A quién hay que matar para vivir lleva por título la obra
La poesía de Ennio Tucci contiene la facultad de trasmitir emociones paralelas que se convierten en una sola sensación: vacio de la realidad que somos todos y ocultamos con nuestras mascaras. A quien hay que matar para vivir poemario del autor a reeditarse próximamente con Ediciones Madriguera. Abre las puertas de versos con el poema de chocolate donde en pocas líneas descubrimos cual es el ritmo de esta obra con voz propia.
Me dicen que de la poesía no se vive
que me moriré de hambre
que no puedo cambiar mis poemas en el supermercado
que no me darían un kilo de harina o de azúcar o de sal;
me dicen que de la poesía no se come
que los poetas somos unos muertos de hambre
que sólo queremos llegar al status quo
que la poesía no nos sirve para nada más;
A partir de allí, de manera vertiginosa, sucumbimos a una serie de poemas que le dan fuerza al título, donde por momentos el corazón se nos encoge, cuando vemos a un hombre recordando su infancia, pidiéndole perdón a su hermana pequeña que busca jugar, mientras él sólo piensa en trabajar y eliminarle un poco los vacios al interior de la nevera. Nos conseguimos ese juego donde el poeta siempre quiere poder jugar como niño, pero le toca jugar a ser grande.
Dentro de esta nostalgia encontramos un humor intrínseco, una burla a su propio ser, una ironía de la realidad. Sus poemas, en la mayoría, son con finales abiertos, simplemente finalizados con un punto y coma, semejan que es una abertura de la profundidad del bardo, que salpicó en la hoja y es el poema, pero que luego de ese aparente final hay una infinita continuidad de versos que nos muestran quien es Ennio.
La pobreza, la nostalgia, la resignación se palpan entre los aparentes poemas de humor
Ando siempre con mis propios pies y no puedo
quejarme
pero en las noches reviso los bolsillos de mis
pantalones
y cuento las monedas que me quedan
porque hay que recibir al día siguiente.
A veces este que soy se enamora
entonces las tripas le suenan,
se retuercen y eructa
y se le hace agua la boca;
pero no puedo invitarte un café
y se me arruga la garganta
hasta que el sol se pone
y regreso otra vez derrotado
contando las monedas para el día siguiente…
La niñez añorada es lo que resalta con mas preponderancia dentro de la poesía de Ennio, pero no visto como el hombre que nunca terminó de crecer, sino como un poeta maduro que se resignó a ser un adulto completo y derecho, pero en el fondo desea esa infancia perdida años atrás. La podemos ver en la resignación a la entrada al trabajo, cosa que millones de personas padecen, en la cabeza baja cuando se entra a la empresa donde se está contratado a cambio de un quince y ultimo, en la frialdad emocional por no disfrutar lo feliz hasta el paroxismo y llorar hasta el ahogo lo lamentable.
Uno de sus poemas de la niñez nos hace recordar una de nuestras golosinas favoritas: las tetas frías.
Yo también se las chupé
las de coco y las de mango,
las mordí sin piedad
mis dientes se clavaban en ellas
y luego quería una más y otra y otra…
Era lo mejor de estar aquí…
Con la tabla de multiplicar
leyendo el diario a diario
resolviendo crucigramas
haciendo ejercicios con los dedos
estirando y torciendo para mejorar mi grafía
siempre indescifrable
se las chupaba a diario
de mañana y de tarde la visitaba…
Pero también nos lleva a ver la violencia que atosiga la sociedad
Cómo esquivar una bala
él tampoco podría esquivar mi palabra
pero mi palabra puede no matarlo.
Qué palabra me salvaría la vida
golpearlo o hacer que baje el arma.
Qué palabra es capaz de trabar la pistola.
¿Qué decir?
Darle la cartera con la cédula y las fotos,
darle el celular y el libro de Juan Gelman,
darle los cinco bolívares del pasaje de mañana
y luego llamar al trabajo para avisar que llegaré tarde,
responder a sus preguntas o no decir nada.
Este poemario próximo a salir, es una obra que como dice el poeta César Seco, posee luz propia, “un poeta joven que es un valor incalculable para la poesía venezolana” realidad indiscutible de un bardo que posee un ritmo propio, que no imita poetas de otras generaciones sino que consiguió su propio ritmo. Bien vale la pena leer esta obra y redescubrirnos entre sus líneas.