El Arte de ser Humano (en la empresa)
Un gran pesador inglés dijo que «La verdadera Universidad hoy día son los libros», y esta verdad, a pesar del desarrollo que modernamente han tenido los libros, es en la actualidad más cierta que nunca. Nada aprende mejor el Homo Sapiens que lo que aprende por sí mismo, lo que le exige un esfuerzo personal de búsqueda y de asimilación; y si los maestros sirven de guías y orientadores, las fuentes perennes del conocimiento están en libros.
«Para que un hombre pueda desviarse a un rumbo desconocido, primero tiene que estar en el camino correcto.»
Cito el siguiente texto del Blog de Raúl Baltar:
Desde que tengo uso de razón dedico un tiempo considerable de mi vida a leer. Adoro la lectura desde que comencé a devorar las novelas de aventuras de Verne, Dumas o Salgari, para pasar pronto a descubrir a Salinger, Galdós, Capote o Tolstoi. Y a partir de esos momentos nunca he dejado de leer hasta el día de hoy. Por muchas razones.
Una de las cosas geniales que tiene la lectura es que desarrolla algunas habilidades, genera reflexiones y fabrica inquietudes. En mi caso, una de las inquietudes que la lectura despertó los últimos años fue un cierro anhelo por dar algunos pasos en la escritura. Así, en repetidas ocasiones, había afirmado con algo de timidez mi intención de escribir, añadiendo a continuación un prudente “cuando tuviera tiempo disponible”. Fue el sentido común de mi esposa Pamela el que me hizo ver donde tenía el tiempo disponible que necesitaba, sugiriéndome que dejara de lado alguno de los 30 libros que leo anualmente, utilizando ese tiempo para las primeras prácticas en el terreno de la escritura. Y así lo hice. Comencé a escribir un blog y, post a post, fue tomando forma lo que terminó naciendo como “El arte de ser humano (en la empresa)” título que se debe a la capacidad de síntesis e inspiración de mi amigo Carlos Díaz Artola.
Encontrado el tiempo necesario, mi siguiente paso era la elección del tema sobre el que quería escribir. Me pareció que lo más interesante era comenzar explorando en una zona de confort muy cercana, como lo es mi experiencia profesional. Quienes me conocen saben que le dedico muchas horas de mi vida a trabajar y también que mi posición profesional es un observatorio privilegiado que me permite contrastar a diario las divergencias entre lo que las “organizaciones quieren” y lo que las “personas interpretan” como su papel en la vida de la empresa. En ese sentido, hace tiempo entendí que una organización empresarial es un concepto, un logotipo, que no significa nada si se aísla de que quienes le dan sentido: las personas ¿Por qué entonces no escribir con esa orientación?
Puedo comprobar todos los días que el estilo de liderazgo actual es diferente a lo conocido hasta hace relativamente poco tiempo. Ya no es válida la oficina de la esquina donde el gerente se aislaba y dirigía una organización sin mirarla, sin sentirla y sin apenas conocerla. Hoy en día descubrimos que el liderazgo es algo muy diferente, que esa diferencia es buena y que, además, debe ser extendida hacia todos los que se puedan (o quieran) “contaminar” de la misma. Contaminarse supone estar integrado e inmerso en la cultura organizacional y la cultura debe estar respaldada por una estrategia corporativa. Si la estrategia es conocida por todos entonces está garantizado que cada quien entenderá para qué y por qué trabaja cada día. Los tiempos han cambiado y ya no se trata de seguir un manual que nos dice lo que hacer sin discutir. La narrativa actual se estructura sobre el conocimiento primero y sobre el entendimiento después, de manera que se pueda compartir cuál es el propósito al que uno dedica una buena parte de su vida.
Entendí entonces que quería escribir acerca de las organizaciones empresariales, con especial atención a las conexiones que tienen las personas con los distintos mundos sobre los que se arma el universo profesional. Conceptos como calidad, trabajo en equipo, eficiencia, creatividad, planificación estratégica o comunicación son muy cercanos a todos los colaboradores en una organización empresarial.
El genial Groucho Marx decía:
– Tengo una respuesta…¿Alguien tiene una pregunta? Aunque divertida la expresión, sin seguir entonces los postulados de Groucho, nace todo alrededor de una pregunta:
¿Son los colaboradores de una empresa realmente conscientes del protagonismo que tienen en la construcción, el desarrollo y la sostenibilidad de la planificación, los procesos o la calidad?
Intento en el libro resolver esa pregunta y aportar algunas respuestas. El avance o retroceso de un proyecto está íntimamente relacionado con la actitud de las personas que son protagonistas del mismo y no tanto con una prodigiosa ingeniería de procesos. Mi objetivo fue y sigue siendo reflexionar acerca de la interpretación de las cosas que pasan en el trabajo e intentar convencer a los lectores que el ser humano, a pesar de que queda normalmente relegado como algo abstracto, es normalmente el problema y también la verdadera clave de la solución.
Más veces de las que nos imaginamos las cosas son protagonizadas por el sentido común y la sencillez. En este libro he intentado que lo sencillo sea protagonista y espero haber utilizado esa sencillez con corrección para mostrar algunos comportamientos empresariales que, no por ser explicados desde el plano de la fluidez, dejan de ser muy complejos y desde luego vitales para el funcionamiento eficaz de las organizaciones.