“Érase una vez un Barco” continúa exhibiéndose Caracas en las salas ubicadas en el Hatillo, Concresa y El Marqués; también está en Sambil Porlamar de Margarita y Marina en Cumaná. Este ameno documental es realizado por la productora Cine Seis Ocho, fundada por Alfredo J. Anzola, realizador de las recordadas películas “Cóctel de Camarones”, “Se solicita muchacha de buena presencia y motorizado con moto propia”, entre otras.
En el largometraje se nos invita a recorrer junto a Emilio Lovera, las costas venezolanas y a conocer su pasión por la carpintería y la navegación; A dejarnos llevar hasta descubrir el mundo de los carpinteros de ribera, quienes día a día construyen las más fantásticas embarcaciones, a partir de la madera. Conozcamos un poco más de este documental a través de su director, Alfredo J. Anzola
¿Cuál es el origen de «Érase una vez un barco»?
Hace muchos años mi amigo Alberto Vera, que ya no está entre nosotros me dijo: Alfredo tienes que hacer un documental sobre los carpinteros de ribera; porque ésa es una especie en vías de extinción. Han pasado cerca de 30 años y los carpinteros de ribera están vivitos y coleando. Era una película que le debía a Alberto.
Los carpinteros son unos seres excepcionales, Emilio y yo coincidimos en que estábamos haciendo una película sobre magos. Porque una persona que pone un árbol en el piso y lo “planta” allí, que es lo que llamamos plantar la quilla. Y a pura pepa de ojo y de un conocimiento ancestral logran que de allí salga un barco. Que no solamente es una maravilla tecnológica sino que también es una obra de arte.
A mí me encanta el mar y la carpintería y obviamente de allí en adelante no tenía otra opción que hacer la película; y tuve el enorme placer de comprobar que no están en extinción sino que además hay nuevas generaciones integrándose al igual que ha sucedido durante siglos.
Más allá del detalle de la construcción de un barco, cuáles son los valores a los que más resaltas en “Érase una vez un barco”
Los venezolanos pensamos que metemos la pata muchas veces y de hecho lo hacemos y eso puede llevarnos a pensar que somos incapaces de hacer obras maestras. En la película conocemos a unos venezolanos que son capaces de hacerlas. Son personas que se levantan todos los días a trabajar para llegar al final a una obra de la cual están orgullosos. Y de la que todos podemos estar orgullosos. Es reconocer a un país donde hay gente que produce y que produce con alegría y amor por lo que hace hasta el punto que botar un barco, al igual que estrenar una película es una gran fiesta con “bombos y platillos” y cohetes y curas y todas las, como dice Emilio “bebidas espumosas típicas de la región”.
Pero además de ser unos trabajadores excepcionales tal como lo demuestran sus obras, también son capaces de administrar su trabajo de manera de que la vida pueda seguir siendo vivida bien, como nos decía el profesor Cervigón: “en la carpintería de ribera no hay proletariado hay seres humanos que crecen con su trabajo”.
Las personas que han visto la película salen más contentas con la vida que cuando entraron.
¿Cómo se integró Emilio Lovera al proyecto?
Emilio al igual que yo ama el mar y la navegación y es un carpintero “marruñeco” al igual que yo. Por supuesto cuando le conté en lo que andaba metido, cinco minutos después estábamos asociados en el proyecto. Su presencia no es de narrador, ni de comediante sino como el extraordinario ser que es, que junto al equipo de filmación fue testigo de la maravilla que pudimos presenciar.
Durante el rodaje nos peleábamos porque Emilio me preguntaba por el guión y mi única respuesta era, dime lo que sientas. Lo cual lo hace un personaje más del documental en vez de un narrador. Era constantemente un asombrado.
¿Cómo invitarías al público, que no está acostumbrado a ver largometrajes documentales, a que vaya a las salas a ver «Érase una vez un barco»?
Todos cuando vamos a la playa nos tomamos una foto con el primer peñerito que vemos y pocos nos preguntamos de dónde salen?.. quién los hace? Nosotros nos pusimos a averiguarlo y descubrimos un mundo asombroso y reconfortante. Mi recomendación es: vaya a ver Érase una vez un barco y póngase muy contento.
Fuente: CinemaPress.