Vito Salvatto es un viudo descendiente de italiano, cercano a los setenta años, venido a Venezuela durante la recesión económica italiana de la primera mitad del siglo XX, que le dio a estas tierras, junto a su amada y fallecida esposa, tres hijos: Rosa, Julio y Leopoldo, este último, muerto por el sida a finales de los años ochenta.
Cuando Vito se enteró de la enfermedad de su hijo consentido casi se vuelve loco e inmediatamente le echó la culpa a quien en vida fuera su pareja, Roberto Ricardo y como venganza y con la ayuda de sus hijos mayores, cuando su hijo muere, despoja al muchacho del apartamento, la computadora, la ropa y los bienes habido en conjunto por Leopoldo y Roberto, al menos eso cree él.
Pero la vida se ha encargado, quince años más tarde, de demostrarle a Vito que Roberto no fue quien enfermó a su hijo y hasta se ha enterado de buena fuente que el muchacho ni siquiera está contaminado con el virus del VIH+, que por el contrario, en un acto de amor y sacrificio estuvo junto a su hijo Leopoldo sabiendo que podía contaminarse también, cosa que gracias a Dios no sucedió.
Por esta razón, avergonzado y lleno de culpa, sobre todo ahora que sabe que su muerte está cerca, Vito decide invitar al Roberto a cenar, en contra de la opinión de sus propios hijos que se revelan homofóbicos, para pedirle perdón sin saber que le espera una sorpresa.
El prepara la pasta y la mejor salsa en su cocina y llega la hora, pero Roberto no llega solo. Llega con una niña precoz, de quince años, a quien presenta como Penélope Ricardo Salvatto, la hija de Leopoldo y él; o sea la nieta de Vito, niña nacida en el vientre de la hermana fallecida de Roberto con el semen de Leopoldo.
El impacto es tan grande que Vito, e incluso sus hijos, celebran a la niña si más explicación, porque es hasta ese instante la única descendiente de Vito. La niña demuestra su desenfado y ser tan elocuente como lo fue en vida Leopoldo. La cena termina y luego de pedirle perdón a Roberto, éste y la niña se marchan con la promesa de regresar, pero Vito muere esa misma noche y feliz se va con su hijo para iniciar el viaje sin retorno.
Fuente: Carlos José López.