La soledad es una miseria, te hunde, te acaba, te arruina la vida. Pero no la soledad de estar “sin compañía”, la soledad del silencio de estar acompañado sin que nadie te comprenda realmente. No importa estar arruinado si alguien te escucha, si alguien esta “allí” por ti. Lo que jode es no poder compartirlo realmente, conectar con alguien. Eso también jode en la alegría, no poder compartirla, pero ese es otro tema. En “Mi otro yo” (2011) nadie esta muy feliz…
Jodie Foster dirige a Mel Gibson en esta película (la tercera de su carrera) sobre la soledad. Suena simple, suena tonto, suena a lugar común, pero algunos escriben para no estar tan solos, otros hacen películas, y otros se inventan amigos imaginarios, que los ayuden a hacer lo que tienen que hacer. Walter Black esta deprimido severamente, lo único que hace es dormir y “existir”, todo quien ha sido es solo un recuerdo, una foto vieja. Su esposa (Jodie Foster) y sus dos hijos tienen que asistir a su desmoronamiento, mientras luchan con sus circunstancias cotidianas.
Walter para «salir» de su encierro mental, se inventa «un amigo», un castor de peluche que habla por el, dirige la compañía que preside y hasta lo acompaña cuando besa (entre otras cosas) a su esposa. Necesita estar acompañado, confiarse en alguien, así ese «alguien» no sea real. Esto que puede ser visto, como algo realmente Freak, se va transformando cada vez más en algo profundo y porque no decirlo patético, pero con la belleza que a veces tiene la desesperación.
Foster dijo sobre su papel como directora en una entrevista para El País, refiriéndose a sus películas: “Todas ellas son películas independientes y personales con trazos comunes que hablan de la soledad y del miedo a estar solos por mucho que te guste disfrutar de esa soledad. Que hablan de la familia y de nuestro miedo a parecernos a nuestros padres. Que hablan de una crisis espiritual como la que todos vivimos cada cinco años, que hablan de depresión aunque sea un tema que la mayor parte de la gente prefiere evitar”.
Esta película es el mejor de sus ejercicios cinematográficos, no solo por el tratamiento de la temática, también por el modo en que dirigió a los actores para que encararan sus personajes: Gibson realmente se ve naturalmente arruinado, por ejemplo.
Calificación: 10/10
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