El auge del libro electrónico cualificó este año la oferta del libro impreso.
1. La luz difícil. Tomás González. A partir de la historia de la muerte de un hijo, esta narración se va convirtiendo en una pequeña epopeya de expiación del dolor y de búsqueda del sentido de la vida a través del arte.
2. El mapa y el territorio. Michel Houllebecq. Quizá Michel Houellebecq no es un gran novelista, pero sin duda es un gran escritor. La trama, la prosa y la estructura narrativa de El mapa y el territorio sorprenden menos que su sobrecogedora mirada al arte y a la sociedad contemporánea.
3. El clan de Los Doce Apóstoles. Olga Behar. Juan Carlos Meneses, comandante de la Policía de Yarumal en 1994, confiesa haber sido cómplice y haber recibido dinero del grupo paramilitar conocido como Los Doce Apóstoles durante los tres meses que estuvo allí. Pero no se trata de la denuncia de un caso más de corrupción: el exmayor acusa a Santiago Uribe Vélez de haber sido el jefe de dicho grupo.
4. Moby Dick. Denis Deprez y Jean Rouand. Este libro es una notable adaptación de la obra de Herman Melville al formato de novela gráfica. Ha sido galardonada con varios premios, tanto por la calidad del dibujo como por su guión, que respeta el argumento y el desarrollo original de la novela.
5. Los enamoramientos. Javier Marías. Los hechos son menos importantes que la reflexión de los hechos. Con un improbable argumento policial, el novelista español construye un fino e irónico tratado contra el amor y sus falsas ilusiones.
6. Formas de volver a casa. Alejandro Zambra. Novela chilena sobre una generación: la que nació en los ochenta, en plena dictadura de Augusto Pinochet. Aunque para hablar de los hijos, antes hay que hablar de los padres. También es, entonces, la novela de esos personajes secundarios que participaron en la resistencia o se hicieron los de la vista gorda al tiempo que vegetaban y envejecían en barrios grises de clase media. “Mi papá miraba tranquilamente desde el sillón”.
7. Artículos propios. Julio Paredes. Se podrá decir cualquier cosa de este libro de cuentos menos que no tiene unidad temática y de estilo: todos miran para el mismo lado con el tono preciso y creíble de mujeres solitarias, viejas, cansadas, humilladas, miedosas, acosadas, desenamoradas. El paso del tiempo, los hombres, la violencia o el destino chambón fueron sus enemigos. Han perdido, pero no están derrotadas del todo
8. Nada. Jane Teller. Pierre Anthon, alumno de séptimo grado en un colegio de una pequeña ciudad danesa, de repente se levanta y dice: “Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena nada. Eso acabo de descubrirlo”. El nihilismo de la juventud es el tema de esta gran obra de la literatura juvenil.
9. Explicaciones no pedidas. Piedad Bonnett. Con un tono duro, rabioso, irónico, la poeta muestra su desacuerdo con el mundo y reclama por las miserias y las pérdidas que nos va dejando el paso del tiempo. Pero sin caer en el patetismo. No obstante su actitud sombría, nunca olvida la intención estética y la necesidad de construir bellas imágenes.
10. La nube plateada. Javier Darío Restrepo. Las cenizas de la abuela, antes de caer al río, forman en su vuelo “una nube plateada”. Y un gran interrogante en la mente del nieto de 9 años. La muerte interroga y el abuelo se siente obligado a responder. Este es un libro contado de una manera muy personal. En realidad, una larga carta a un niño para explicarle la muerte.
Fuente: Semana