Cada ciudad es diferente, tienen espíritu propio, puedes vivir en muchas, pero solo llegas a amar algunas, necesitas a “esa”, la que te gusta. Las ciudades son como los amantes, no es que necesites a cualquiera, es que necesitas a “ese”, el que te gusta.
Las ciudades te esclavizan, te hacen desearlas, no puedes prescindir de ellas y si lo haces, obligado por las circunstancias, las extrañas, las recuerdas, sueñas con ellas, todo el día, todas las noches, como los amantes, tal cual. Quizás eso me pasa a mí porque soy nostálgica. Me gusta serlo, es un vicio, una fascinación… me gusta extrañar ciudades y personas, es una forma de corroborar que he gozado, que la he pasado bien.
Yo me mude de Caracas con lágrimas en los ojos. Mientras más tiempo paso sin ella más la extraño. Subo todos los días, incluidos sábados y domingos. Mi actividad favorita es correr, y aunque lo hago en mi urbanización llena de arbolitos y silencio, necesito volver a hacerlo entre vehículos, bocinas, ruido y gente.
Caracas es un caos, sobrepoblación, violencia, pero también edificios altos, Altamira, brisa, el Ávila y Parque del Este. El paisaje de la ciudad: el concreto de las avenidas, los faros, los centros comerciales, los restaurantes, las calles y los semáforos, el ornato de Caracas me hace falta. Y mucha. Quizás influye que me he mudado a una ciudad poco gloriosa, poco amable al menos en su lado urbano, ya que como paisaje natural (desde mi casa se ven los atardeceres más hermosos y las montañas más altivas y lindas del planeta, además de las nubes más blancas) no tiene nada que envidiarle a otras ciudades.
Pero Caracas tiene eso del amor por lo conocido, del afecto sin medida por eso que sentimos nuestro de tanto frecuentarlo. Caracas es el espejo de nuestra identidad, no es simplemente una ciudad incierta y absurda (que lo es), es el espacio donde, al menos yo, he guardado mis mejores recuerdos. Me arrecho con ella, le peleo, la insulto, pero nunca he dejado de amarla. Piensen en ella los que la habitan y hacen vida en sus avenidas ¿Cuanto les haría falta de perderla? ¿Cuanto la extrañarían?
C.Luisa Ugueto