Para un capitalista, Verdad es la ley de la oferta y la demanda: y Trece Preguntas al Amor ha sido bien recibido por el público uruguayo, está en su décima edición. Es un libro que consta de ciento seis páginas escritas con letras grandes, de prosa llana distribuida en trece capítulos que empiezan por una parábola o una fábula y terminan con un mensaje concreto, para llevar.
Relata el viaje del autor a través de su luto: la desaparición de sus padres, antes de que él cumpliera dos años de edad, a manos de fuerzas represivas de la dictadura militar argentina. Se trata de un recorrido terapéutico, filosófico y místico que abarca elementos disímiles: desde la escuela Gestalt de la psicología hasta el Camino Rojo, las diversas sendas espirituales de los aborígenes del continente americano, que finalmente lo llevaron al conocimiento del Hombre Medicina, pues buscaba la cura para el camino tachonado de pérdidas que supone vivir. Así que los duelos son ineludibles para reparar, tolerar, aplazar, aprender y encontrar la coherencia personal. Trayecto que cada uno debe hacer a su manera, según sus posibilidades y predilecciones.
Entonces trata temas variados. Desde el vivir corriente y privado, hasta la condición gregaria del hombre, su conexión material y espiritual con el ambiente, su naturaleza psicosomática. Incluye un llamado al suicida para que pida ayuda antes de tomar una decisión definitiva, a la vez que reflexiona sobre la causalidad y las fuerzas del destino, incluso en el caso del aborto. En suma, lucha con el por qué y el para qué de la existencia.
Inquietudes que soluciona a partir de cinco elementos ontológicos: Estrellas, Tierra, Agua, Aire y Fuego. El espíritu viene desde las estrellas con el objeto de vivir la condición humana; es el plano emocional, la memoria, sabe lo que conviene, es la raiz de las virtudes y defectos. En cambio el cuerpo hace parte de la biodiversidad del planeta. Por otra parte, propone que el sufrimiento sí esconde un propósito, obedece a un plan maestro, así no se comprenda a primera vista, de todas maneras siempre hay un motivo ulterior, un diseño sobrehumano en todo lo que sucede, un destino premeditado. De modo que no hay que desesperar ante la futilidad de la existencia, el sentido está en encarar el sino y asumirlo logrando sabiduría, algo muy diferente de la erudición.
Y me parece que esta es una obra sensual porque estimula los sentidos, hace pensar, trae recuerdos.
Incluso encontré humor en ella, precisamente en la séptima pregunta al amor: ¿es posible ser felices para siempre en pareja? Además el capítulo más largo y complejo se titula ¿Qué es el amor? Una acometida que muchas veces se ha intentado, y al leer esta recordé el ensayo de Georg Bizet en su gran ópera Carmen con el aria L’amour Est un Oiseau Rebelle,
httpv://www.youtube.com/watch?v=OV-ZfCWM3qo&feature=related.
También define amor como un sentimiento inefable que une y es semejante a un pajarito rebelde: algo que todos buscan y nadie domina, por eso lo consideran vano, se trata de una fuerza inexplicable, vehemente, indispensable, aun cuando etérea, espontánea, caprichosa, pues nada la domina, ni siquiera las amenazas ni las plegarias, desconoce leyes, es implacable. Un misterio desde el principio, ya que la madre es el verdadero fundamento de la existencia, como decía Sábato.
El ser humano está dotado de una tendencia innata a la construcción que Freud llamó eros y, al mismo tiempo, está provisto de una inclinación opuesta, hacia la destrucción, una nostalgia por lo inanimado, solía llamarla, una faceta que nombró, tánatos. Entonces la vida es una pugna constante entre eros y tánatos. Una lucha que se da en el funcionamiento mental, por ejemplo, en la coexistencia de conflictos y áreas maduras dentro de la misma personalidad. Pero también se refleja en las relaciones con otros, como en el caso de las parejas estables y violentas o en el uso del medio ambiente depredando el planeta hasta las últimas. Así que madurez es encontrar algún equilibrio en este combate eterno entre eros y tánatos, algo de paz y hasta de felicidad, ¿por qué no? Sin embargo, al final tánatos siempre triunfará: todos moriremos.
Es una tendencia universal. La órbita de la Tierra, por ejemplo, es un equilibrio dinámico entre su tendencia a flotar libre hacia el espacio abierto y la fuerza gravitacional que ejerce el Sol. Entonces es el resultado de la acción de esas fuerzas contrarias lo que lleva a que nuestro planeta se mueva ni muy cerca ni muy lejos del Sol, dándole un clima moderado que permite que el agua sea líquida en presencia de elementos como carbón, oxígeno, hidrógeno, haciendo posible la vida desde hace millones de años, hasta el punto que la selección natural tuvo tiempo para poner a prueba una secuencia enorme mutaciones del material genético espontáneas y al azar hasta que por fin surgió el ser humano. El mismo que don Miguel de Unamuno llamó el mamífero vertical que padece la enfermedad de la consciencia: reflexiona sobre estos temas, por ejemplo. Pero este equilibrio se romperá en un lapso de tiempo vastamente grande, cuando se agote la energía del Sol se desmantelará nuestro sistema solar.
Así que, como decíamos antes de esta digresión sobre el equilibrio entre creación y destrucción, el hacer la paz con los recuerdos y perdonar a los que nos ofenden, como reza el Padre Nuestro, es la decisión de dejar de sufrir al liberarse del rencor. Pensamiento que podría estar en línea con la idea marxista de que la humanidad camina al unísono en el sentido del desarrollo y la iluminación.
Además este libro está atravesado por la dualidad cartesiana de que el espíritu y el cuerpo son asuntos separados. Y muchos estarían en desacuerdo, puesto que todo parece indicar que el universo está hecho de una sola materia, así que también lo mental es un fenómeno natural que abarca el espíritu. De todas maneras, son planteamientos que en esta publicación abren la puerta a la posibilidad de la reencarnación y tienen consecuencias éticas inmediatas, pues sugieren la posibilidad de que el hombre no es el arquitecto de su destino, más bien se comporta como un títere a merced de las veleidades de un gran titiritero con agenda oculta. Pero entonces el ser humano no es responsable de sus actos, solo cumple con sus designios, como le sucedió al Edipo Rey de Sófocles. Así que este volumen tiene un trasfondo teleológico: todo tiene una causa, algo que le da sentido y significado, un para qué, y así podía describirse el universo, conjeturó Aristóteles.
En todo caso, este libro recopila reflexiones que obedecen a la búsqueda del origen y de la síntesis personal, como preguntaba Federico Nietzsche, al cómo se llega a ser lo que se es. Puesto que la vida es un viaje imperfecto lleno de sobresaltos, para el hombre está proscrito el mundo de los ideales platónicos, de los arquetipos rutilantes, como Justicia y Bien.
Para terminar, dos anotaciones.
La primera es que la creatividad nace de la necesidad de superar pérdidas. Y una alternativa es redactar. Pero podría ser cualquier otra forma creativa, incluso la investigación científica, narrar lo sucedido o cualquier otra expresión artística. Al fin y al cabo, expresar el dolor de una manera coherente es un esfuerzo psicológico que supone elaborar duelos. A través de la simbolización del sufrimiento se amplía la capacidad para pensar y se transforman los sucesos infaustos en experiencias y oportunidades para algo nuevo.
Por último, este libro sensual me hizo pensar en varios autores, y seguramente otros lectores pensarán en muchos más, lo cual me parece que apoya la tesis de que los asuntos esenciales del ser humanos son pocos. No más de cinco. Por eso tantas personas trajinan los mismos temas, y el amor, la vida, la muerte, podrían ser los más recurrentes. Aun cuando Arturo Schopenhauer diría que simplemente son el amor, las mujeres y la muerte.
Por: Santiago Barrios, sicoanalista, médico y escritor.