen vamos al cielo, otros al infierno, otros que nos apagamos y ya, a título personal creo en la reencarnación, ha habido pruebas, algo ambiguas claro, de que la vida se repite, creo en ello, a su vez creo en que van a otros planos, otros lugares, te puedo decir con propiedad de que he visto fantasmas, seguro no lo creerás si no lo has vivido, fui iluso hasta que los vi, y han sido espíritus de personas cercanas o partidas, o anónimas pero que fueron humanos. Entonces la muerte es un misterio, el sitio a donde vamos lo sabremos cuando lo vivamos y espero mi amigo Gusmar lo viva pronto para que venga y me cuente cómo es la cosa
3.- ¿Cómo han imaginado sus muertes?
G.S: No imaginado, yo la he soñado, añorado, deseado. El pasado 28 de diciembre del 2012 murió mi abuelo, Segundo Crespo. Murió justo como quisiera morir yo. Lleno de días y rodeado de los suyos, satisfecho por haber diezmado todo su esfuerzo para hacer suya una montaña y dejarla como herencia a los suyos, satisfecho por tener una descendencia que sobrepasa el número setenta, sin deudas con la vida, sin arrepentimiento por no haber intentado. Así quiero morir yo. En mi casa, anciano, tranquilo. Con mis nietos jugando en el patio mientras agonizo, con mis hijos recordando mis historias mientras me ven sonriéndole a la muerte, satisfecho por haberlo intentado todo, sin remordimiento por mis fracasos, ya que el único fracaso digno de remordimiento es no intentar nada, no esforzarnos.
R.S.: Morir de viejo, de manera rápida, así lo he imaginado, pero con una vida plena, luego de haber llevado mis sueños a la realidad o haberlo intentado. Me gustaría morirme antes que los míos pero morir viejo, morirme antes para que ellos me lloren no llorar yo a ninguno.
4.- ¿Por qué “Cuentos para morir leyendo”? ¿Cómo surgió la idea?
G.S: La idea surgió por un juego, una ocurrencia de Richard. Una mañana me pasó un microrrelato en el que narraba sus deseos de asesinarme. De inmediato le dije “publícalo en tu muro para ver qué tal”. Lo hizo y me sorprendió el hecho de que al instante amigos en común comenzaron a darle idea de cómo podría torturarme hasta dejarme morir. Así que la idea surge por un juego, una iniciativa de Richard Sabogal. Durante el día estuvimos conversando la posibilidad de que cada uno escribiera la muerte del otro en un relato. Y al finalizar el día habíamos acordado escribir cada uno cuatro cuentos sobre asesinatos y muertes violentas. “Escribamos ocho historias donde la muerte sea la protagonista”, acordamos. El título de la colección sí fue mi idea, cuando estábamos ya sobre la marcha nos preguntamos cómo titularíamos la colección y de repente pensé “Cuentos Para Morir Leyendo”. De manera que pudiera entenderse que las historias que el lector encontraría en la colección podrían ser una amenaza para su tranquilidad y pasividad frente a la vida.
R.S.: Gusmar dijo todo, me quede sin qué decir. (Risas) Fue muy curioso cómo la gente reaccionó, la gente inventó cada muerte y cada tortura que el pobre Gusmar cambiaba de colores, y lo mas cómico es que los cuentos donde cada uno le da muerte al otro fue el último escrito. Primero surgieron los demás. Cuentos Para Morir Leyendo fue un accidente muy grato.
5.- ¿Cómo fue trabajar juntos? ¿El proceso creativo lo hicieron juntos?
G.S: Fue una buena aventura. Creo que tenemos la madurez para aceptarnos como maestros uno del otro. Llevamos ya tiempo trabajando juntos, Richard escribe un cuento y me lo envía para que yo le de mi opinión, yo escribo una historia y también se la envío. Antes de proponernos éste proyecto ya trabajábamos de esa forma. Siendo críticos el uno del otro. Creo que esa madurez nos permitió trabajar en Cuentos Para Morir Leyendo sin la intención de competir, sino que cada quien hizo lo que mejor sabe, ajustando nuestros estilos a un solo contexto, protagonista e hilo conductual: la muerte.
La pauta fue la muerte. A partir de entonces cada quien desarrolló sus tres historias y al terminarlas las compartimos con la intención de criticarnos y corregirnos. Fue sorprendente el resultado, Richard me comentó lo que yo pensé al instante: “si leo algún párrafo al azar no sé si estoy leyendo uno de tus cuentos o uno de los míos”. Por mi parte salía de mi comodidad, antes de éste trabajo no había abordado a consciencia y como propósito la narrativa negra, aunque podrían identificarse en mis trabajos anteriores algunos elementos del género. Sólo en las historias de nuestras muertes el proceso creativo fue asociado, nos compartimos ideas y desarrollamos la narración intercambiándonos párrafos de vez en cuando. Fue una buena experiencia.
R.S.: Fue interesante, uno de mis temores es que los cuentos tuvieran una dicotomía en sus estilos y no, lo único particular es que los cuentos de Gusmar es que hay un hilo entre uno y otro, en los míos no, pero la similitud fue sorprendente. Por cierto, una lectora me dijo hace poco que ese libro era dos pináculos, uno el del morbo y otro el del ego, no había visto esta última parte, pero sin ego cómo se vive.
6.- ¿Con cual personaje del libro hecho por ti te sientes mas identificado y con cual de tu compañero?
G.S: Los personajes que corresponden a mis cuentos tienen un poco de mí, absolutamente todos. Y aunque mi cuento número tres (féretro 3) surgió una noche mientras yo estaba en ese contexto de la historia, con mi novia y la compañía tal como Milton, no es el personaje con el que me identifico más (aunque Richard siempre dirá que es el personaje que más se parece a mí).
Me identifico más con Carlos Meléndez, personaje principal del primer cuento. El ermitaño que cuando al fin logra ganar un concurso y salir de su “montaña” va directo a su muerte. No me identifico con su suerte al final sino con su carácter y con esa voluntad natural que lo lleva a celebrar con ron su primer y único logro.
En cuanto a los personajes de Richard me identifiqué con Nine, me parece un personaje atormentado, intentando romper con algo de lo que no está consciente, y cuando por fin cobra consciencia es peor. Creo que muchas intentamos cerrar círculos, movidos por sed, o por cualquier otra cosa, y mientras avanzamos nos hacemos conscientes, y hacernos conscientes, o despertar, atormenta mucho más.
R.S. Me identifiqué con el del Féretro 3, deseé hacer lo que el tipo en algunos momentos de mi vida, como escritor me identifiqué en Carlos Melendez en su vida, y ese destino. En los míos me identifiqué con ese hombre que llama a la periodista, pero a su vez me identifiqué con la periodista. Aunque todos esos personajes tienen algo de mí.
7.- A pesar de notarse una diferencia en las dos formas de escribir, existen frecuencias en las 8 historias. ¿Qué relevancia tiene elementos como: la madre de victimas y victimario, el sexo, la pasión por la labor de escribir, las mujeres rudas, entre otros?
G.S: No fue consciente, creo que tiene que ver con los elementos que caracterizan la presente era. Vamos transitando una era en deconstrucción, donde todo lo heredado es blanco de cuestionamientos. En ese sentido vamos avanzando hacia el intento de un equilibrio restableciendo un orden social que se inclina a la igualdad y la aceptación.
El hecho de que la mujer tenga un grado superior de protagonismo y se perciba como dueña del destino de las historias, por la influencia que ejercen en los personajes que aparentan ser los protagonistas, creo que responde a una denuncia en contra del machismo que se percibe a veces en la literatura heredada. Es decir, ni Richard ni yo nos planteamos gritar denuncias de éste tipo, pero nuestra condición de críticos de la historia en desarrollo inevitablemente nos lleva a plasmar, inconscientemente, tales denuncias a través de nuestras historias. Así que pienso que los elementos que caracterizan la colección como un todo son el resultado de estar conscientes de la era en la que transcurrimos y de esa decisión de aliarnos con el tiempo presente para trascender y construir. Así mismo con el sexo, la pasión por la labor de escribir y otros elementos. Esta obra es un reflejo de la oscuridad de quienes la escribieron.
R.S.: Pues fíjate que vienes tú a mostrarnos eso, la parte de dar un papel importante a la mujer no lo había notado, en el de Nine Melvin a pesar de ser él el protagonista las mujeres tienen un papel impresionante allí; en el de la periodista igualmente; el del espejo indiscutiblemente aborda la femineidad desde unas ópticas muy tridimensionales, este sí creo fue más filosófico para denunciar varias cosas y en el de ¿Por qué maté a Gusmar Sosa? Creo no hay ninguna mujer, allí sí fue mas directo, pero es en esencia lo que dice Gusmar, inconscientemente aflora esa denuncia por lo injusto y allí entra la mujer y siempre entrará.
8.- ¿Cuánto de esto hay en la sociedad actual?
G.S: Creo que le tocará al lector sacar sus cuentas al respecto. Es decir, evaluar su propio contexto e identificar la realidad que refleja cada cuento. Ahora, la obra en mis manos, como lector, me cuenta muchas realidades. Incluso una historia tan fantástica como el primer cuento de Richard (Óbito 1) me cuenta mucho de la realidad.
R.S.: Mis historias tienen mucho basamento en la realidad, mi primer libro: “La Muerte Disfruta su Propia Inseguridad, es sacado de hechos reales, cada historia es sacada de la realidad. En este me internacionalicé e historias tan absurdas como la de óbito uno o la de óbito tres. Son todos reales, han ocurrido de algún modo. ¿Por qué maté a Gusmar Sosa? Si es ficción, por ahora.
9.- ¿Existe alguna razón por la cual en todos los crímenes se disfrute de cierta inmunidad ante las autoridades?
G.S: Existen muchas razones. La literatura venezolana, esa que emerge, dentro de la cual con humildad posicionamos nuestros trabajos, necesita volver los pies a la tierra. Es cierto que muchos lectores desean viajar a mundos fantásticos, vivir romances y habitar mundos paralelos, pero hay algo más cierto aún: necesitamos despertar continuamente y vivir conscientes. Éste libro quiere aportar un poco para eso. Latinoamérica necesita mantener un rumbo hacia un buen porvenir, y para que sea posible el tránsito es necesario mantener los ojos abiertos y ver las verdades que nos cuentan mentiras.
R.S.: Es un acto inconsciente, estoy rodeado de inmunidad, sólo hay que fijarse en nuestro sistema. He ahí la respuesta del porqué de esas historias donde algunos personajes bandidos se salen con la suya.
10.- ¿Habrá más “cuentos para morir leyendo”?
G.S: Habrá más proyectos escritos en dupla, nos hemos planteado una serie de proyectos. Actualmente trabajamos en un libro que narra dos historias, una escrita por Richard y una escrita por mí. Sujeta al género “Z”, en el que tal vez todo lector atento encontrará mucho de “Cuentos para Morir Leyendo”. Será una ficción interesante, con un mundo apocalíptico como contexto, que llevará al lector a preguntarse si acaso ya no está viviendo ese contexto. Ahora, una segunda parte de ésta colección es una de las ideas que están rondando alrededor nuestro, pero todavía no se ha definido. Ya veremos.
R.S.: En la historia zombi trabajaremos con más ahínco ciertos temas, basándonos en la ficción con mezcla de realidad. De ese sabrás pronto. Cuentos Para Morir Leyendo “dos” es algo que no se ha profundizado, pero ¿Por qué no? Podría darse.
11.- La más esperada ¿Cómo surgió la idea de matarse el uno al otro? ¿Cómo se sintió estar escribiendo como muere alguien conocido? ¿Cómo se sintió leer la tu propia muerte? ¿Qué lo inspiró?
G.S: La idea surgió, como ya hemos dicho arriba, como un juego literario a través del facebook. Gracias a la macabra imaginación de Richard. Así que yo no podía quedarme atrás, decidí que si él narraba mi muerte, si él me mataba, entonces yo debía vengarme. Así escribí “¿Por qué Richard Sabogal decide suicidarse?”. Quien ha leído la obra sabe que el título es un engaño, y es que para el público, dentro del relato, Richard se suicidó. Incluso, él muere creyéndose suicida, viendo mi rostro en el suyo. Se sintió retorcidamente grato (Risa). Fue un buen juego, asesinar literariamente a un conocido a quien se aprecia y con quien se trabaja continuamente es un buen ejercicio. Después de eso no te importa asesinar a cualquier otro en planos de narración.
Leer mi muerte fue desesperante, Richard no sólo me mató, sino que me torturó con la destreza de un sicópata, lo que me asustó fue morir en manos de un fanático religioso que decía ser mi amigo. En cuánto a qué me inspiró para desarrollar su muerte de esa forma, debo decir que en primer lugar una obsesión de hacer de mis cuatro historias una sola, por eso la muerte de Richard no es sólo su muerte, sino también el fin de los cabos sueltos en las historias anteriores. En segundo lugar me inspiró nuestra sana amistad, sabía que podía escribir con libertad respecto a su muerte pues no había nada en peligro.
R.S.: Lo he dicho muchas veces y seguiré diciéndolo. Gusmar es un resentido social, inventó una muerte utópica de mí, un psicópata sin moral que en nada le pesaría matar a Gusmar luego de lo que hizo. Pero bueno, un cuento más. (Risas). El cierre de Gusmar con mi final fue apoteósico. Cerró cabos sueltos, incluso cabos sueltos de mi historia, porque además de asesinarlo a él, asesiné a un amigo en común y a otro casi lo mato pero corrió como gallina cuando vio mis intenciones. Mi muerte la vi algo extraña, imaginando eso, pero a su vez estaba mentalizado con que iba a morir y que su historia no tenía nada que ver con el Richard que me imaginé forrado en dinero en una isla gozándose las regalías de Gusmar.
Cuentos Para Morir Leyendo fue una grata experiencia, a veces es menester expulsar algunos demonios.
La obra se encuentra disponible en la Cadena de Librerías Alejandría de Caracas, además de en la librería de la Torre Polar, en Amazon y editado en Editora Digital de Argentina.