En la Sinfónica Juvenil de Caracas no sólo hay 173 músicos. Hay 173 atrevidos: este viernes 21 de octubre, los venezolanos debutaron en Beijing (China) nada más y nada menos que con la Décima Sinfonía de Shostakovich y la Sinfonía Nº 3 de Camille Saint-Saëns, dos obras complejas, difíciles, de esas que abordan las orquestas con décadas de experiencia. Los venezolanos, dirigidos por Dietrich Paredes, comenzaron con este reto su segunda gira internacional, que también los llevará a Seúl, este 25 y 26 de octubre.
Después de calentar con sus instrumentos, luego de dos días de travesía aérea para llegar a Asia, los muchachos estaban ansiosos por salir a escena. Fervorosos, con la intensidad de sus edades juveniles, pero además con la seguridad y aplomo que les ha dado su convivencia de muchos años en El Sistema, salieron a hacer lo que les gusta y saben hacer: ofrecer excelencia.
Después del debut de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar en diciembre de 2008, esta nueva ola generacional viene a buscar aplausos frescos, a decirle al mundo que El Sistema es un programa sustentable, que es una cantera de talentos y entre sus bondades también está la solidez en el tiempo. El concierto que se llevó a cabo en el National Center for the Performing Arts en Beijing dejó un mensaje alentador para la música: la siembra del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, perteneciente a la Fundación Musical Simón Bolívar -adscrita a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela- es sinónimo de la palabra infinito.
Sentado entre el público estaba el tenor venezolano Aquiles Machado, quien hace apenas un año cantó con esta orquesta. “Se trata de unos jóvenes que tienen mucha energía para hacer buena música. No imagino cuál puede ser el techo de esta orquesta, si comienzan tocando obras como estas y con ese nivel en escenarios internacionales. Muchas sinfónicas le temen a un repertorio como el que interpretaron, sobre todo si se abordan los movimientos a tempos tan difíciles”, señaló el reconocido venezolano, quien a finales de este mes hará La Boheme en la sala de ópera del mismo teatro.
Otro de esos espectadores ante el que cualquier músico teme hacer un solo (anoche hubo al menos una docena de solos en la Décima Sinfonía de Shostakovich) es el pianista Tamas Vásáry, quien al salir del teatro señaló: “Este concierto demuestra algo muy importante: ¿qué país en el mundo puede poner a girar a varias orquestas juveniles con un programa como este? En la respuesta a esa pregunta está la hazaña de El Sistema y de Venezuela. Todo el mundo está de pie, aplaudiendo lo que ocurre musicalmente en Venezuela y el fenómeno que este país está exportando a otros continentes”.
La savia nueva de El Sistema, esa que ha sido formada de la mano de profesores venezolanos, continúa su ruta por Corea. El 25 se presentarán en el Centro de las Artes de Seúl. Allí serán parte de un sueño del maestro José Antonio Abreu: el primer concierto de una orquesta binacional Corea –Venezuela. Los músicos coreanos tocarán junto a los venezolanos los inspiradores pasajes de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
El miércoles 26 de octubre, la Sinfónica Juvenil de Caracas culminará su tránsito por Asia en la Universidad Ewha. En el teatro de esta casa de estudios sonará con fuerza la Sinfonía Nº 4 de Tchaikovsky, dirigida por Dietrich Paredes. El concertino de la agrupación y una de las nuevas promesas de la dirección orquestal que se forman en El Sistema, Andrés Rivas, tomará la batuta para conducir el Danzón Nº 2 de Arturo Márquez y la Suite del Ballet La Estancia, de Alberto Ginastera.
Fuente: Prensa FundaMusical Bolívar.