Cada año la empresa Bigott desarrolla un encuentro con casi una veintena de periodistas que cubren distintas fuentes en diversas regiones del país
Un intenso trabajo de 5 días queda plasmado en las páginas de un libro llamado Desvelos y devociones
Este encuentro con la investigación y el periodismo narrativo llegó en 2012 a su séptima edición, es liderado por dos comunicadores de amplia trayectoria, Alfredo Meza y Albor Rodríguez
Cuatro de la tarde una hora “interesante” para una sala de redacción. Además del tecleo de las computadoras y el sonido del teléfono, está el murmullo de los periodistas dando forma a las notas del impreso de mañana o de la edición digital que están por publicar. Desde el año 2005, Bigott recrea esta etapa del día en 20 comunicadores, quienes a través de la guiatura de Alfredo Meza y Albor Rodríguez desarrollan la cobertura de un tema, pero esta vez tomando las herramientas del periodismo narrativo, en especial la crónica, para generar historias que se plasman en la obra Desvelos y Devociones.
En la edición de 2011 Adriana Ortiz, Alirio Leal, Ana Briceño, Angela Rodríguez, Arnaldo Valero, César Noriega, Dairily Atagua, Elvira Villasmil, Elvis Rodríguez, Francisco Briceño. JJ Peña, Jescenia Dovale, Jessica Carrillo. Loys Leso, Pedro Túa, Víctor Sánchez y Mílitza Zúpan participan en esta obra que acaba de ser presentada por la veterana periodista venezolana Marianella Balbi.
Para Balbi en este libro se revelan “la sensibilidad de sus autores por convertirse en los amplificadores de esas voces que claman ser escuchados por el poder”. Y es que los protagonistas de cada página de Desvelos y devociones son voces anónimas. Por ejemplo la de un damnificado caraqueño, la de unos pescadores atribulados por una nueva ley, la de los niños curados en el Cardiológico de Montalbán o la de Agustín Blanco Muñoz.
Desvelos y devociones presenta historias de cantantes que envían mensajes en polos orientales, de unos masones que hacen vida en las industrias básicas. También escudriña en la historia de quien habita a oscuras al lado de un estadio que recibe estrellas, en la de los voluntarios del Hogar clínica San Rafael y en la de un hombre que se estrelló con el sueño americano.
Este retrato del periodismo venezolano se ve reflejado en la vida de una mujer de la etnia wayuu, en la de coleadores que nunca volvieron o en la de secuestrados que están vivos. Todas estas historias las hemos leído en prensa pero nunca desde este enfoque en el que el uso de la narración y la descripción son las protagonistas. En desvelos y devociones también se cuenta la vida de rescatistas de protección civil, se sabe más sobre la muerte de las toninas en Valencia, se sufre con una madre que murió el mismo día en que perdió a su hijo; se reconoce al látigo Chávez y se llega al diagnóstico que sólo se obtuvo por el empuje de una madre.
Para Bigott este reconocimiento solamente busca contribuir a que el periodismo que se produce en Venezuela no sólo haga crecer sus capacidades para darse cuenta de la realidad del país, sino que ese ejercicio profesional ocurra bajo parámetros que gratifiquen al lector.
Fuente: Militza Zúpan.