Un proyecto de acuerdo para regular la ejecución de los grafitis en el que han trabajado la Administración Distrital y el Concejo, fue aprobado en esa corporación en primer debate. Sin embargo, un segundo debate tendrá que darse este año o se perderá el esfuerzo por la reglamentación.
El periódico on line Ciudad VIva de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, en su edición de octubre, presenta los avances de este proyecto y una completa mirada al mundo del grafitti, a propósito de la edición 15 del Festival Hip Hop al Parque que se realizará este fin de semana en nuestra ciudad.
La iniciativa busca al mismo tiempo la protección del espacio urbano y la circulación de obras de grafiti. Esto en la medida de que se considera una manifestación de la cultura urbana enmarcada dentro del derecho a la expresión, cuyo ejercicio debe realizarse teniendo en cuenta el respeto al bienestar ciudadano, al espacio público y al patrimonio.
El proyecto surgió de la concejal Liliana de Diago frente a la cual la Administración Distrital elaboró una serie de sugerencias y comentarios acogidos por la cabildante, quien asumió su presentación ante el Concejo. Para ello se designó una mesa compuesta por las secretarías de Cultura, Recreación y Deporte, de Gobierno, de Planeación, de Educación y de Ambiente.
Sin embargo, Paula Arcila, encargada de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte para las relaciones con el Concejo de Bogotá, advierte que aunque el proyecto ya pasó el primer debate, le falta el segundo. De ahí pasaría a la firma de la alcaldesa (D). De no darse el segundo debate, el proyecto no entraría en vigencia y no se haría realidad.
En el proyecto de acuerdo 127 de 2011 se destaca que supera una concepción punitiva y prohibitiva acerca del grafiti. María Villa, coordinadora de Formación e Investigación de la Gerencia de Artes Plásticas del Instituto Distrital de las Artes (Idartes) -entidad adscrita a la la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte-, explica el alcance del proyecto: “Para empezar, en este proyecto de acuerdo la institución pública reconoce el grafiti como una forma de arte y una expresión cultural. En segundo término, promueve espacios donde esta forma artística pueda darse sin amenazar el patrimonio, al espacio público y la calidad de vida de los ciudadanos. Nos interesa generar vías publicas y legales donde los grafitis se puedan hacer”.
Este tipo de espacios, explica Villa, generará canales de circulación legales para una actividad que hoy no los tiene. Así gozarán de oportunidades similares a las que tienen artes como el teatro o la danza que en la actualidad pueden realizar eventos callejeros, con los permisos apropiados.
Qué es un grafiti
En su artículo tercero, el acuerdo entiende como grafiti “toda forma de expresión artística temporal urbana, entre las que se encuentran las inscripciones, dibujos, manchas, ilustraciones, rayados o técnicas similares que se realicen en el espacio público de la ciudad, siempre que no contenga mensajes comerciales, ni alusión alguna a marca, logo, producto o servicio”.
El proyecto entrega al Distrito la responsabilidad de determinar las zonas o espacios autorizados para la realización de grafitis. Un aspecto de gran importancia es que, según el artículo, cuarto “la reglamentación que expida la Administración Distrital no podrá limitar el contenido de los grafitis. El autor del grafiti será el responsable de su contenido”.
NOTA RELACIONADA
Grafiti: más que rayas en la pared
En la versión número 15 de Hip hop al Parque, que se realizará del 7 al 9 de octubre en el Parque Simón Bolívar, los grafiteros tendrán espacios para que muestren su arte. En el evento estarán presentes todas las vertientes del hip hop: DJ (mezclas con discos), MC (cantantes), Bboys (break dance) y Beat box (los que hacen sonidos con su voz). También habrá presentaciones en La Media Torta. Hip hop al Parque es un certamen de la Alcaldía Mayor de Bogotá, realizado por intermedio de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y su entidad adscrita el Instituto Distrital de las Artes.
Por Diego Guerrero
Amado y odiado, el grafiti llena las paredes de las grandes ciudades del mundo. De pinturas en los muros del Imperio Romano (el que quiera ir más atrás podría decir que sus antecedentes están en las pinturas de las cuevas de Altamira), a las pinturas de las paredes de Berlín, Nueva York o Bogotá, las pinturas hechas casi siempre de manera clandestina en paredes ajenas han acompañado la historia de la humanidad.
Al principio perseguidos con legislaciones rigurosas, muchos sus autores han dejado de ser ‘parias’ sociales para convertirse en estrellas del arte callejero, reconocidos, inclusive, por el establecimiento de las artes.
Basta mencionar al mítico grafitero Banksy, quien no solo se coló en los prestigiosos museos Tate (Londres) y Moma (Nueva York) para colgar sus obras (en el Colombo Americano de Bogotá aseguran que él mismo puso una en su fachada) sino que sitios como los museos de Arte Contemporáneo de Los Ángeles (Moca) y el Pasadena de Arte de California (Pmca), por mencionar dos, han realizado dos exhibiciones dedicadas al tema, este año.
El asunto ha tomado tanto vuelo que una obra del Banksy pintada en el 2003, en Berlín, y que había sido tapada, acaba de ser restaurada cual obra del Renacimiento por la galería Kunstraum Bethanien y al artista estadounidense Brad Downey, según un artículo de El Mundo.es firmado por Rosalía Sánchez. No en vano, el Distrito busca en un proyecto de acuerdo crear normas que lo regulen e incentiven
Pero para ser reconocido en el mundo del grafiti es mucho el aerosol que se tiene que aplicar, casi siempre, a escondidas. Para muestra el camino recorrido por Shaday, de 21 años, un artista de los muros bogotanos que grafitea desde los 14.
Un arte costoso
“Empecé con unos amigos que pintaban en el barrio Quirigua. Ellos me enseñaron lo básico y la teoría. De resto he aprendido pintando”, dice Shaday, a quien le ha ido tan bien que ahora devenga su sustento de hacer publicidad con la técnica del grafiti.
Su comienzo no fue fácil. “Yo era bueno para dibujar, desde pequeño. Eso ayuda. Pero al principio uno es inexperto y para que te conozcan hay que pintar. El problema es que los aerosoles son muy caros. Un muro de seis metros por dos se puede llevar 200 mil pesos en aerosoles”, cuenta Shaday.
Esto porque un solo tarro puede costar unos 15 mil pesos, pues son importados. Por eso para comprarlos trabajó en muchos oficios, desde lavar carros a vender chorizos. “Hacer grafitis es una emoción distinta, es una pasión. Es lo mismo que siente el que ama patinar o comer. Es como un vicio, pero sano”, compara el grafitero.
Eso sí, tiene un problema adicional: que no todo el mundo lo ve bien y que pintar muros ha sido visto como deterioro del espacio publico. “¿Qué pasa con los policías? Muchos son ‘todo bien’ y no dicen nada -dice Shaday-. Al comienzo, pintaba mucho ‘ilegal’: pintaba muros pintaba de todo. A veces me cogía la Policía. Unos lo tratan a uno mal o pegan. Otros quitan la pintura o lo llevan a uno a lavar el CAI o a cortar el pasto de afuera. A veces, uno dejan que les explique lo que estoy haciendo y les gusta y dejan seguir. En otros casos, lo hacen ir a uno y que vuelva cuando tenga permiso del dueño. Ahora yo pinto más muros ‘legales’, y con permiso. A casi todos les gusta”.
Como todos los grafiteros, Shaday se siente orgulloso de su trabajo. Admite que buena parte de pintar un muro tiene que ver con el ego y la fama de artista callejero que va creando, porque para él es claro: “El grafiti es una cultura, una forma de vida, una forma de arte moderno”.
Para entender el grafiti
►Se llama grafiti, grafito o pintada (del italiano grafiti o del graff) a varias formas de inscripción o pintura, generalmente sobre propiedades públicas o privadas ajenas (como paredes, vehículos, puertas y mobiliario urbano, especialmente pistas de skate).
►Se ha denominado grafiti a las inscripciones que han quedado en paredes desde los tiempos del Imperio Romano.
►En el lenguaje común, incluye ‘pintadas’, esto es, el resultado de pintar en las paredes letreros, frecuentemente de contenido político o social, sin, o con el permiso del dueño del inmueble, y el letrero o conjunto de dicho carácter que se han pintado en un lugar.
►Existe un consenso general de que el grafiti, como se conoce en la actualidad, tiene sus orígenes en un movimiento iniciado en los años 60, en Filadelfia (EE.UU.), denominado el bombing (bombardear, acto de pintar el nombre por todas partes) en el que unos jóvenes artistas deciden “bombardear” las paredes de la ciudad con su nombre o apodo con las finalidad de llamar la atención de la sociedad y de los medios.
►Pronto esto evolucionó y se trasladó a la parte sur del barrio neoyorquino del Bronx, donde el arte de escribir en paredes y vagones toma la morfología definitiva del diálogo con la sociedad en general. Va a ser en Nueva York, donde se desarrolle plenamente esta cultura hasta donde hoy la conocemos.
►Durante los años posteriores, el grafiti tuvo un trascendental desarrollo, creándose estilos no solamente en Estados Unidos sino en Europa, donde se popularizó, especialmente en Alemania e Inglaterra. En los años 80 las autoridades de tránsito de Nueva York le declararon la guerra a los artistas de grafiti, prohibiendo las pintadas en las bodegas, estaciones y vagones del metro. Así por una década, fue apagándose el auge del grafiti hasta que surgió la cultura del Hip-hop.
►Con el Hip-hop, el grafiti logró su resurgimiento y su reconocimiento mundial, permitiendo que se hiciera a través de eventos, concursos, programas, anuncios en televisión, festivales, portadas de discos, entre otros; con lo cual adquiere relevancia y se consolida como arte, pese al esfuerzo inútil de las autoridades, llegando incluso hasta las galerías de arte o generar dinero a sus autores.
►En conclusión, el grafiti es considerado como una expresión artística propia de la cultura del hip-hop, que no hace alusión a marca, producto o servicio alguno.
Fuente: Secretaria de Cultura.