Con el concierto en Reggio Emilia, el pasado viernes, los músicos venezolanos cumplieron su compromiso musical en Suiza e Italia, luego de tocar en Zurich, Milán, Roma, Turín, Nápoles, Palermo y Génova.
Si la primera parada de la gira por Italia, en el Teatro alla Scala de Milán, tuvo un espectador de lujo, Daniel Barenboim, el del último concierto, en el Teatro Valli de Reggio Emilia, no se quedó atrás. En la sala, atento a cada sonido y sin que nada lo desconcentrara, estaba el director Claudio Abbado.
El famoso director italiano, consagrado por su trabajo con orquestas como la Filarmónica de Berlín, la Orquesta alla Scala y la dirección artística del Teatro Alla Scala, llegó primero al ensayo y regresó al concierto. Al final, fue al camerino de Diego Matheuz y cambió el aplauso por una felicitación y un fuerte abrazo paternal. “Fue un gran concierto. La orquesta como siempre fue una gran orquesta, es siempre fantástico escucharla, sonaron maravilloso”, señaló el director, a quien Matheuz, saltándose cualquier formalismo, le dedicó públicamente la interpretación de la Sinfonía Fantástica de Héctor Berlioz.
La obra del compositor francés, estrenada en 1830, fue largamente aplaudida en el teatro de Reggio Emilia, donde la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela culminó una gira en la que el maestro Gustavo Dudamel y Diego Matheuz compartieron la batuta. Y aunque no era la primera vez que Matheuz, actualmente director musical del teatro La Fenice de Venecia, conducía a los venezolanos fuera de Venezuela, fue esta su primera oportunidad para asumir la responsabilidad de guiar una gira internacional con la orquesta de la que formó parte en la fila de primeros violines.
La gira comenzó con el debut de los venezolanos en Zurich, Suiza, donde se ofreció un único concierto en el Opernhaus. El siguiente concierto y los demás fueron en territorio italiano: el Teatro alla Scala de Milán, en el Parco della Música de la Academia Nacional Santa Cecilia de Roma, en el Auditorio Lingotto de Turín, en el Teatro San Carlo de Nápoles (donde hubo en otras épocas palcos exclusivos para Donizetti y Rossini), en el Teatro Massimo de Palermo, el Carlo Felice de Génova y el Teatro Valli, de Reggio Emilia, escenarios fundamentales de la historia de la música de Italia.
En el paso por estas siete ciudades italianas interpretaron obras como Santa Cruz de Pacairigua, del venezolano Evencio Castellanos, Dapnhis y Chloe, de Maurice Ravel, la Suite Nº 2 Pájaro de Fuego, de Igor Stravinsky, la Tercera Sinfónia “La Eroica” (por su nombre original en italiano) de Beethoven, y la Sinfonía Fantástica de Berlioz.
El crítico musical del diario El Corriere della Sera escribió: “Cuando se habla de orquestas como la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela o la West-Eastern Divan, se corre siempre el riesgo de subrayar la excepcionalidad, por decir así, del carácter “social” de su génesis e historia, dejando de lado la calidad y valor musical de lo que ellos realizan. Pero conciertos como los que acaba de ofrecer la Sinfónica Simón Bolívar en la Scala de Milán y en el Parque de la Música de Roma, cortan la cabeza al toro porque han sido conciertos de una agrupación de alto nivel. Que tiene una sonoridad potente, una compostura y tesitura casi europea y colores luminosos, además de aquel valor contagioso agregado que le da la exhuberancia de lo juvenil, que no se traduce a una simple fuerza muscular sino que es una adhesión emotiva convincente, fuerza explosiva”.
El periplo no sólo sirvió para reencontrar a la orquesta con el público italiano, luego de haber tocado como Sinfónica Nacional Infantil de Venezuela, cuando fueron por primera vez en 1998, después de haber hecho varios conciertos como Orquesta de la Juventud Simón Bolívar, sino para presentarse ahora como la Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela, sin la etiqueta de orquesta juvenil, como se ha hecho durante este año.
Al mismo tiempo, la gira fue una oportunidad para atestiguar el fortalecimiento del Sistema de orquestas Juveniles e Infantiles de Italia, que según afirma su presidente, Roberto Grossi, ya cuenta con 5.000 niños y jóvenes en 16 regiones de la nación italiana. Además, la estancia de la orquesta en Nápoles fue la oportunidad para hacer entrega oficial del Premio de Cultura italiana Albatros 2011, que fue otorgado al maestro José Antonio Abreu.
Fuente: Prensa FundaMusical Bolívar.