Italo Calvino nos invita a perdernos en “Las ciudades invisibles”, habitadas no solo en el imaginario del autor, sino en el de cualquier lector dispuesto a perderse como dice Edgar Borges (Caracas, 1966) en su libro citando a Pessoa: “¡Viajar! ¡Perder países! ¡Ser otro constantemente!”
A Edgar Borges -autor del libro que da título a esta reseña-, según sus palabras, le gusta recorrer mundo a la manera de Pessoa y perder países, mundos, e imágenes. Ya nos avisaba de esa peculiaridad suya en “Crónicas de bar”, y ahora nos invita, en esta nueva aventura literaria, a viajar recorriendo la obra de Peter Handke (Griffen, Austria, 1942) a través de este libro.
<<En principio deseo estar solo y observar la soledad de los otros>> dice el autor de “El hombre no mediático que leía a Peter Handke” (Ediciones En Huida, 2012). ¿A qué o a quién me recuerda esta frase? Esta frase me lleva a mí, al recorrido de mis observaciones en solitario cuando me dedico a observar la soledad de los otros -de la que habla Edgar Borges-, cuando ya he dialogado con la mía. ¿Estamos reflejados en este libro todos los que en solitario observamos ese mundo de los otros? ¿Estamos los que a modo de forenses diseccionamos el cuerpo de la soledad de los otros en posesión de la verdad?
Edgar Borges nos habla en este libro de varias realidades, también Dediegos Gracia García nos habla de ello en sus letras cuando dice con ellas que el mundo es un hervidero de realidades: cada hombre una realidad diferente.
Nos pregunta –se pregunta- Borges: << ¿Qué pasillo de su memoria andará recorriendo la señora que toma café muy cerca de mi mesa? ¿Alguien esperará al hombre que en la barra demora su cerveza? ¿El cuaderno que trae en mano la chica que recién entra contendrá las notas de sus experiencias? ¿Cuántos otros, en los últimos cincuenta años, escribieron su paso por este café?>>. Aquí vuelve Edgar Borges, de algún modo, la vista a su “Crónicas de bar”, porque este autor recorre el mundo en el que habita deteniéndose en esos cafés que son como estaciones del tiempo, un tiempo que desde hace unas décadas se comienza a desintegrar, o se comienza a mostrar de otro modo, como si lo espacial también se hubiera atomizado: el tiempo globalizado ya no es el tiempo de antes.
Ya no quedan dudas, la alienación del tiempo y del hombre en ese espacio tiempo es una realidad que se asemeja más a la ficción que a la misma realidad propiamente dicha. El hombre moderno, o pos-moderno ha sucumbido a la locura, ha sido alienado por la salvaje y poderosa máquina de propaganda de los que ostentan el poder: estupidizar al hombre es el fin; someterlo mediante el terrible plan de sumirlo en la más absoluta ignorancia. Esta realidad a la que elude Edgar Borges y de la que pretende escapar Gracia García, es la realidad del espejo, la otra, la que carece de imagen como cuando Handke describe al ciego que se mira en el espejo.
<<Yo vivo en un mundo de culitos y mallas estilo Pilates y Spining>>, dice Dediegos Gracia. <<Cuando yo tenía ocho años Handke tenía veintisiete>> nos recuerda Gracia García.
¿Es consciente Peter Handke del significado que en su obra, otros, alcanzarán a dilucidar sobre la palabra puerta (Tür)?
¿Por qué la repetición de esa imagen en la que los personajes entran y salen atravesando -evidente y obviamente-, puertas que puede que nos lleven a paisajes nunca soñados?
La estructura del libro de Borges nos recuerda también a Bolaño en “Los detectives salvajes”, y es la influencia de este autor la que yo veo en la obra de Edgar Borges, sin olvidar a Poe, Kafka, Walsh, o Perec… y ahora Peter Handke.
“Lo más abyecto es que se decía que una de las metas de la guerra era desmoralizar a la gente, no destruir, no vencer, sino desmoralizar al pueblo. Lo consiguieron desde luego”. Dice Handke en el libro “El hombre no mediático que leía a Peter Handke”.
¿Por qué un observador constante como Handke ha de sentirse poeta?
<<Ser uno de los últimos utopistas del mundo. ¿Con qué derecho me incluyo en la lista de los últimos malditos?>> dice Edgar Borges.
¿Ser, o considerarse uno de los últimos utopistas del mundo puede crear confusión al lector, y éste puede creer que el autor que así se autodefine es un escritor prepotente?
Como se ha dicho Walsh está presente en la narración de Edgar Borges, a la vez que intercala escenas con Kafka, y estructura como ya se ha dicho, al estilo de diario como lo hace Bolaño en su libro “Los detectives salvajes”. Además debemos destacar la influencia que Borges tiene de Vila-Matas, entre otros que pueden ir apareciendo en este libro.
El autor-narrador-protagonista reflexiona sobre las imágenes que Handke va desgranando en su obra, y son éstas imágenes las que Edgar Borges utiliza como vínculo, como nexo de unión entre autor-narrador-protagonista, porque a través de éstos nos descubre su mundo, su complejo mundo de narrador omnisciente, como en un espejo Peter Handke-Edgar Borges juegan a describir las imágenes que hemos perdido, que hace tiempo nos borraron de esta realidad inventada por la máquina devofagocitadora del Imperio que pretende eliminar la palabra porque ésta es la única arma que nos queda para poder salvarnos de la barbarie.
<<Juago a no pensar>> dice Edgar Borges y este no pensamiento lo lleva al poema de la duración de Handke.
“Vive como un marginado en un barrio de inmigrantes africanos, no concede entrevistas, nunca acude a la radio o la tele” ¿Quién se esconde tras esta frase, el autor investigado en este libro, el propio Edgar Borges, el narrador omnisciente, o el ciego cuya imagen no está en el espejo?
<<Handke crítica el supuesto mundo que “maneja”, “posee”, una verdad absoluta, fuera de la cual nada hay válido>>.
<<Los grandes medios moldean a la gente, modifican sus pensamientos>>. (De la entrevista que Edgar Borges hace a Alesakdar Vuksanovic.
<<Peter Handke no es pro-serbio, es pro-humano>>.
Cada mañana me levanto a las seis treinta de la mañana, escribo hasta las siete y media; seguidamente preparo el desayuno para mi compañera y mi hijo, y nos sentamos a la mesa para atrapar nuestro tiempo.
Más tarde, una vez mi compañera y mi hijo se han marchado recojo un poco la casa, y me siento a mi mesa de trabajo para iniciar el día. Yo soy un hombre mediático que lee a Edgar Borges y “El Hombre no mediático que leía a Peter Handke”. Leo la prensa que para tal fin elijo y me pregunto: <<¿Estas noticias son la verdad? ¿Una realidad creada y mostrada bajo distintos intereses?>>. Es la pregunta que subyace en el libro de Edgar Borges.
El escritor de la obra plantea que el mundo camina hacia una nueva concepción del tiempo, ya lo he resaltado líneas atrás, y una nueva concepción de la realidad. Y Edgar Borges nos pregunta:
<< ¿Será que nos entregaron un espacio virtual para que juguemos a hacer mundos mientras ellos terminan de secuestrar la realidad? ¿Qué cosa distinta es a un desierto Internet?>>.
Handke investigado por Edgar Borges en “El hombre no mediático que leía a Peter Handke” puede que nos dé la repuesta a estas preguntas o no, el lector tiene la palabra.
Escritor y ensayista (Setenil de las bodegas 1961 -Cádiz-).
“El hombre no mediático que leía a Peter Handke”, en lugar de capítulos, se divide en 32 Puertas, algunas se las cuales se titulan: “Ella”; “Él”; “Los otros”; “La decisión”; “Atentado contra la decisión”; “La ventana”; “Hotel de vampiros”; “Dos”; “La fuga”; “La palabra (es) la puerta”; “Carta de renuncia de una puta”; “Un túnel”; “Detalles”; “Un escritor silenciado”; “No hay nada”; “El salto (la ficción)”; “El teatro de la mañana”; “A pulso” y “Pantallas que han traicionado la realidad”, entre otros.
Por: Salvador Moreno Valencia
Fuente: Ahinoa García