Es un poeta, ensayista, académico y traductor, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua y profesor de la Universidad de San Marcos, de la Universidad San Ignacio de Loyola y de la Universidad de Lima. Ha sido conferencista en Madrid, Salamanca, Burdeos, Roma, Florencia, Siena, Bérgamo, Bolonia, Rímini y Zurich. Ha publicado: «Las ínsulas extrañas de Emilio Adolfo Westphalen» (ensayo,1990), «Ritual del silencio» (1995), «Las huellas del aura. La poética de J.E. Eielson» (1996), «Raúl Porras Barrenechea y la literatura peruana» (2000), «Rodolfo Hinostroza y la poesía de los años sesenta» (2001), «El cántaro y la ola. Una aproximación a la poética de Octavio Paz» (2004), «La soledad de la página en blanco» (2005), «La poesía hispanoamericana y sus metáforas» (Murcia, 2008), «Mito, cuerpo y modernidad en la poesía de José Watanabe» (2009), «La poesía es como el aroma» (Buenos Aires, 2009), «Casa. Cuerpo. La poesía de Blanca Varela frente al espejo» (2010), «Sujeto, metáfora, argumentación» (2011), «César Moro, ¿un antropófago de la cultura?» (2012) y “El poema argumentativo de Wáshington Delgado” (2012). Fue parte de la Comisión Organizadora del Centenario de Nacimiento de César Vallejo que editó el libro Encuentro con Vallejo. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Instituto Raúl Porras Barrenechea, Comisión Quinto Centenario y Southern Perú, 1998. Su blog personal es: http://camilofernande.blogspot.com/.
Rafael Ayala Páez: En Ritual del silencio, su primer poemario, me ha sorprendido la audacia lingüística con que está concedido cada poema. Percibo una influencia del surrealismo francés, que a ratos recuerda la obra de los poetas Stéphane Mallarmé, antecesor del movimiento, y de Paul Celan. ¿Cuénteme que le llevó a escribirlo?
Camilo Fernández Cozman: Efectivamente, he leído a muchos poetas surrealistas franceses como André Breton y Paul Éluard. Me interesa la noción surrealista de la eliminación de las distintas oposiciones (vida frente a muerte, por ejemplo) para plantear una óptica lúdica: jugar creativamente con las palabras significa cuestionar el uso empobrecedor de lenguaje. Ello implica una crítica a la racionalidad instrumental que reduce lo racional a lo útil. Otro principio de la escuela de Breton que me parece fundamental es el que subraya que la representación onírica constituye una fuente de conocimiento, es decir, podemos saber más de nosotros mismo si analizamos nuestros sueños. He ahí la influencia de Sigmund Freud en la producción literaria surrealista. A Mallarmé lo he leído mucho, sobre todo, me interesa su crítica a la comunicación poética, vale decir, la problematización de la página en blanco: la literatura moderna es profundamente autocrítica, como decía Octavio Paz. Las palabras se hallan al borde del silencio. En cuanto a la poesía de Paul Celan, resulta muy interesante la descripción de una escena y luego el movimiento de gestos y personajes. Este rasgo de Celan ha influido mucho en Ritual del silencio, poemario que tiene como tema la muerte y que lo escribí como una forma de catarsis cuando mi madre falleció de una penosa enfermedad en 1990. Por eso, tenemos la presencia de hospitales, medicamentos, enfermeras, etc.
RAP: ¿Tiene algún poema favorito en el libro? ¿Cuál es y cuál es la importancia para usted?
CFC: El primero es uno de mis poemas favoritos porque plantea que la muerte es la última estación del ser humano y, además, retrata el movimiento de objetos y de personas: “una mujer de pelo corto/ arrastra el pedazo de lluvia/ algo está reseco/ pero se mueve aún/ porque mi paladar/ es una esponja que se atasca”. Se trata de una cadena de oposiciones que señala cómo la vida es un claroscuro, un tenaz juego entre la luz y la oscuridad, entre la vigilia y el sueño.
RAP: Al final de uno de los poemas del libro, leemos estos hermosos versos: prefiero no entrar no ver/ lo que no puedo palpar con el silencio/ y entonces/ decido escribir este poema. ¿Qué significado tiene para usted esos versos?
CFC: Aquí hay la clara influencia de Mallarmé. Se trata de un tópico de la poesía moderna que implica la idea de que el poema cuente (“narre”) su propia escritura. El silencio, en tal sentido, es concebido casi como la única posibilidad de negarse a ver la preeminencia de la muerte por encima de la voluntad de los seres humanos.
RAP: Usted es un destacado crítico literario. ¿Cómo ve usted el estado de la poesía peruana contemporánea y la poesía latinoamericana en general?
CFC: Me parece que el siglo XX fue el del auge de la poesía latinoamericana. Por ejemplo, en Perú, tenemos a poetas como César Vallejo, César Moro, José María Eguren y Martín Adán que han renovado la poesía en lengua castellana. Nombres como Pablo Neruda, Vicente Huidobro y Nicanor Parra son imprescindibles para comprender plenamente el proceso de transformación de la lírica en el siglo XX. Creo que todos los poetas anteriores se liberaron de la herencia colonial y construyeron una tradición poética fecunda y sugestiva.
RAP: Ahora, hábleme de su propia labor como crítico literario, donde usted le ha dedicado libros completos al estudio de poetas como Emilio Adolfo Westphalen, Jorge Eduardo Eielson, Octavio Paz, José Watanabe, Blanca Varela, entre otros.
CFC: He publicado trece libros de crítica literaria. El primer fue un acercamiento a la poesía de Emilio Adolfo Westphalen a partir de la psicología de Carl Jung, quien distinguía el inconsciente colectivo constituido por arquetipos o estructuras simbólicas universales. Luego pasé a interesarme por la teoría de la metáfora desde una óptica estructuralista; sin embargo, me pareció una perspectiva que aislaba el texto del contexto histórico. Por eso, asumí, posteriormente, el enfoque de la Retórica General Textual (representada por Stefano Arduini, Antonio García Berrio y Giovanni Bottiroli) sobre la base de la Lingüística Cognitiva de George Lakoff y Mark Johnson. La idea es que el pensamiento humano es fundamentalmente metafórico. Por ejemplo, la civilización capitalista se entiende a la luz de la metáfora “El tiempo es dinero”; mientras que la etapa premoderna se comprende sobre la base de la metáfora “El Estado soy yo”, sentencia atribuida a Luis XIV.
RAP: Y, ¿qué nos puede decir de su oficio como traductor de poetas franceses tales como Guillaume Apollinaire, Paul Éluard y André Breton?
CFC: Traducir un poema es crear un nuevo texto. Pero sin la traducción literaria no tendríamos acceso a la poesía de otras tradiciones culturales. Traduje Bestiario de Apollinaire, un poemario que se adscribe a la etapa prevanguardista de aquel. Luego me dediqué a la traducción de textos surrealistas. Comprobé que muchos textos surrealistas están muy mal traducidos al español. Ello fue un estímulo para mí porque emprendí la traducción de una antología de Éluard; me interesa su poesía amorosa y de corte político.
RAP: Usted acaba de publicar un nuevo libro intitulado César Moro, ¿un antropófago de la cultura,¿qué nos puede comentar sobre el libro y sobre la figura de este poeta peruano?
CFC: En este libro, planteo la siguiente hipótesis: César Moro, considerado un poeta afrancesado y cosmopolita, escribe en un francés híbrido, donde hay marcas contundentes de un hablante cuya lengua materna es el español. Es decir, Moro castellaniza el francés como Arguedas “quechuiza” el castellano. Además, Moro se interesó por el universo simbólico de las culturas prehispánicas. Escribió un bello texto en prosa: “Biografía peruana (la muralla de seda)”, donde cuestionó la invasión española y la captura de Atahualpa. Moro, sin duda, fue un rebelde de su época.
RAP: En un estudio previo sobre Moro, donde usted hace un minucioso análisis del poema Lettre d’amour, habla, entre otras características importantes, sobre la búsqueda de este poeta limeño de el nombre sagrado. ¿Qué simbolizó para César Moro esa búsqueda?
CFC: Sí, lo que sucede es que en las culturas mal llamadas “primitivas” hay la búsqueda de un axis mundi que implique la organización del espacio de tipo ceremonial. Además, el nombre tiene el carácter de sagrado. Por ejemplo, en los poemas dirigidos a Antonio, César Moro considera que “Antonio” es una palabra sagrada, un nombre que implica una dimensión ceremonial. Es como un dios a partir del cual se organiza míticamente el mundo.
RAP: Juan José Ceselli afirmaba que siempre hemos vivido en un mundo surrealista, sobre la base de lo anterior me puede decir qué opinión le merece el surrealismo francés como movimiento de vanguardia durante el siglo XX y el siglo XXI.
CFC: El surrealismo francés ha obtenido una enorme influencia en la literatura occidental. Creo que significó el cuestionamiento de la estética realista con el fin de acceder al mundo suprarreal. Hay dos palabras claves para entender el surrealismo: “libertad” y “erotismo”. Vale decir, liberarse de las ataduras racionalistas significa abrir la posibilidad de la liberación sexual del ser humano. Por eso, decía Octavio Paz (muy influido por la estética surrealista): “Amar es desnudarse de los nombres”.
Fuente: Rafael Ayala.