A Alfredo Rugeles la pasión por las Bellas Artes, en especial la poesía y la música, le corren por la sangre. De su padre, el poeta y periodista –Manuel Felipe Rugeles- heredó la pasión por los sentimientos bellamente expresados, cargados de emotividad poética. Un componente muy arraigado en su música y en sus composiciones. De su madre, la compositora y pedagoga –Ana Mercedes Asuaje de Rugeles- su mayor herencia, la música y la disciplina, pues siendo niño, de tanto acompañarle a la Escuela de Música “José Manuel Olivares” donde dictaba clases y fue Directora durante 25 años, terminó siendo un alumno más. Una oportunidad que nunca desaprovechó y un vínculo entre madre e hijo, realmente irrompible, pues siempre compartieron sus travesías artísticas.
Codeándose con grandes maestros con quienes sus padres departían, le tomó simpatía a la música, desde el piano y la guitarra clásica, aunque también ya en sus tiempos de mozo, comprobó que la música popular en todos sus géneros era muy atractiva. La maestra Ana Mercedes Asuaje estudió con Ascanio Negretti y Vicente Emilio Sojo, entre otros y fue miembro fundador de la Schola Cantorum, Directora Académica de la Orquesta Nacional Juvenil de Venezuela, amén de tener una dilatada trayectoria como músico, profesora y compositora.
De estudiante aplicado a maestro consagrado
Hoy Alfredo Rugeles es considerado uno de los directores y compositores venezolanos más destacados de su generación. Treinta años de carrera artística que Venezuela Sinfónica –como primer noticiero digital del mundo sinfónico de nuestro país- no podía pasar por alto y es por eso que entrevistamos al maestro, quien hizo un alto en su dilatada agenda de actividades: clases, conciertos, viajes y nuevas producciones, tienen un espacio muy definido en su diario quehacer.
Nació en 1949 en la ciudad de Washington, Estados Unidos, mientras su papá cumplía con el servicio diplomático como Agregado Cultural de la Embajada de nuestro país en aquel entonces. Su mamá mientras tanto perfeccionaba sus estudios académicos de composición. Y con tanto sólo meses se lo llevan a Argentina, donde pasó dos años.
La familia luego se radicó en Caracas definitivamente, y así se convirtió en el acompañante perfecto de su mamá quien fue una destacada maestra de teoría y solfeo. A muy corta edad empieza sus estudios con grandes maestros. Rugeles sin duda aprovechó las bondades de un entorno familiar dedicado al arte y a la música. Estudió Piano con Gerty Hass, Guitarra clásica con Antonio Lauro y Flaminia de Sola, Canto y Dirección Coral con Fedora Alemán y Alberto Grau, respectivamente, y Composición con Yannis Ioannidis.
Los idiomas los aprendió en el camino. Sacó provecho de su viaje a Alemania en 1976 para estudiar dirección de orquesta y composición en el Instituto Robert Schumann de Düsseldorf, obteniendo diplomas en Composición y Dirección Orquestal de sus Maestros Günther Becker y Wolfgang Trommer, respectivamente y aprendió el alemán. El francés lo aprendió en París y además habla inglés, el cual estudió en Caracas en el CVA y, como él mismo dice, un poco de italiano, y todo por un amor que fue cultivando a través de los años: la ópera.
Aunque no se dedicó al canto como profesión, sí le aprovecha muy bien cuando dirige un montaje operístico. “Se me hace más fácil acompañar a los cantantes porque canto y respiro con ellos y así fluye mejor nuestro trabajo”, comenta Rugeles. Seguramente, es por esta razón que es muy buscado para dirigir óperas y su trabajo ha sido muy bien recibido tanto por la crítica especializada como por la prensa que se ha desecho en elogios bien documentados.
“Cuando se dirige ópera es un trabajo más complicado, no es como la dirección orquestal, pues el director está en el foso junto a la orquesta y los cantantes –y actores a la vez- sobre el escenario, así que es más difícil coordinar y apoyarles para que se logre el objetivo pues el contacto visual entre ellos y yo es más difícil”.
Fue Director Asociado (1982-84) y Director Artístico (1984-87) de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas y desde 1987 hasta 1990 Director Musical del Teatro Teresa Carreño. Desde 1991 es el Director Artístico de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela. Desde 2009 dirige el Ensamble Latinoamericano de Música Contemporánea Simón Bolívar, dedicado a la difusión e interpretación de obras del repertorio contemporáneo universal, que alterna con las más emblemáticas obras del repertorio latinoamericano, junto al estreno constante de las más recientes producciones latinoamericanas y venezolanas. Ha dirigido numerosos estrenos de obras de autores venezolanos y primeras audiciones del repertorio contemporáneo internacional. En Abril de 1990 debutó en la Compañía Nacional de Ópera del Teatro Bellas Artes de México con Il Tabarro de Puccini. En Junio de 1991 dirigió Las Bodas de Fígaro de Mozart dentro de la Temporada de Ópera del Teatro Teresa Carreño. En Septiembre de 1991 es invitado a dirigir Così fan Tutte de Mozart, el primer montaje operístico de la Compañía Nacional de Ópera “Alfredo Sadel”.
Como Director, Alfredo Rugeles ha actuado frente a la Orquesta del Instituto Robert Schumann de Düsseldorf, la Orquesta Siegerland de Hilchenbach, la Orquesta de Cámara Neerlandesa, grupos de Cámara de Música Contemporánea en Düsseldorf, Colonia y Darmstadt, la Sinfónica Nacional de México, la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Orquesta de Cámara Mayo de Argentina y la Orquesta Sinfónica de El Salvador. La lista es muy larga!
Una herencia que trasciende
Quienes le conocen saben de su carácter afable, su puntualismo y una determinación muy seria. Sin duda, herencia materna: “Ella me legó una gran disciplina, el ser honesto conmigo mismo, un deseo de estudiar constantemente y estar actualizado. Claro está, era profesora de música y siempre me insistió en eso, de allí el rigor del estudio y de estar muy activo. También me cedió su biblioteca y sus obras. Así que ahora que ya no está, me deja todo su legado. En eso estoy, pues quiero editar un libro suyo que se llamará ‘Paginas de Recuerdos Vol. 3’ y que además contendrá la historia de sus canciones, así como las partituras de sus canciones sentimentales e infantiles».
Otro aspecto de sí mismo, lo adquirió en su andar en Alemania: “Ser puntual y sumamente responsable es de mi paso por el Instituto Robert Schumann de Düsseldorf, donde obtuve los diplomas de Composición y Dirección Orquestal -en 1979 y 1981- como alumno de Günther Becker y Wolfgang Trommer”. Y ese rigor lo sienten sus alumnos, los cantantes y los músicos de las orquestas de todo el país cuando lo invitan a dirigir. Y del exterior donde también es muy cotizado. Tan sólo este año viajó a Perú y a Costa Rica, y en noviembre le esperan en México.
Con una vida complicada por el tiempo, que siempre es breve para todo lo quiere emprender, Alfredo Rugeles saca espacio para disfrutar de la música popular. En sus tiempos libres escucha buena música en cualquier género, desde rock, jazz hasta salsa y música venezolana y latinoamericana. Incluso a los 15 años comenzó tocando su guitarra eléctrica para sacar de oído las canciones de Los Beatles, a quienes tuvo además la oportunidad de ver y escuchar en vivo en junio de 1965 en el Palais des Sports de París. De hecho se está preparando para un tributo a Pink Floyd en noviembre con Orquesta Sinfónica Juvenil Teresa Carreño con arreglos musicales de Angel Quiñones. Además le apasiona el buen cine –al momento de esta entrevista ya tenía su entrada en mano para disfrutar de la producción más reciente de Carlos Oteiza- y si puede, también suele nadar. Lo que más disfruta son los viajes y el conocer y disfrutar de otras culturas. En estos tiempos, también ha sucumbido a otra pasión, la fotografía y lo electrónico, y de allí que esté bien conectado a través de las redes sociales y con los nuevos sistemas, para estar muy al día.
“La música en todos sus estilos es apasionante. He trabajado con Biella Da Costa, Kiara, El Cuarteto, Vos Veis, Ensamble Gurrufío, Floria Márquez y Serenata Guayanesa, entre muchos otros y los resultados han sido excelentes. No se trata de ser tan formal. Aunque sigo ese dicho del recordado y admirado Maestro Aldemaro Romero: ‘Hay música buena y música mala’ y es por eso que se hace el esfuerzo de elevar el nivel cada vez más para ofrecer el mejor espectáculo musical, para que todos disfruten. He hecho de todo en mi carrera, pero siempre con excelencia y amor, y soy feliz porque hago lo que realmente me gusta”.
Para Rugeles, el avance de la música venezolana es extraordinario: “…Causamos muy buena impresión por el altísimo nivel de nuestras orquestas. Desde la OSV, la primera, hasta todas las orquestas de El Sistema (Fundación Musical Simón Bolívar), en especial mi Orquesta Sinfónica Simon Bolívar de Venezuela, pasando por la Sinfónica Municipal de Caracas y tantas otras que han logrado demostrar el gran talento de nuestros músicos. Es impresionante lo que se ha logrado. Es un nivel de primer mundo, sin duda alguna…”
Alfredo Rugeles dirige a músicos jóvenes, pues es director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela y observa la extraordinaria pasión y entrega con la que ejecutan, con absoluta precisión, musicalidad y virtuosismo. “Es increíble dirigir a la juventud y eso conlleva una gran responsabilidad pues hay que ayudar a canalizar tanta energía e impulso. Con este mundo de orquestas lo que vemos es una sana competencia y eso crea un nivel más alto. Somos primer mundo en la música, tanto para propios como para extraños. En el exterior nos conocen por la música y eso es bueno porque al menos saben que, además de misses y petróleo, hay excelentes músicos en nuestro país”, puntualiza Rugeles.
La vida en una composición
Como compositor Alfredo Rugeles ha sobresalido con una música extraordinaria: “fui influenciado por la música de vanguardia de los años 60, 70 y 80 que es considerada como contemporánea. Sin embargo, después de esos años de experimentación, hoy recurro a la melodía y al ritmo, incorporando elementos de mi entorno, como en la obra Sinfonola, donde una rocola fue una influencia básica. Son acordes tonales y atonales, referencias a colores y efectos tímbricos. Sinfonola fue escrita en el año 1988. El nombre se debe porque yo recordaba las rocolas y esto es como una especie de caleidoscopio de todas las tonalidades existentes. A lo largo de la obra hay solos de instrumentos y cada uno va haciendo una ‘melodía de timbre’ que se va difundiendo entre cada uno de ellos y va recorriendo la orquesta”.
“En otra obra, por ejemplo, en Tanguitis (1984) el tango es la cita. Escrita para piano solo, es un tango, cuyo título se refiere casi a la enfermedad por el tango, la pasión por dicha danza argentina. El lenguaje melódico y armónico combina lo tonal con lo dodecafónico, con un cierto humor sofisticado y la obvia diversidad estilística, cromatismo y diatonismo y hasta una cita del acorde de ‘Tristán e Isolda’ de Wagner para concluir”, revela el maestro.
“Los poemas de mi padre son parte de mi música por su gran belleza. Suelo mezclar muchos elementos, también referencias al barroco, a otros tiempos. En mi Oración para clamar por los oprimidos (1989) sobre poesía de mi padre Manuel Felipe Rugeles, para mezzosoprano, flauta, oboe, arpa, sintetizador y contrabajo, empleo asimismo ritmos afrocaribeños en combinación con técnicas de composición contemporánea. Los fragmentos del poema pleno en imágenes de la naturaleza, metáforas y de una gran libertad métrica, se integran a la rica combinación instrumental y dan forma a la pieza, caracterizada por secciones muy definidas: solos líricos y virtuosos o combinaciones rítmicas y tímbricas del ensamble. Me considero un compositor que recurre al multiestilo como medio creativo”.
En mi obra “Sal-Cita” (2003-2004), el título de la obra es una combinación o juego de las palabras salsa y cita, alude también al carácter del diminutivo que resulta de dicha combinación. En esta pieza, utilizo muchas citas musicales del mundo de la salsa y desarrollo una composición basada en esa combinación del material con ideas nuevas y variaciones inspiradas en gestos y patrones rítmicos que incluyen la clave, son montuno, guajira, danzón, guaguancó, y descargas típicas del tumbao, entre otros. “Sal-Cita” fue compuesta durante el fin del año 2003 y el principio del año 2004 y está dedicada a Elena Riu y su proyecto “Salsa Nueva”.
En 1979 obtuvo el Premio Nacional de Composición por Somosnueve y en 1985 el Premio Municipal de Música por Tanguitis. Es miembro fundador de la Sociedad Venezolana de Música Contemporánea, Miembro Fundador de Número del Colegio de Compositores Latinoamericanos de Música de Arte y ha sido Miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea.
Sobre su futuro a nivel artístico, Rugeles quisiera experimentar con grupos de cámara y orquesta, pero el tiempo es la desventaja, pues elFestival Latinoamericano de Música con sus ediciones bienales le ocupan –junto a su esposa, la compositora Diana Arismendi- gran parte de su actividad. “Se necesita de mucha coordinación, producción y organización para poder contar con músicos y compositores nacionales e internacionales, programar los conciertos, clases magistrales, talleres y actividades inherentes al Festival. Es muchísimo trabajo. Sin embargo, el éxito de cada edición nos colma de satisfacción”.
Aunque estudió ópera en Alemania, pues era parte del régimen académico, no estaba tan interesado en ella en 1981. Sin embargo, un giro del destino le llevó a consagrarse como director en esta especialidad. Al arribar a Venezuela en 1982, ya como músico académico profesional, incursiona con la Fundación Teatro Teresa Carreño en el Teatro Municipal en el estreno de Rita de Donizetti y El Retablo de las Maravillas” del compositor argentino Raúl Domínguez y así fue cautivado por la ópera y desde entonces no ha parado de dirigir montajes del amplio repertorio operístico mundial. “Hasta hubo un tiempo en que tenía el récord entre los directores de nuestro país”, ríe.
No se considera historiador ni cronista, pero hay un aspecto de Alfredo Rugeles que también es importante, al analizar en dos textos la historia de la música contemporánea. “Si realmente pudiera, quizás escribiría un libro, pero realmente, la composición me atrae más”.
Aunque 2012 ha sido un año agitado en todo sentido, por múltiples compromisos y la sentida partida de su madre, el ritmo no parece disminuir para este director y compositor. A finales de octubre estrena la obra “Amazónica” de José Agustín Sánchez: “un joven tachirense que estudia en Nueva York y cuya obra es muy interesante. Es una sinfonía referida a la región del Amazonas, en donde participarán el barítono Gaspar Colón, el Coro Sinfónico de la Fundación Musical Simón Bolívar y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela”.
Igualmente estrenará en Caracas una obra de Luis Ernesto Gómez, ganador del Concurso de Composición Musical Premio Antonio Estévez de la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la obra se llama El Terremoto de Jueves Santo. Seguidamente, estará dirigiendo elEncuentro Monumental, junto a Hamilton de Holanda, el Ensamble Gurrufío y la Orquesta Sinfónica de Venezuela en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Más adelante le veremos en el mencionado Tributo a Pink Floyd en el Centro de Acción Social por la Música, donde trabajará con Ángel Quiñones, la Orquesta de Rock Sinfónico Simón Bolívar, dirigida por Daniel Hurtado y la Sinfónica Juvenil Teresa Carreño. Luego parte a México, para presentar con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, entre otras obras, su composición Sinfonola.
A esto súmele que siempre dicta cátedra a nivel de maestría en Dirección Orquestal en la Universidad Simón Bolívar y en El Sistema también se le ve con frecuencia, en el Centro de Acción Social por la Música, así como en UNEARTE.
Para el 2013 tiene varios proyectos en evolución, entre ellos la grabación de un disco con el bajo Iván García y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, en homenaje a Antonio Estévez, el cual incluirá sus Cinco Poemas, Las Habladurías, la Suite Llanera y El Concierto para Orquesta.
Ante todo este legado impresionante de excelencia y música, Gabriel David y Constanza Eugenia, sus hijos, se mueven a sus anchas incursionando en la vida por sus propios medios. Sólo su hija le sigue los pasos a nivel musical: estudió violín, piano y ahora está con la guitarra y el canto. El futuro dirá, son 30 años de carrera insigne y es mucho lo que falta por contar de este venezolano con una batuta dorada.
Fuente: Patricia Aloy.