El domingo 11 de septiembre, a las 11 de la mañana, en los espacios de la galería Dimaca, en Los Palos Grandes, el Maestro Armando Perez abrirá su nueva muestra titulada “Puertas al infinito”. Allí se exhibirá también, en el piso superior, las maquetas de sus más importantes murales. Armando ha realizado obras murales de gran tamaño en diversos lugares del país. Los murales han sido una constante en su trabajo artístico. Los imagina y los proyecta en París y luego los desarrolla en Venezuela.
Cuando tenía 32 años de edad, Armando Pérez se fue a París, porque la experiencia en la Ciudad Luz era una etapa necesaria para los artistas. A esa edad, siendo joven y empecinado, Armando ya era bastante conocido en el país porque se había ganado el primer premio en el Salón Michelena del año 1961.
Ya Armando tiene cuatro décadas en Francia, pero todos los años regresa durante uno o dos meses a Venezuela para realizar murales o mostrar las últimas piezas que ha logrado. En Europa hay coleccionistas que adquieren sus piezas con mucha fidelidad y apego por su constancia experimental y su trayectoria.
Armando Pérez ya ha alcanzado el grado de maestro de la pintura. Pero él nunca se aparta de sus raíces. No desea que olviden su nombre por estos lados. Y la verdad sea dicha: todos los años se le menciona porque su obra es un regalo visual que nunca se agota.
Armando Pérez siempre ha sido un hombre muy serio, de talante austero. Se mueve en silencio, concentrado en sus pensamientos. Es su manera de ser. Es introvertido y observador. Es lo que llaman una persona detallista. Aunque Armando no detalla objetos. Su pasión es observar minuciosamente el hormiguero de los colores, la ebullición de los colores, el comportamiento de los colores. No es una pasión extraña entre los pintores: ese es uno de los temas fascinantes de las artes plásticas desde que los impresionistas miraron pasar el sol y el tiempo por encima del mundo y de las cosas.
Todo artista, en medio de sus búsquedas y de sus objetivos, se convierte en alguien que junto con su arte ofrece una visión de la vida, una actitud o un punto de vista. En el caso de Armando, sus obras sirven como objetos de recogimiento interior. Esos paisajes y esos personajes suyos no están en la calle, no figuran en ninguna otra parte que no sea en los espacios de su imaginación. Pero contienen los colores del cielo y de la tierra; los colores del arco iris y los miles de tonos que se pueden encontrar en la naturaleza. El espectador puede pasarse el día mirando una tela que de repente, con un ligero cambio de luz se transforma en otra tela.
El muralista
La obra de Armando Pérez se define por la atmósfera que crea y por el trabajo minucioso que revela. Esa obra ha saltado a la calle en forma de murales diversos, algunos de ellos realizados al márgen de las paredes, hasta el punto de parecer esculturas. Este proceso dificultoso pero placentero, ha puesto en marcha, para Armando, una etapa en que los grandes formatos de sus cuadros se proyectan hacia el mural y terminan diferenciándose notablemente.
Tal vez esa diferencia y sus problemas, es lo que ha mantenido más interesado al artista valenciano en su tarea de muralista, aparte de buscar el punto de vista de los espectadores que circulan por los espacios públicos. Unos se detienen y otros siguen de largo, pero todos miran, de alguna manera, la obra que está allí, transformando el paisaje.
La silenciosa sensibilidad de Armando Pérez, actúa como una reacción química a la hora de trabajar con los colores y las transparencias. Sus figuras y sus máscaras, emplazadas en un misterio particular, son el mensaje persistente del artista, colocado encima de un torbellino colorístico, que sólo es posible retener y captar, cuando el ojo recorre con paciencia y serenidad toda la tela.
En esas piezas hay una sabiduría que se mantiene firme a través del tiempo. Nada parece desarmarlas. Su vigencia se basa en la lucidez. Hay allí una confrontación de la delicadeza con la tosquedad, de la belleza con el absurdo, del talento vertido a pulso y de la espontaneidad como tormento.
Armando Pérez tiene una personalidad de matemático, de científico ensimismado, que cada cuarto de hora se ve arrastrado por las corrientes del amor apasionado que la pintura ha inyectado en su existencia. Si le impidieran pintar, lo matarían. Sus recorridos más prolongados, sus caminatas más intensas, han tenido como territorio las telas que pinta.
Vive, sueña, ama y sufre, cuando se pierde en la dimensión de la tela blanca. Y va saliendo a medida que la revive con sus formas y sus colores. Al terminar, retorna a la realidad común y corriente, pero le entrega al espectador la misión de inmiscuirse en lo que ha creado. Hay cierta frialdad en su persona. Sólo es posible mirarlo verdaderamente conmovido, durante esos instantes en que un espectador se deja atrapar por un cuadro suyo y él está mirando la reacción de la mirada ajena. Armando Pérez se fascina, con esa sensación que viene después.
La cita es el domingo 11 de septiembre, a las 11 de la mañana, inauguración de la exposición Puertas al Infinito, del Maestro Armando Perez. Galería Dimaca, avenida André Bello con 2° Transversal, Galería Dimaca, Los Palos Grandes. Caracas. info@dimaca.com.ve. Teléfono: +58 212 2851863 | 2854671 | 2856056.
Fuente: Maja Descalza.